Teresa Wilms Montt, de tumba en tumba
Jueves 01 de marzo de 2012
Los escritores que integran la antología Los malditos, compilada por Leila Guerriero (Ed. Universidad Diego Portales), responden sobre sus trabajos. En esta entrevista Alejandra Costamagna habla de Teresa Wilms Montt.
Por PZ.
Teresa Wilms Montt
Leila Guerriero es la responsable de la antología Los malditos (Ed. Universidad Diego Portales) en la que 17 escritores latinoamericanos escriben los perfiles de 17 escritores malditos latinoamericanos del siglo XX. «Un perfil no es un ensayo ni una crítica ni un análisis literario», explica en el prólogo y, al tiempo que ensaya una definición de lo que es un perfil también propone una serie de condiciones para comprender el malditismo de los escritores: «[Es] una mirada en primer plano sobre los trabajos y los días, los maridos y los hijos, los tíos y las bibliotecas, los armarios, los libros, los poemas, los viajes, los amantes, las manías, las píldoras, los electroshocks».
En poco menos de 500 páginas vuelven a revivir la maestría y las desventuras de Baron Biza, Teresa Wilms Montt, Martín Adán, Rodrigo Lira, Porfirio Barba Jacob, Jaime Saenz, Samuel Rawet, Pablo Palacio, Jorge Cuesta, Ignacio Anzoátegui, Calvert Casey, Rafael José Muñoz, Joaquín Edwards Bello, César Moro, Alejandra Pizarnik, Gustavo Escanlar, a través de las voces de Alan Pauls, Alejandra Costamagna, Daniel Titinger, Andrés Felipe Solano, Óscar Contardo, Juan Gabriel Vásquez, Edmundo Paz Soldán, Graça Ramos, Gabriela Alemán, Rafael Lemus, Juan José Becerra, Rafael Gumucio, Boris Muñoz, Roberto Merino, Marco Avilés, Mariana Enriquez, Alberto Fuguet.
La antología ofrece un amplísimo panorama de la literatura latinoamericana del siglo XX. Desde Eterna Cadencia pensamos en hacer un recorrido especial sobre Los malditos: una breve entrevista a cada uno de los escritores que la integran. Iniciamos la serie con la chilena Alejandra Costamagna, autora del perfil “Teresa Wilms Montt, de tumba en tumba”.
—¿Podrías hacer una breve presentación de Teresa Wilms Montt?
—Teresa Wilms Montt (1893-1921) fue una escritora chilena que transgredió los códigos sociales de su época y su clase. Muchacha de alcurnia, lectora prematura, trilingüe, se casó a los diecisiete años sin consentimiento de sus padres, simpatizó con el anarquismo, fue acusada de adulterio por su marido e internada en un convento (y alejada de sus hijas), huyó a Buenos Aires con el poeta Vicente Huidobro, publicó cinco libros –cuatro de prosa poética y uno de cuentos–, recibió aplausos de los círculos intelectuales, coqueteó con la vanguardia europea, fue adicta a los somníferos y al opio, intentó matarse dos veces sin éxito y a la tercera, el 24 de diciembre de 1921, en París, lo consiguió.
—¿Por qué creés que Leila Guerriero te propuso perfilar a Teresa Wilms Montt?
—Porque Wilms Montt grafica de manera muy clara ese “malditismo” que inspira el libro, creo. Me refiero al desajuste con el entorno, al ánimo disidente, a la incomprensión del medio, al inconformismo latente, a cierto desfase entre los deseos y las normas y, claro, a la pulsión suicida.
—¿Qué dificultades y desafíos te supuso escribir el perfil?
—El desafío mayor era franquear el mito de la femme fatale, de la víctima tan sufrida como hermosa; ese cliché que existe sobre ella. Salir del blanco y negro que proyectaba su imagen en la historia de la chismografía literaria. Y una dificultad importante fue también apreciar la obra (con su enorme carga sentimental, su fatalismo y su carácter maniqueo) de acuerdo con el contexto de producción. Y leerla, entonces, atendiendo esas condiciones particulares.
—¿Cuál es la característica que hace "maldita" a Wilms Montt: la historia familiar, el matrimonio tormentoso, la sensación de haber nacido antes de tiempo?
—Todas las anteriores. Tal vez su “malditismo” puede ser resumido en las palabras de Joaquín Edwards Bello, otro de los perfilados del libro, amigo de Wilms Montt: “Era una embajadora por su charme especial, su belleza y cultura. Pero se notaba en ella un afán indómito de terminar (…) Todo en ella hablaba de la muerte: su vida es como una lucha constante por sacar el espíritu de la prisión carnal”.
—En el perfil escribís: «Más que la historia, ésta es quizás la leyenda operística de Teresa Wilms Montt». ¿Su obra podría ser lo que es sin la vida que llevó?
—No creo que la obra de Teresa Wilms se explique enteramente a partir de su vida ni viceversa, pero hay un diálogo evidente entre ambos planos. Digo, su literatura no debería ser leída como el depósito directo de su sino trágico, pero es obvio que sus textos expresan una visión del mundo muy propia y entregan ciertas claves que permiten dibujar un mapa del tiempo y de la escritora inserta en aquellas coordenadas. Lo interesante del perfil como género, en todo caso, es que se trata de una mirada a esa obra y a esa historia –a ese pasado– desde el presente. Otras circunstancias (de clase, de época, de moral) probablemente habrían moldeado una escritura distinta y hoy la leeríamos con otros códigos. Pero no sería ni mejor ni peor: sería otra obra.