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Literatura infantil y juvenil

Anthony Browne: "Siempre dejo mucho espacio para la improvisación"

Una entrevista con el autor e ilustrador infantil inglés

Acaba de publicar su título número 50, Hide and seek, y hace poco se cumplieron 30 años de la salida de Willy el tímido, libro que introdujo a sus personajes simios en las bibliotecas de miles de chicos y chicas de todo el mundo. Una entrevista con uno de los autores e ilustradores más adorados de la literatura infantil, Premio Hans Christian Andersen.

Por Valeria Tentoni.

 

Emociones y empatía: esos son los contenidos claves de los que, según Anthony Browne, se ocupan los mejores libros para chicos. Y en su respuesta también dice que, cuando están hechos así, a los libros infantiles los pueden disfrutar tanto niños como adultos.

Browne fue el primer inglés en recibir la medalla del Hans Christian Andersen por sus ilustraciones, y ahora sus libros se pueden leer en 26 idiomas. Acaba de publicar su título número 50, Hide and seek, y hace poco se cumplieron 30 años de la salida de Willy el tímido, aparecido después de Gorila, su libro más reconocido, el que introdujo a sus personajes simios en las bibliotecas de miles de chicos y chicas de todo el mundo. Browne es uno de los autores e ilustradores más adorados, con sus acuarelas de colores magníficos plagadas de secretos diminutos, sus personajes conmovedores, sus historias a la vez simples y profundas.

Hijo menor de dos, nació en 1946 en el Reino Unido. Mientras estudiaba diseño gráfico, su padre murió "de repente y horrendamente" frente a él, y eso tuvo gran repercusión en su vida (a su padre está dedicado uno de los libros más hermosos que hizo Browne: una versión personalísima de King Kong). Después de un período que resume como "oscuro", abandonó la carrera. Supo de un trabajo como dibujante en temas médicos y le pareció interesante, así que lo tomó. "Trabajé en la enfermería del Manchester Royal por tres años, pintando delicadas acuarelas de operaciones grotescas. Eso me enseñó más de dibujo que lo que alguna vez aprendí estudiando", dice. "Pensé que probablemente era momento de pasar a otra cosa cuando pequeñas y extrañas figuras empezaron a aparecer en esos dibujos que tenía que hacer, así que comencé a dedicarme a hacer tarjetas de cumpleaños". Por esos días envío sus primeras propuestas a editores, probando suerte.

Y pasó lo que tenía que pasar.

A muchísimos kilómetros de distancia, conversamos con Browne vía correo electrónico, y aquí van sus respuestas:

 

Tus libros están repletos de detalles inesperados, sorpresas maravillosas en las ilustraciones que uno va buscando como pistas. En alguna oportunidad dijiste que “necesitamos aprender a mirar”; ¿esta es tu manera de alentar la observación minuciosa de la belleza?

Sí, esa es mi intención, pero también creo que tenemos que aprender a tomarnos el tiempo de mirar las cosas cotidianas que damos por sentadas. Cuando yo era chico, una vez me regalaron una estación de bomberos de juguete, algo que no me interesaba particularmente, pero encontré que, si usaba mi imaginación, yo era capaz de convertirla en un castillo.

Desde tus primeros libros, has estado “traficando” grandes obras de pintores, que aparecen reversionadas, insertas en tus ilustraciones. ¿Cómo se te ocurrió esa idea?

Cuando hago un libro ilustrado, casi siempre es un poco autobiográfico, así que las ilustraciones por lo general reflejan mi vida y mis intereses. Cuando los chicos me preguntan de dónde saco las ideas, por lo general les respondo que de todas partes –mi propia infancia, cosas que otros chicos me han contado, historias que he leído, películas que he mirado y pinturas que he visto. Con el paso del tiempo, encontré que era capaz de usar imágenes en el fondo para contar partes de la historia que no estaban en el texto, como pistas sobre lo que está en verdad ocurriendo en la mente de alguien. También es una manera accesible de presentarles pinturas a los chicos.

¿Cuándo comenzó tu amor por las artes visuales y quiénes son tus pintores favoritos?

No puedo recordar un tiempo en el que no haya estado interesado en las artes visuales, particularmente en las tiras cómicas. En mi juventud estuve obviamente enganchado con los surrealistas, parecían estar relacionados con un mundo que yo ya conocía –el mundo de los sueños. Desde entonces, mi gusto en la pintura se ha ensanchado para incluir a Rembrandt, Goya, Van Gogh, Vermeer, Edward Hopper, Lucien Freud, Paula Rego, entre muchos otros.

¿Cómo componés tus libros? ¿Llegan las palabras primero o las imágenes primero?

Las palabras y las imágenes por lo general llegan juntas. Al principio, tengo una idea en la cabeza; es algo que se parece un poco al recuerdo de un sueño. Por lo general, varios fragmentos de una idea permanecen en estado latente en mi cabeza durante un buen tiempo antes de madurar, y gradualmente se ensamblan para formar algo más coherente y alcanzable. Después, lo que hago es dibujar una serie de veinticuatro rectángulos (representando los doce pliegos a doble página que forman la parte principal de un libro ilustrado típico), y los lleno con borradores de los dibujos y garabatos de textos. En mi mente se produce algún tipo de animación de esas ideas, y observo mi guión gráfico casi del mismo modo en que lo haría un cineasta. Más que las ilustraciones en las que eventualmente se convertirán esos trazos, lo que veo son las cajas como escenas de la historia, con un sentido claro de progresión en el tiempo. “Reproducir” el libro de esta manera asegura que lo visual y lo textual me lleguen al mismo tiempo. Una vez que tengo terminado mi guión, recorto los cuadros individuales y los pego en un pequeño libro. Ese ejemplar de prueba es la primera encarnación de la idea que le muestro a mi editor. Con eso como referencia, discutimos las cualidades generales del libro futuro. Raramente se realizan críticas a los dibujos en este punto, pero sí se hacen sugerencias para mejorar el texto, el diseño y el ritmo general. Vuelvo a mi estudio y me siento a trabajar en las ilustraciones finales. Comienzo haciendo dibujos preliminares apenas más minuciosos en papel fino, cuyas proporciones se corresponden con el libro a ser publicado. Como son dibujos, puedo permitirme cometer errores en este punto, y con la ayuda de mi goma de borrar altero tantos detalles como sea necesario hasta que quedo satisfecho con la imagen. Una cosa notable acerca de los dibujos en esta instancia es la ausencia casi total de detalle. Esto mantiene mi interés creativo durante la producción y me lleva hasta el trabajo final. Si trabajase haciendo ilustraciones apenas menos elegantes que sus versiones finales, eso me desalentaría mucho, así que siempre dejo mucho espacio para la improvisación. Después transfiero los dibujos a papel para acuarela con papel grafito, y entonces sí comienzo a trabajar creando la ilustración definitiva.

 

Una de las páginas de Gorila, de 1983.

¿Cómo apareció tu personaje Willy y por qué se quedó con vos en tus libros?

No recuerdo por qué elegí que Willy sea un chimpancé, pero sí son más palpables para mí sus orígenes como personaje. La manera en la que Willy se maneja en la vida es similar a la de muchos chicos y chicas. Willy es un chimpancé, viviendo en un mundo de gorilas. Los gorilas son más grandes, más fuertes, más poderosos y más importantes que él. En nuestras propias vidas, solemos encontrarnos en situaciones en las que nos sentimos inferiores a la mayoría de las personas que nos rodean, pero creo que esa sensación es particularmente familiar para los chicos. Los chicos habitan un mundo dominado por adultos. En ese mundo ellos son más pequeños, más débiles, más ignorantes, menos influentes, y se pasan la vida mandoneados por sus hermanos y hermanas mayores, por sus padres y maestros. La vida puede ser abrumadoramente intimidante, y las situaciones por las que pasa Willy parecen hacer eco en los niños. Muchas veces me preguntan si el personaje está basado en mí; supongo que, hasta cierto punto, la respuesta es sí, pero creo que a su vez yo entro en un enorme conjunto de personas que han tenido experiencias similares en su infancia.

¿Y por qué chimpancés y gorilas? ¿Por qué esos animales se mueven como humanos?

No existe una razón consistente por la que use gorilas y chimpancés en mis personajes: siempre depende de cada libro. Lo que me gusta de verdad acerca de los simios como sujetos es su universalidad. Los simios sobre los que escribo son personas en todo salvo en su apariencia. Se comportan como personas, hablan como personas y se visten como personas; así y todo, al verlos, son claramente animales disfrazados de personas. Creo que deberíamos recordar el hecho de que las personas somos esencialmente primates también: nuestra composición genética es casi idéntica, nuestros deseos e instintos son iguales, y ni siquiera nos vemos tan distintos. Los límites entre los animales y los humanos no son nada tan distintivo como nos gusta creer, y la humanización de los simios en mis libros es parte de mi intento por difuminar esa división. Pero eso difumina a la vez otras divisiones. La universalidad de los personajes simios asegura la posibilidad para todos los niños de identificarse con ellos. No sólo los que tienen la misma edad o etnia. Willy es un chimpancé y por tanto no se ve como ningún niño, pero justamente por eso se ve como todos los niños.

¿Cuál fue el primer simio que dibujaste? ¿Lo recordás?

El primer gorilla que dibujé fue en una tarjeta de cumpleaños, mucho antes de dedicarme a los libros ilustrados. Siempre me han parecido criaturas fascinantes a las que mirar. Me he pasado horas mirando gorilas en zoológicos (todavía me falta verlos en sus hábitats naturales, cosa que me encantaría hacer), y pude estudiar alegremente sus caras todo el día. Las caras de las personas viejas son muchísimo más interesantes de dibujar que las caras las personas jóvenes, por los patrones y los contornos que ofrece la piel envejecida; los gorilas son todavía más atractivos. Las arrugas, los bultos, los golpes, las hinchazones, el cabello y los músculos son irresistibles para el lápiz. Nunca me canso de dibujarlos.

Tu libro King Kong está dedicado a tu papa, “el King Kong original”, ¿por qué?

Los gorilas me recuerdan a mi papá. El era un hombre grande, fuerte, de mirada bastante feroz, con un lado agresivo que reservaba para el campo de rugby, el ring de boxeo y las zonas de guerra. Todo esto lo convirtió en un héroe para mi hermano y para mí: queríamos hacer todo lo que él hacía. Pero mientras alentaba en nosotros lo físico, aparecía otro rasgo de él extremadamente amable. Papá era tan feliz dibujando con nosotros, contándonos historias o escribéndonos poemas como cuando nos enseñaba a tacklear. Pienso en papá cuando miro a los gorilas. Los gorilas son criaturas inmensamente poderosas que pueden ser agresivas cuando lo desean, pero también tienen un lado dulce que expresan acicalándose unos a otros, demostrándose afecto o cuidando de sus familias. King Kong es el rey de los gorilas, y para mí mi papá era el rey de los padres.

En uno de tus últimos trabajos, vemos a Willy cargando una pila de libros. Están Pinocho, Rapunzel, Peter Pan y muchos otros libros que te inspiraron. ¿Quién te los acercó? ¿Cómo comenzaste a leer?

No me era particularmente fácil leer de chico, los libros que me gustaban generalmente tenían ilustraciones interesantes. Las ilustraciones funcionaron como una puerta de entrada al mundo de los libros. Todavía amo leer historias por placer y para buscar inspiración, pero ahora ya no necesito las ilustraciones para quedarme.

 

 

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