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Rosa Iceberg: libros en estado de efervescencia

Erbetta, Tenenbaum & Yuszczuk

Entrevistamos a Marina Yuszczuk, Emilia Erbetta y Tamara Tenenbaum, responsables de un proyecto editorial que prioriza la exploración de experiencias que durante siglos fueron invisibilizadas: "Las mujeres durante muchos años nos aguantamos esta situación porque no estaban dadas las condiciones para que pudiéramos decirlo en voz alta y organizarnos".

Por Valeria Tentoni. Fotos Manuela Martínez.

 

Promediando el 2016, las periodistas y escritoras Tamara Tenenbaum y Marina Yuszczuk, que hasta entonces tenían un vínculo editora-colaboradora en La Agenda, se cruzaron de casualidad en el Bafici. Tardaron quince minutos en ponerse de acuerdo para armar una editorial, en un trío que se completa con Emilia Erbetta, también periodista.

Le pusieron Rosa Iceberg, una variedad de rosal trepador muy resistente que florece en grande número. También podría aludir al iceberg de Hemingway, al choque de dos ideas extrañas entre sí, pero no fue por eso. “Fue muy caprichoso, y yo estoy a favor del capricho”, explica Marina, Doctora en Letras. “Cuando uno tiene un impulso fuerte, ahí siempre hay algo que está bien. Le pusimos Rosa Iceberg muy rápido, empezamos a hablar del nombre y nos sugería un montón de cosas. Al principio era una idea medio vacía pero si la empezábamos a pensar un poco la podíamos llenar de sentido muy rápido”.

Erbetta (egresada y docente en TEA y estudiante de Sociología) está unida a Marina (autora de Madre soltera, libro que en 2013 se quedó con el Premio Indio Rico) por una vieja amistad que incluye convivencia. Yuszczuk también es autora de títulos como Lo que la gente hace y La inocencia; Tenenbaum debutó el año pasado con los poemas de Reconocimiento de terreno y ya tiene listo un tomo de narrativa. “Yo no soy escritora, soy periodista”, deja en claro Erbetta, pero no descarta armar algo de no ficción en el futuro.

Las tres llegan por separado a la librería y también tomarán turnos para hablar. Por momentos las voces se enciman, aparecen coros involuntarios, las ideas van enhebrándose como una trenza de esas que quedan torcidas: es que no están necesariamente siempre de acuerdo, no responden en bloque, hay quien ocupa más tiempo y quien ocupa menos para pronunciarse. Se escuchan, se entusiasman entre sí, modifican sus ideas con las ideas que aparecen, reaccionan y redirigen.

Piensan juntas.

 

TENTONI: ¿Y por qué decidieron armar una editorial?

TENENBAUM: Estábamos muy furiosas. Sentíamos que a pesar de que cada vez hay más escritoras mujeres, igual seguía siendo difícil para una chica que alguien le leyera un manuscrito en una editorial. Especialmente para una chica que no fuera famosa. Nuestra sensación era que, si no sos famosa, es más fácil ser varón que ser mujer. Bueno, todavía es mi sensación.

YUSZCZUK: Las dos teníamos libros que queríamos publicar, Tamara una novela y yo uno de cuentos, y empezamos a hablar de eso, de nuestras experiencias con las editoriales. Nos daba la sensación, que siempre es un poco indemostrable pero al mismo tiempo muy concreta, de que tenés menos oportunidades porque interesa menos lo que escribe una chica, sobre todo una chica que escribe desde la experiencia. No es necesariamente que se publiquen menos mujeres, sino que hay cierto tipo de escritura de mujeres que parece que fuera menos vendible.

TENENBAUM: Igual se publican menos, sí: en todas las editoriales se publican menos mujeres.

YUSZCZUK: Las que se publican, en general, son las que escriben ficción en tercera persona. Género.

TENENBAUM: A las mujeres que les va bien, les va muy bien. Yo no creo que en este momento haya un escritor argentino al que le vaya mejor que a Samanta Schweblin, por ejemplo. Pero, a la vez, tenés que ser así de grosa para que alguien te preste atención. Lograr un reconocimiento tal que no puedan ignorarte. En los rangos medios hay muchos más varones que mujeres.

ERBETTA: Lo mismo pasa en los medios. Cuando lo advertís, empezás a ver la cantidad de chicas que firmamos notas de tapa en medios importantes, que hacemos notas que no tengan que ver con cuestiones de género o de “chicas”…

 

Después de haber buscado, sin suerte, algún fondo para sellos emergentes sin títulos publicados aun, las editoras ya tenían un Ideame en funcionamiento recaudando fondos para financiar la publicación de sus dos primeros libros: Los arreglos, cuentos de Marina que tenía prácticamente listos, y La chica del milagro, un libro de otra escritora a la que no conocían, Cecilia Fanti. Alguien les habló de esa historia: la fueron a buscar, se lo pidieron, lo leyeron. Les gustó.

Llegaron a enero con el 137% de lo necesario para pasar a imprenta recaudado. Hicieron 500 ejemplares de cada uno. Con los libros hechos, lo que siguió fue distribuir de mano en mano. Pronto tuvieron que reimprimir. Dicen que recién ahora, que acaba de salir su tercer título (Un beso perdurable, de Gabriela Bejerman), se están planteando más y mejor el asunto de la distribución.

La hacen ellas, librería por librería, cargando los ejemplares. No tienen depósito. Tamara dice que su casa es un caos de cajas, por ejemplo. No parece molestarle.

 

TENTONI: ¿De qué cosas se dieron cuenta con esa furia disparadora?

TENENBAUM: De que todo lo editorial se mueve por vínculos y por gente que se conoce entre sí, y eso también: a mí las editoras que me dieron bola fueron mujeres. Por ahí puede ser una casualidad, en ningún momento ninguna de nosotras pretende universalizar sus experiencias. No creo que estemos hablando desde ese lugar. Pero sí, hay algo de los amigos y de los vínculos en todo esto, y supongo que muchos varones tienen más amigos varones y se identifican más con las cosas que leen desde sus lugares. Me parece que es una cosa que funciona a un nivel mucho más inconsciente en los propios editores.

YUSZCZUK: Sí, para mí también funciona a nivel inconsciente, pero ese inconsciente -que generalmente hace que se terminen publicando más varones- me parece que hay que empezar a desarmarlo. Las mujeres durante muchos años nos aguantamos esta situación porque no estaban dadas las condiciones para que pudiéramos decirlo en voz alta y organizarnos. Ahora estoy viendo espontáneamente mucha reunión de mujeres para hacer cosas, me parece que también nos estamos descubriendo a nosotras mismas.

TENENBAUM: Es lo que dice María Moreno sobre la escritura mujer. Que siempre era la excepción en un grupo de varones, y tenía que por eso adoptar un lugar medio varonero, había ciertos permisos y no permisos. Eso está empezando a dejar de pasar. Y también creo, si es que alguna vez alguna lo disfrutó, que ya nadie lo hace. Ya nadie disfruta de ser la excepción.

ERBETTA: Ya no es un lugar deseado. Y Rosa Iceberg es parte de un ecosistema de proyectos. Pienso en experiencias como LatFem, que son todas mujeres haciendo periodismo feminista. Mujeres que se están reuniendo, haciendo cosas, no necesariamente que tienen que ver con la cultura. Rosa Iceberg nace al calor de eso, no es algo aislado. Quizás, no sé si ellas antes hubieran pensado que esa resistencia de las editoriales o esa dificultad tenía que ver con eso; en otro momento quizás lo hubieran tomado de otra manera. Y esto tiene que ver con aquello de que las experiencias de los varones son universales y las experiencias de mujeres son de mujeres. Y hay una pregunta que nos hacen muy seguido, si vamos a publicar sólo mujeres. Como una cosa muy extraña. Al principio no sabíamos bien qué responder, siempre con matices, pero es una pregunta que está siempre.

TENTONI: ¿Y qué aparece como respuesta?

TENENBAUM: De acá a un par de años, cuando ya tengamos un catálogo, a mí la idea de que un varón se cope con publicar en una editorial de mujeres me parece re linda también.

ERBETTA: Pero es bastante sorprendente que mucha gente nos pregunte si sólo vamos a publicar chicas cuando recién llevamos publicados tres libros. No es que publicamos 25 y son todas chicas.

TENTONI: Claro, nadie preguntaría lo contrario en un sello como Factotum, por ejemplo, que no ha publicado a una sola mujer. Por otro lado, hay una reflexión de Marina en una entrevista sobre el valor que se le da a la experiencia en los libros que publican. Están haciendo ingresar a los libros materiales que quizás estaban siendo un poco despreciados.

YUSZCZUK: Mi interés en estos últimos años pasa por leer textos que no sean literatura de género, y que sean autobiográficos, escrituras del yo, como lo quieran llamar. Hay una variedad impresionante de escrituras, una experimentación formal enorme ahí. Todos los libros que nosotras publicamos hasta el momento y los que vamos a publicar son escrituras muy diversas. Y es una situación muy distinta cuando uno agarra la clásica novela realista en tercera persona que empieza "él se levantó a la mañana..."; esto ya lo leí muchas veces, ¿no? La experiencia tiene que ver con lo nuevo y con lo extraño, lo desconocido, eso te fuerza a buscar una escritura diferente. Mis libros son todos diferentes, por ejemplo. Yo nunca escribí el mismo tipo de texto. Una vez que experimento con una forma ya está, se cierra ese ciclo, y me parece que pasa lo mismo con muchas escritoras y también escritores que escriben en primera persona. Inés Acevedo, Cecilia Pavón, son unas de las que más me interesan en este momento, y están todo el tiempo inventando formas nuevas. Escritoras que tienen un estilo y que tienen que inventarlo para dar cuenta de ciertas cosas que de otra manera no se podrían decir.

 

 

TENTONI: Tamara, vos también trabajaste en tu poemario con materiales traídos de la cantera de la experiencia, ¿no?

TENENBAUM: Sí, a mí también es de las cosas que más me interesan. igual ahora terminé de escribir un libro que no tiene nada que ver con eso; en realidad sí, porque yo creo que las experiencias las tomo en un sentido amplio. Cuando digo que escribo ficción, son historias que escuché, que me contaron, de gente que conozco. La invención total de universos me parece genial y leo un montón en esa línea, pero no sé de dónde sacarlas yo. Y una cosa que me interesa es esto que dice Marina, probar distintos procedimientos para trabajar con eso que es tan informe que es la experiencia, que rara vez se ordena de forma narrativa solita. Por otro lado, en Internet explota el yo y aparece esa idea de que escribir desde el yo es fácil, "bueno, esto lo puede hacer cualquiera", que es una idea que siempre se dice del arte contemporáneo, le pasa al arte visual y le pasó a la poesía de los noventa. "Esto no es arte, si lo puede hacer cualquiera", y no es así. Y a mí eso es lo que más me interpela, lo que corre los límites de lo que podemos entender como literatura y como material literario.

YUSZCZUK: La gran queja de los varones que escriben del siglo XX es "y ahora no tenemos nada más para decir", esa sensación todo el tiempo en contra de la que tienen que escribir. Me parece que las chicas tenemos por el contrario la sensación de que todavía no dijimos nada. Para mí es clarísimo que la experiencia de las mujeres en la literatura todavía no está. Sí está empezando a aparecer, y en ese sentido es un campo para mí muy rico.

TENTONI: ¿Recuerdan cuáles fueron las lecturas que inauguraron en ustedes esa intuición que ahora desarrollan en la editora acerca de la escritura de mujeres?

TENENBAUM: Yo siempre fui fan de Jane Austen, me sé las novelas de memoria, todas. Me acuerdo mucho todavía de la sensación de leer la primera oración de Orgullo y prejuicio y pensar “qué graciosa que es esta mina, es muy divertido esto, es muy inteligente esto que estoy leyendo”. Y después libros más teen, yo soy fanática de Papaíto piernas largas, me parece un libro hermoso, una cosa rarísima para leer en la colección Robin Hood a los doce años.

YUSZCZUK: Yo en la adolescencia también me la pasé leyendo novelas escritas por mujeres, pero si tengo que pensar en algo que me haya influido, cuando yo empecé a escribir poesía, a principios de los dos mil, me acuerdo de la sensación de leer a Marina Mariasch. Ese era el momento en el que se hablaba de la “poesía de las chicas” como una especie de novedad, pero la verdad es que fue una de las primeras veces, bueno en los ochentas también, que hubo muchas mujeres escribiendo a la par de los varones y haciendo sentir su presencia.

TENTONI: Bueno, Marina armó Siesta, también asumió el rol de editora.

YUSZCZUK: Sí, y también ella hablaba mucho del ser mujer. En XXX ella habla mucho de la plata, ese libro a mí me fascina, de ser una mujer y ser dependiente económicamente y de que te cuiden y del vivir bajo vigilancia. Y después tiene ese librito, Coming attractions, que está lleno de muñecas y de cosas que tienen que ver con la infancia de las nenas pero filtradas por una cosa medio siniestra o enrarecida. Y ahora, si tengo que pensar, como inspiración más grande: Belleza y felicidad. Fue durante muchos años algo con lo que yo estuve medio como extrañada, fascinada al mismo tiempo, sin entenderlo mucho porque no vivía en Buenos Aires. Ahí las escrituras del género eran muy importantes y sobre todo lo queer, distintas identidades sexuales, y también una idea de la literatura medio vanguardista, muy libre, que para mí generó un montón de cosas que se sienten hasta el día de hoy. Muchas personas en ese momento decían que eran unas boludas, y eso me parece súper interesante. En ese momento yo estaba en un grupo de varones, entonces lo miraba desde la vereda de enfrente. Todos mis amigos eran poetas más grandes que yo, de edad, de experiencia y de consagración, entonces era raro; y yo pienso que lo más interesante que yo hice como movimiento en ese tiempo fue irme de ese grupo, que los amo y son mis amigos, y me encanta como escriben, pero algo pasa cuando vos te corrés de ahí. Porque cuando vos sos la mujer en el grupo de varones, quieras o no la opinión de ellos va a pesar, más si son más grandes y tienen más experiencia, entonces te van a formar en algún punto el gusto. Por eso a mí me parece que pasan cosas diferentes cuando las mujeres se reúnen y hablan entre ellas de literatura y de lo que les interesa. Yo veo ahora muchas mujeres que estamos leyendo a otras mujeres; muchas leímos a Claire Keegan, a Lydia Davis, poetas norteamericanas o escritoras argentinas que no terminan de estar en el canon. Pero me parece que está pasando algo súper interesante ahí, efervescente y no del todo visible, y Rosa Iceberg es también una manera de visibilizar eso que ya existía de antes. La primera vez que leí un cuento de Hebe Uhart me pareció increíble, un lenguaje que no era del todo de la literatura, ese fue mi gran descubrimiento de la literatura argentina. Sobre todo esa sensación que para mí es fundamental: esto nunca lo había leído. Esa sensación me pasa últimamente mucho con textos de mujeres y de varones casi te diría que no.

ERBETTA: Yo no tengo muchos recuerdos de mis lecturas de infancia. Sí, el primer libro que me regalaron mis viejos fue El niño envuelto de Elsa Bornemann. A Jane Austen la leí de grande, gracias a Marina. Lo que sí leía era Mujercitas, doscientas millones de veces; eso es lo primero que recuerdo de un libro hablando de experiencias de chicas que a mí me interesaba, en el que yo me sentía reflejada. Y después durante años esa diferencia hombres y mujeres en la literatura era algo que no pensaba, por eso no tengo el recuerdo tan claro. Pero sí de grande me impactó Joan Didion, para mí que soy periodista y que no hago literatura fue la primera vez que me di cuenta que podía hacerse periodísticamente algo diferente desde la experiencia de una mujer.

TENTONI: ¿Y el formato de las tapas, con fotos de la autora?

TENENBAUM: Llevé un libro donde había una chica en la tapa, el de Marina Keegan, y todas dijimos sí. La portada es una chica colorada con un tapado amarillo, muy visual. Y nos dimos cuenta de que si la autora te mira desde la tapa hay algo muy poderoso.

YUSZCZUK: Y aparte nos dimos cuenta que era distinto, porque la primera opción era ilustrar, que es algo que se hizo bastante en los últimos años en las editoriales independientes.

TENENBAUM: En las grandes editoriales hay muchos libros de no ficción de gente famosa que tienen un retrato en la portada, pero bueno, nadie nos va a confundir con eso. Y a mí personalmente me gusta mucho la idea de poner en la tapa autoras que, salvo excepciones, no son famosas. En general eso: la gente que va a las tapas de sus libros es gente famosa. Pero nuestras autoras son conocidas en círculos pequeños y eso para mí es re poderoso. Los libreros nos dicen que a la gente le llama la atención, pero a la vez no la conocen y es medio enigmático.

ERBETTA: Hay autoras a las que no les gusta tanto la idea de la tapa. Hablaba con una autora que no quería; si bien es un texto que nosotras sabemos que es autoficción, decía que si salía su cara eso produciría instantáneamente una identificación entre la narradora y ella. Y eso también está bueno porque hay autoras a las cuales justamente les interesa eso y hay autoras que escriben, pareciera, desde un mismo lugar, pero no les interesa. No es tan lineal, mientras a una autora le puede parecer genial remarcar esa identificación con la tapa a otra autora le puede parecer problemático. También se cruza con otras cosas: con qué significa poner la cara, salir en la portada de tu libro como si fuera la portada de una revista, qué significa salir bien, salir mal. Si como escritora está bien salir en la tapa, si te hace menos escritora. Obviamente no obligamos a ninguna autora, todo se charla y la idea es que se sientan cómodas.

YUSZCZUK: Yo estuve todo el año pensando en la palabra visibilidad, la tomo de las comunidades LGBT y pienso que las mujeres ahora estamos en eso. La historia de la literatura es la de la invisibilización de las mujeres que escribieron. Quizás eran menos, OK, pero estaban totalmente tapadas. Me parece que este es el momento de hacernos visibles, y que poner a las autoras en la tapa tiene que ver con eso también, con decir "acá estoy yo". En este momento el modelo de lucha de las mujeres tiene que venir un poco de los movimientos LGBT. Una pregunta que para mí tensiona mucho a las mujeres que escriben ahora, a la luz del movimiento de mujeres, es si nosotras nos vamos a hacer valer en tanto mujeres o sólo en tanto escritoras o individuos. Es una pregunta que genera debates. La historia te muestra que hacerte valer por vos misma como individuo no es la estrategia más sólida ni más solidaria para las mujeres como conjunto. Me parece que este es el momento de agruparnos y de hacer cosas juntas, de decir: “Soy una mujer que escribe”. Quizás en otro momento ya no importe, en un mundo igualitario no tendría que seguir importando, pero para mí este es el momento de ponernos la camiseta.

TENTONI: Vuelvo a lo que decía Emilia: es interesante lo que te planteaba esa autora, ese salto entre la voz narradora y la autora, esa zanja.

TENENBAUM: Eso está cada vez más cuestionado. En el taller de Santiago Llach, a quien también rescato como una persona que me hizo leer siempre a muchas mujeres, cuando yo llegué, que venía de la carrera de Filosofía -mucho Foucault, muerte del autor- le decía: “Bueno, ¡pero la protagonista no soy yo!”. Y me respondía: "Pero si estudia Filosofía, tiene tu edad, ¡sos vos! Acá en el taller vamos a anular esa discusión porque no tiene sentido". Si bien creo que está bueno sostener la distinción para cuando uno publica el libro, porque cuando uno publica el libro ya le metió un montón de mentiras, al menos en mi caso.

ERBETTA: Hay también como una impostura para mí en esa separación, como una necesidad de estar todo el tiempo diciendo “no soy yo”. A veces es genuino, pero otras creo que es una impostura.

YUSZCZUK: No importa si ese algo remite a un sujeto real que sos vos o alguien que vos inventaste, o una mezcla de los dos: eso es indemostrable. Por eso no entiendo para qué tanto debate con respecto a eso. Además, uno es un personaje.

TENENBAUM: Incluso la gente que escribe ficción, ficción en el sentido más puro, yo creo que nadie escribe desde un lugar metafísico que no tenga que ver con sus experiencias. Escribís una historia de dos personas que se enamoran ¿y no usás nada tuyo? Escribís ciencia ficción, incluso... Hay emociones, hay ideas, y todo eso tiene que ver con ideas que tuviste vos y emociones que tuviste vos. Creo que todos los escritores somos un poco narcisistas desde el lugar de que en algún momento decidís que algo que solamente existe en tu cabeza le puede interesar a otras personas y por eso vale la pena ser publicado.

YUSZCZUK: Yo no entiendo cuando usan categorías morales o psicoanalíticas para la literatura. Sos narcisista, ¿y? Me parece que los escritores tienen que ser narcisistas, egocéntricos, y estar medio locos también. Eso no importa. También es como darse mucha importancia salir a desmentir lo que uno escribió.

TENTONI: Las tres se ganan la vida con el periodismo. ¿Cómo se encuentran dentro de este campo?

YUSZCZUK: Para mí es el peor momento del mundo para ser periodista.

ERBETTA: ¡Ay! Yo pienso exactamente lo contrario. ¡Es el mejor!

YUSZCZUK: Para vivir del periodismo, digo.

ERBETTA: Ah, eso es otra cosa.

YUSZCZUK: Sí hay cosas interesantes para escribir, genial, pero como trabajo, desde que yo empecé a escribir para mí no fue nunca peor la situación. Cerraron un montón de medios, quedaron un montón de periodistas dando vueltas, tratando de escribir cada vez en menos lugares. Es horrible sentir que estás compitiendo con gente que está en la misma que vos, que es freelancer, que está tratando de ganar un mango con una nota.

TENENBAUM: Yo como edito en La Agenda me doy mucho cuenta la cantidad de sumarios de gente nueva que me llegan, la cantidad de gente que tenía trabajos en relación de dependencia y ahora ya no los tiene, y por supuesto tiene que entrar en la economía freelance compitiendo con un montón de gente en un mercado que ya está superpoblado. Nosotras trabajamos en los rubros que más tienden a la flexibilidad, por un lado es el rubro peor pago, por supuesto la cultura está mucho más asociada a lo femenino que la política o la economía, de hecho periodistas de economía mujeres hay poquísimas. Y por otro lado, también está la cuestión de las mujeres que son madres y tienden a tomar decisiones profesionales que las colocan en situaciones de mayor flexibilidad. Por supuesto las opciones de mayor flexibilidad horaria también tienden a ser situaciones más precarias. Ahí hay un montón de pequeñas desigualdades que van generando una situación que para nosotras es peor. Dicho lo cual, yo creo que en algún sentido hay cada vez más chicas escribiendo en medios, del mismo modo que hay más chicas escribiendo literatura y eso me parece lógico, también hay cada vez más chicas con ganas de hacerlo. Además, los medios son más flexibles en cuanto al tipo de textos que publican; el digital te permite otra flexibilidad, cuando tenés un sitio no tenés un límite de caracteres tan terrible, tampoco un límite de cantidad de notas, eso permite que aparezcan textos que de otra manera hubiesen sido rechazados. Y aparece esta cuestión de la primera persona, yo creo que los diarios están recontra apropiándose de eso. Clarín fue pionero con Mundos íntimos. En La Nación todo el tiempo se piden esas cosas, en Radar siempre hubo una apertura en relación con otro tipo de textos.

ERBETTA: A mí me parece un gran momento para ser periodista, si bien obviamente el modelo de negocios está en crisis, los medios cierran, todavía están viendo cómo agarrarle la mano a lo que está pasando. Es muy duro por momentos ser periodista porque, para empezar, es una profesión que está muy desprestigiada socialmente. Pienso en mi viejo, que fue periodista muchos años; por entonces ser periodista era prestigioso. A la vez, el nivel de desinformación que vimos circular este año en todos lados para mí demostró el valor del periodismo: ahora más que nunca hay que ser periodista, porque si no sos periodista ahora le dejás a toda esta gente que no es periodista hacer y deshacer. Estamos para eso. En este momento de fake news es más importante que nunca el periodismo, y esa cantinela de las redes sociales y el fin del periodismo no se cumplió para nada. Frente a campañas de desinformación el laburo del periodista es estar en el lugar de los hechos. Para mí es más importante que nunca, lo que pasa es que es mucho más hostil que antes: está peor pago y estás sujeto a un nivel de maltrato muy fuerte. Por otro lado, una cosa es ser escritor y otra cosa es ser periodista, y el narcisismo del periodista funciona de otra manera: pareciera que uno publica una nota para compartirla en tus redes sociales, no hay una voluntad de transformación.

TENTONI: Y no sólo como periodistas sino también como lectoras y editoras, ¿cómo ven la circulación de libros y autores y autoras en medios de cultura?

YUSZCZUK: Una cosa particular de ser mujer es que vos sentís que aparte de estar trabajando te estás poniendo al hombro una causa. Yo siempre elegí libros de mujeres para reseñar, porque a mí me interesaban pero también porque realmente es lo que no hay, y Tamara lo mismo. Casi nadie más lo hace: generalmente los libros de mujeres los reseñan las mujeres. Con nuestros libros, en general, las que se hicieron eco de libros en redes sociales son mujeres. Uno lo puede ver como un problema o encontrarle el lado positivo: si somos vivas, me parece que las mujeres lo que tenemos que hacer en este momento es construir redes donde entre nosotras podamos promover lo que hacemos.

TENTONI: De hecho, ¿no es un poco lo que pasó este último tiempo? Varios de los libros que más funcionaron fueron de mujeres, Black Out de María Moreno, el boom de Mariana Enríquez, Samanta Schweblin...

TENENBAUM: Sí, y hablando de literatura independiente pienso en el de Maga Etchebarne, que anduvo re bien. El de Cecilia Fanti que publicamos anduvo re bien, lo reimprimimos antes de cumplir el año. La industria -los editores, la gente de los suplementos- tiene que hacer un mea culpa, porque te das cuenta que la culpa nunca es de los lectores: a los lectores les gustan esos libros. Lectores y lectoras. El hecho es que los libros se venden: cuando aparece el libro de una chica, rara vez pasa desapercibido. Pienso en Camila Fabbri, Agostina Luz Lopez, Romina Paula; cuando sale una chica que escribe bien, no pasa desapercibido en librerías. La excusa de que no se vende no existe. Se vende en los términos en que se venden los libros hoy, sí, hoy los libros tienen que competir con series, con música, otros consumos mucho más fáciles, perfecto. Pero dentro de lo que son los libros, los libros de chicas se venden. A mí eso me parece re esperanzador, y significa que la industria es más conservadora que los lectores.

YUSZCZUK: Las editoriales más grandes son conservadoras. Prefieren fracasar con un libro malo de un tipo antes que publicar a una mina.

 

 

 

 

 

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