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Entrevistas

“La literatura no puede pensarse en términos exclusivamente de mercado”

Los editores de Chai, Soledad Urquía y Santiago La Rosa, venían de mundos muy distintos cuando decidieron fundar su sello en medio de las sierras de Córdoba. 



Por Valeria Tentoni. Fotos de RU Guzmán. 



 
   

Chai (חי) es una palabra y un símbolo hebreo que significa "vida", "vivo" o "vivir". La palabra china chá (查) para revisar, examinar, investigar. El término hindi chai significa una mezcla de especias impregnadas en una bebida parecida al té. El nombre "chai" es en realidad la palabra hindi para "té", que se deriva de "cha", la palabra china para "té". Bajo esta galaxia de ideas se presenta la editorial fundada en 2019 en San Javier, Córdoba, por Santiago La Rosa y Soledad Urquía, dos escritores que venían de dedicarse a cosas muy diferentes. 

Dedicados a la traducción de narrativa contemporánea de todo el mundo, los editores explican: “Buscamos compartir los libros que nos gustaría leer y que no están disponibles en castellano, seleccionados desde el placer y la experimentación. Nuestro catálogo es la biblioteca que querríamos tener en casa”. 

Sus libros vienen del inglés y del francés y este año, por primera vez, también del japonés, con Dorayaki, de Durian Sukegawa. 

     

 Se lanzan por primera vez a una traducción del japonés, ¿qué les interesa de ese mundo y cómo hace juego con su catálogo presente? 

Siempre me interesó la literatura japonesa, me gustan mucho autoras como Yuko Tsushima, Yu Miri, Yasushi Inoue o cosas más clásicas como Natsume Soseki. Sin embargo, nosotrxs no hablamos japonés así que llegábamos a estxs autorxs cuando ya estaban traducidxs al español. El caso de Dorayaki fue distinto: existía una traducción muy linda del libro al inglés que leímos con mucho entusiasmo. La novela había sido traducida a muchísimos idiomas pero por alguna razón los derechos de traducción al español estaban libres.  

 

En realidad el catálogo de Chai apunta a traducir literatura contemporánea de todo el mundo. Pero pensamos mucho antes de elegir cada libro de nuestro catálogo así que tiene que estar publicado en un idioma que conozcamos (idealmente preferimos leer el original pero, como nos pasó por ejemplo con los libros de Léger, a veces llegamos a través de las traducciones en inglés). Después siempre la traducción es desde el idioma original del libro, en el caso de Dorayaki desde el japonés.  

 

Chai se destaca especialmente por sus traducciones y por darle un lugar de autoría a quienes las ejecutan, visible desde la web y desde las portadas de los libros. ¿Qué pueden contarnos de su posición con respecto a esto? ¿Qué lugar tiene la traducción para Chai? 

 

Para nosotrxs el trabajo de lxs traductorxs es fundamental, son las personas que en definitiva eligen las palabras que vamos a leer. En realidad, creo que dos traducciones muy buenas del mismo texto pueden ser muy distintas entre sí porque algo de la mirada y la sensibilidad de la persona que traduce se filtra en el texto final.  

Por nuestra parte cuidamos mucho las traducciones: la fluidez, precisión, legibilidad y fidelidad al contenido y al tono del texto original.  


 

También es interesante de Chai que haya una colección curada especialmente por un escritor, Federico Falco y la de cuentos. ¿Qué pueden contarnos de este trabajo en conjunto? 

 

Federico Falco es muy amigo así que el trabajo sucede de forma muy fluida y natural. La idea es que los libros que pertenecen a la Colección Cuentos sean elegidos por lxs tres, Santiago, Federico y yo. Federico también hizo junto a Santiago la selección de los mejores cuentos de Deborah Eisenberg: Relatos y La venganza de los dinosaurios.  

En realidad, siempre estamos hablando de libros, por ejemplo Eisenberg y Beattie son dos autoras que Federico siempre nombraba antes de que existiera Chai.  

  

 ¿Cómo nació la editorial? ¿Cuál es su prehistoria? 

 

Santiago y yo siempre leímos mucho y la literatura siempre tuvo un lugar muy importante en nuestras vidas. Sin embargo, nos formamos en otras cosas, él el psicoanalista y yo soy ingeniera industrial y psicóloga, y trabajábamos en ámbitos que no tenían nada que ver con la literatura. Cuando nos mudamos a las sierras de Córdoba surgió de manera muy natural la idea de armar una editorial dedicada a la traducción de narrativa contemporánea. Hablamos con editorxs y con amigxs del mundo del libro. Empezamos a trabajar, yo un poco siento que fuimos aprendiendo a hacer libros haciéndolos.  

 

 ¿Cuáles fueron sus primeros títulos y cómo diseñaron el camino? 

 

Los primeros títulos fueron Ocho de Amy Fusselman y Un hombre con suerte de Jamel Brinkley, de la Colección Cuentos. Son dos libros muy representativos de catálogo porque son autorxs contemporáneos que además escriben sobre la sensibilidad contemporánea. La idea siempre es que sean libros que nos den muchas ganas de leer, que nos entusiasmen mucho. Santiago, sobre todo, lee muchos manuscritos, descarta un montón, hay muchas cosas que están muy buenas pero intentamos que todos los libros de Chai tengan una singularidad, que de alguna manera aporten algo distintos a la escena narrativa.  

 

¿Qué pueden contarnos del diseño de portadas, de la colección como objetos libro? 

 

Desde el principio nos pareció que el diseño era fundamental. Por un lado, porque creemos que hoy el libro compite con muchos estímulos y que tratar de generar un objeto con una estética particular aporta a la experiencia de lectura. Además seguimos un poco lo que a veces llaman el modelo europeo de portadas, es decir que cualquier persona note rápidamente que es un libro de Chai más allá de las diferencias puntuales de cada título. Esto quizá contribuyó a armar una identidad como editorial lo que ayudó mucho porque en general nosotrxs publicamos autorxs que la gente no conoce. Apuntamos a que lxs lectorxs busquen los libros de Chai porque confían en el catálogo en general. Por suerte de a poco fue pasando.  

 

Al diseño de identidad lo hicieron Vicky Lamas y Joaquín Burgariotti.  


 

"La biblioteca que nos gustaría tener en casa", dicen de su catálogo; ¿cómo es esta relación, como editores, entre el catálogo y su gusto personal?  

La verdad es que siempre pensamos que los libros que publicamos nos tienen que gustar muchísimo. De alguna manera, eso generó algún tipo de coherencia en todo el catálogo que quizá es difícil de precisar porque justamente tiene que ver con nuestros gustos. De todas formas, la identidad del catálogo se fue haciendo cada vez más fuerte y de alguna manera tomó vida propia. A veces hay cosas que nos gustan pero que creemos que no son para Chai.  

 

 ¿Qué idea de lector tiene Chai? ¿Qué tipo de lectores les interesa encontrar con sus libros? 

 

Es difícil especificar un tipo de lector. En principio personas a las que les guste leer y a las que les interese descubrir nuevas voces narrativas.  

 

¿Cómo se piensan en el ecosistema del libro independiente argentino y latinoamericano?  

 

Para nosotrxs fue una sorpresa encontrarnos con tantos lectorxs, tanto en Argentina como en Latinoamérica. Valoramos mucho la cantidad de editoriales independientes que hay puntualmente en Argentina y la diversidad que se puede encontrar en las publicaciones. Es muy lindo ver, por ejemplo en la FED, cómo conviven propuestas editoriales tan diferentes entre sí en todo sentido y cómo cada una de estas propuestas tiene un público al que le interesa.  

 

¿Qué expectativas tienen ante el 2024? ¿Qué pueden decirnos del valor de la ley de precio único del libro? 

 

Creemos justamente que esta diversidad está en riesgo si desaparece la ley del precio único del libro. Esto no solo impactaría en las editoriales independientes sino también en las librerías de barrio y en el tipo de libros que se ofrecerían en las grandes cadenas. Hay personas que lo explican mucho mejor que yo, pero creemos que la desaparición de esta ley sería algo muy triste para el ecosistema del libro independiente y también para lxs lectorxs que buscan variedad en lo que se ofrece para leer. Creo que la literatura no puede pensarse en términos exclusivamente de mercado porque muchas voces quedarían totalmente excluidas. 

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