El producto fue agregado correctamente
Blog > Librería > Cuando la pluma vuela
Librería

Cuando la pluma vuela

La representación de las aves en la literatura

De Wordsworth a Samanta Schweblin, pasando por Edgar Allan Poe, Leopoldo Lugones, J.A. Baker y Emily Dickinson, un recorrido de la mano de Gonzalo León. Borges y el cargo de inspector de aves y la visita de Margaret Atwood a Argentina para observar pájaros: viaje sobre las alas que cruzaron los versos y las historias de la literatura.

Por Gonzalo León.

 

A partir del siglo XIX –aunque también antes– la representación de las aves en la literatura es algo que se puede ver claramente. Algunos dicen que se debió a los lake poets, que salían a contemplar la naturaleza como modo de inspiración para sus poemas. Es decir el romanticismo como movimiento estético heredero de la Revolución Francesa, aunque en el plano individual, fue determinante, ya que desde ese momento se puede rastrear más nítidamente esta presencia, o al menos de forma continua y constante. Wordsworth, por ejemplo, en "Aves acuáticas" escribió: “Ved cómo los plumosos habitantes del agua, /con tal gracia al moverse, que apenas se diría /inferior a la angélica, prolongan /su curioso placer. Describen en el aire /(y a veces con volar osado, que se cierne /hasta las mismas cumbres), /un círculo más amplio que el lago…”.

El crítico estadounidense Harold Bloom en su ensayo La compañía visionaria: Woordsworth, Coleridge y Keats señala que el amor a la naturaleza del primero de estos poetas “lo condujo hacia el amor al Hombre; el amor al Hombre, a la fe revolucionaria en el Hombre; y la imposibilidad de esa fe, a este abismo antinatural”. Este crítico, entre otras cuestiones, intenta determinar el papel de la naturaleza y la Revolución Francesa en la poesía de esos tres poetas. Se trata de fijar una conciencia individual a través de poemas que trabajan con la memoria. O, como el mismo Bloom apunta: “No recordará para siempre aquello que su alma sintió en los distintos encuentros con la naturaleza”. De ahí que una forma de recordar la experiencia espiritual de estar en contacto con la naturaleza sea a través de la escritura de poemas. No está de más señalar que esa naturaleza era pródiga en lagos, cielos, ríos, lluvias, animales y aves.

Samuel Taylor Coleridge tiene un poema sobre aves llamado "El ruiseñor": “Hasta que la luna /emergiendo, despierte tierra y cielo /al mismo tiempo, y los pájaros alerta /estallen en un coro de juglares”. Para Bloom los ruiseñores expresan “la música lunar del amor”. También tiene su ruiseñor Keats, de hecho es un poema más famoso que el de Coleridge. Borges en Otras inquisiciones dio una opinión muy esclarecedora sobre él, porque repasa el problema planteado en una estrofa donde hay dos ruiseñores y el significado de esto. Para ello vuelve a lo dicho por cinco críticos sobre el problema; de todos salva a una sola, porque según él la clave está en la metafísica de Schöpenhauer, que fue publicada con posterioridad al poema, pero como la poesía se adelanta a la filosofía y a todo en general puede afirmarse que la explicación está en este filósofo alemán: “Preguntémonos con sinceridad si la golondrina de este verano es otra que la del primero y si realmente entre las dos el milagro de sacar algo de la nada ha ocurrido millones de veces para ser burlado otras tantas por la aniquilación absoluta. Quien me oiga asegurar que este gato que está jugando ahí es el mismo que brincaba y que traveseaba en este lugar hace trescientos años pensará de mí lo que quiera, pero locura más extraña es imaginar que fundamentalmente es otro”. Borges deduce que ambos ruiseñores son en el fondo el mismo, que el problema es la diferencia entre individuo y especie.

Edgar Allan Poe siguió la senda de estos poetas románticos. Su célebre poema narrativo "El cuervo" fue publicado por primera vez en 1845. Aquí hay un sujeto en su casa, cuando a la medianoche escucha que alguien quiere entrar a su habitación; el sujeto, que había sufrido la pérdida de Leonora, abre y primero no pasa nada, pero luego entra un cuervo y se posa en un busto de Palas. El sujeto le habla al cuervo y le pide su nombre, a lo que éste responde: “Nunca Más”. La presencia de lo sobrenatural, de un ángel o de un demonio, se instala rápidamente así como el diálogo con ello. En la traducción de Julio Cortázar se puede leer lo siguiente: “¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica! /¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! /¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, /ese Dios que adoramos tú y yo, /dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén /tendrá en sus brazos a una santa doncella /llamada por los ángeles Leonora, /tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen /llamada por los ángeles Leonora!”. Aquí queda claro el efecto de espiritualidad que invocan los pájaros, ya sea para el bien o para el mal.

La literatura en lengua inglesa del siglo XIX parece especialmente proclive a representar las aves, y esto puede tener su explicación en Shakespeare, quien en sus obras usó varias veces a pájaros: un búho como presagio o mal agüero en Macbeth, la alondra o el ruiseñor como motivo de discusión en Romeo y Julieta, o como símbolo de locura en Hamlet. Después de Shakespare no sólo los poetas antes mencionados trabajaron las aves literariamente, sino también Emily Dickinson y Walt Whitman. Borges escribió que la literatura actual sería “inconcebible sin Whitman y sin Poe”, a lo que habría que agregar a Dickinson, especialmente propensa a poner en sus poemas aves e insectos voladores (abejas, polillas), como si lo suyo fuera la elevación en el amplio sentido, porque lo espiritual en ella está incluido lo artístico: escribir poesía a partir de la observación de la naturaleza. Es como si estuviera consciente de eso, y de ahí que hay profundas reflexiones en algunos de sus poemas: “’La Naturaleza’ es lo que Oímos – /el Tordo – la Mar – /Trueno – el Grillo – /No – la Naturaleza es Armonía –“.

Curiosamente a Dickinson no le gustaba la poesía de Whitman. Otro autor que no gustaba de su poesía era Henry James, que lo maltrató en una crítica que hizo a Redobles de tambor (1865). Pero precisamente en este libro hay un poema donde se aprecia el elemento ornitológico del que venimos hablando: “Partiendo de Paumanok, vuelo como un pájaro, /por aquí y por allá, hasta remontar, cantar la idea de todo; /entregándome al norte, para cantar allí canciones árticas, /A Canadá, hasta que absorba Canadá en mí mismo…”. Luego el poema continúa hasta que toda esa elevación o sobrevuelo es “para cantar primero (hasta el redoble de tambor de guerra, si fuera preciso) /La idea de todo, del mundo occidental, uno e inseparable, /Y luego la canción de cada miembro de estos Estados”. Whitman dota al ave que aparece vía comparación como el que canta la gran tragedia estadounidense: la guerra de Secesión. Henry James, pese a criticar mal este libro, rescató lo siguiente: “Puede ser tosca, puede ser macabra, puede ser torpe –así presuponemos que es el argumento del autor–, pero es sincera, es sublime, apela al alma del hombre, es la voz de un pueblo”. Sin embargo, James le reprocha sentido común: la guerra en tanto tragedia para Estados Unidos no es para andar cantándola; es más, le parece de mal gusto.

Pero el siglo XX también supo representar a las aves en la literatura. En los años 60 el escritor inglés J.A. Baker lo hizo en su novela El peregrino, que tradujo al castellano Marcelo Cohen. El mismo Cohen explicó en Un año sin primavera de lo que trataba este libro: “Es un clásico moderno de la literatura de la naturaleza: para abreviar el diario de la observación amorosa y el seguimiento del halcón peregrino –el ave más rápida y una de las especie más difundidas del mundo– durante el otoño y el invierno en una comarca de Essex”. Según Cohen, Baker no tuvo temor de dejarse llevar por “un romanticismo sublime” y advierte que está escrito en “un lenguaje de naturalista rústico”. Lo interesante de este libro es que su autor efectivamente observó a una pareja de halcones entre 1962 y 1963 (la novela es de 1967). Para dar una idea, en una parte escribe: “Con una sacudida el peregrino se desprendió de una distante bobina de pájaros y subió al cielo matutino. Vino hacia el sur, batiendo las alas o planeando en la primera corriente cálida del día, dibujando ochos en curvas alternadas a derecha e izquierda”. Baker vuelve a los lake poets, pero le da actualidad a lo que podríamos llamar en este punto una tradición. En El peregrino no está el significado espiritual de las aves, sino la observación: se coloca delante de cualquier significado, y eso es lo que inquieta: ¿Qué hace un hombre perdiendo el tiempo en esto?

La literatura en lengua castellana también ha representado a las aves. Leopoldo Lugones escribió de varias aves: la perdiz, el federal, la tijereta, la lechuza y el carpintero, todos estos son los títulos de sus poemas. En "La lechuza" se lee: “Evocando tristes cruces, /y cosas de sepultura, /prende ante la cueva oscura /su linterna de dos luces”. Oliverio Girondo en su libro Espantapájaros señala que no le perdona a una mujer que no sepa volar, aquí se trata de la cualidad de un ave trasladada vía metáfora a la de una mujer: “¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo /y sus miradas de pronóstico reservado? /¡María Luisa era una verdadera pluma! /Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, /volaba del comedor a la despensa. /Volando me preparaba el baño, la camisa. /Volando realizaba sus compras, sus quehaceres”. El vuelo entonces no es elevarse espiritualmente sino volar, el sentido de vivir, con pasión, con intensidad.

Borges no podía quedar fuera de esta representación, aunque lo suyo va por el lado de lo anécdota o la síntesis máxima de una narración. Se ha vuelto un lugar común contar que, cuando asumió el gobierno peronista de Perón, Borges fue desplazado de su cargo en la Biblioteca Miguel Cané y nombrado inspector de aves. Algunos, de hecho, han llegado a afirmar que fue inspector de aves y ejerció tal cargo. La verdad es menos interesante (como todo en Borges), ya que efectivamente fue desplazado de su cargo y el intendente de Buenos Aires sugirió trasladarlo como inspector de mercados de aves y huevos, pero Borges entendió el mensaje y sencillamente abandonó la biblioteca. Sin embargo, hace dos años Lucas Nine publicó una ficción-historieta basada en lo que hubiera hecho o vivido Borges en ese empleo bajo el título Borges, inspector de aves.

El escritor que sí escribe de un ave en una novela es Sergio Bizzio en Borgestein. Se trata de un psiquiatra que ha sido atacado por un paciente de nombre Borgestein y que decide huir de la civilización e internarse en un pequeño pueblo cercano a un bosque. El psiquiatra apenas llega se encuentra con una pareja de loros que merodean por la casa donde se va a quedar, uno de los loros, observa el profesional, se droga metiendo la pata en el enchufe. La misión que cumplen en el relato estas aves es la de comicidad, extrañeza y ternura.

Otros narradores que han escrito de aves han sido Germán García y Samanta Schweblin. El primero en la novela Cancha rayada, donde el pájaro aparece cuando una profesora está por explicarle a sus alumnos lo que fue el desastre militar de la batalla de Cancha Rayada en los albores de la patria, y justo en el momento en que va abordar el asunto un pájaro se le mete en la boca y no le puede explicar a los alumnos el asunto. En concordancia con el texto de García está el cuento "Pájaros en la boca" de Schweblin, incluido en el libro homónimo, donde una niña de padres separados come pájaros vivos. Cuando la niña pasa un día con el padre, éste más que detener lo que se ha convertido en un hábito sólo le remarca a la hija que está comiendo pájaros vivos. Como ve que ella no va a cambiar de actitud llama a su mujer, busca en internet, pero nunca habla directamente con su hija, como si la solución del problema excediera a ambos. En ambos textos, sin embargo, el pájaro o el ave está en el plano de no decir y en el plano de lo no dicho. Es como llevar la expresión “cerrar el pico” a la literalidad.

En este punto resulta obvio que hay muchos autores más que han representado a las aves literariamente: Pablo Neruda, Jonathan Franzen. Y en los últimos años lo han hecho los poetas como Eric Schierloh en Cuaderno de ornitología, Eleonora González Capria en su poema "Otro pan", el chileno Diego Alfaro Palma en Tordo y la canadiense y varias veces candidata al Premio Nobel Margaret Atwood, quien estuvo en la Argentina hace diez años para un Congreso Mundial de Conservación de Aves de Birdlife International, donde ella y su marido son presidentes honorarios del Club de Aves Raras de la asociación. No sé por qué creo que si Borges hubiera tomado el cargo de inspector de aves, Atwood tendría mayor afinidad con Argentina.

 

Artículos relacionados

Jueves 04 de febrero de 2016
El mundo entre las manos
Una nota para leer con lápiz y papel: anticipamos las novedades editoriales para el 2016. Casi 40 editoriales presentan más de 200 títulos.
Para armar la whishlist
Jueves 16 de junio de 2016
Un podio perfecto
El último libro de cuentos del cordobés Federico Falco arrasó con el ranking, acompañado por Eduardo Sacheri y las invencibles clases de Hebe Uhart.
Los más vendidos
Lunes 21 de marzo de 2016
Levrero iluminado

La novela luminosa, de Mario Levrero (Mondadori), fue el libro más llevado de la semana pasada, junto con Vivir entre lenguas, de Sylvia Molloy.

Los 10 libros más llevados
Martes 22 de marzo de 2016
Juego de velocidades

“Pienso en la belleza como algo que necesitamos urgentemente y me encargo de buscarla en lugares donde creo que no se la había encontrado”, responde el chileno Enrique Winter en esta entrevista sobre Las bolsas de basura, su primera novela, y sobre la escritura en general.

Entrevista a Enrique Winter

Viernes 25 de marzo de 2016
El mal de la moral

La nueva novela de Martín Kohan, Fuera de lugar (Anagrama), tiene a la pornografía infantil como tema central. “Me interesa cómo la perversión mana del moralismo”, dice.

Entrevista a Martín Kohan
Lunes 28 de marzo de 2016
Mariasch y las contradicciones

El libro más llevado de la semana que pasó fue Estamos unidas, de Marina Mariasch (Mansalva).

Los 10 más llevados
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar