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Entrevistas

Liliana Ancalao: “Soy una artista, no me queda más que fluir”

Matías Moyano/ Filba

Una de las voces más reconocidas de la poesía mapuche contemporánea en esta entrevista sobre sus procesos de composición y estudio del mapuzungun, tras su paso por el Filba.



Por Valeria Tentoni.Fotos de Matías Moyano (Filba).



Nacida en Comodoro Rivadavia en 1961, poeta, Liliana Ancalao es una de las voces más reconocidas de la poesía mapuche contemporánea. Sus orígenes en Puel Mapu Wall Mapu se remontan “al tiempo en que mis tatarabuelos cruzaban la cordillera como si fuera un puente, sin los límites impuestos por los estados de Argentina y Chile”. Ancalao pertenece a la comunidad mapuche Ñamkulawen y es aprendiz de su idioma materno mapuzungun. 

Profesora y docente secundaria, se graduó en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Actualmente es parte de un grupo de investigación universitario e integra los colectivos culturales Peces del desierto y Trovadores patagónicos. Como parte de la comunidad Ñamkulawen, promueve actividades de fortalecimiento cultural y experiencias de educación mapuche. 

Entre sus libros de poesía publicados se encuentran Tejido con lana cruda (2001), Mujeres a la intemperie-pu zomo wekuntu mew (2009) y Rokiñ, provisiones para el viaje (2020), además del libro de ensayos Resuello-neyen (2018). 

En 2002 obtuvo el Premio a la Trayectoria 2022 en la categoría Patrimonio por el Fondo Nacional de las Arte y fue la Poeta homenajeada en el marco del VII Encuentro de Literaturas en Lenguas Originarias de América, Feria Internacional del libro Guadalajara. Su obra ha sido incluida en numerosas antologías literarias de pueblos originarios, de escritores de la región patagónica y de escritores argentinos. Además, ha sido traducida a los idiomas inglés, francés, italiano, portugués y alemán.



¿Cómo comenzaste a leer y a escribir poesía?  

En la escuela, los días viernes, nos repartían una poesía mimeografiada en papel, que debíamos pegar en el cuaderno y traer memorizada y recitarla, de a uno por vez, parados al lado del banco, el día lunes. Me gustaba esa tarea. Me gustaba escribir redacciones. Me gustaba leer historias. Con la memorización y el recitado en voz alta debo haber internalizado el ritmo (tal vez) de la poesía. Pero tengo cierta certeza de que fue a través de los poetas del rock "nacional" y los poetas del nuevo cancionero latinoamericano como me llegó la poesía. Entonces, empecé a escuchar y a cantar poesía. Por un lado, metáforas surrealistas, y por el otro, un discurso de preocupación por el otro. Mis primeros poemas, con cierta elaboración estética, fueron poemas de amor. De amor no correspondido, obviamente. Me impulsó la necesidad de desahogo. Que algo bello quedara de ese dolor. Pero no recuerdo haber sentido un consuelo en ese acto. 

¿Recordás los primeros libros que tuviste en tu biblioteca, qué idea seguiste en aquél primer impulso?  

No teníamos biblioteca en mi casa. Una vez mis padres compraron una colección (eran más de veinte libros y estaban numerados) llamada "El mundo de los niños", cada libro contenía distintos temas. Uno era de mitos griegos, ése me encantaba, otro de historias bíblicas, ése tenía ilustraciones perturbadoras, pero me gustaban los relatos. 

“Yo nací sin saber quién era”, escribiste. ¿Cuándo descubriste que tu identidad era algo a lo que ibas a tener que hacer el trabajo de acercarte? ¿Cómo descubriste que la poesía podía ser tu aliada para hacerlo?  

En los años 80 comencé a estudiar la carrera de Letras. Casi al mismo tiempo, mi origen tuvo la precisión del nombre de un pueblo: mapuche. No accedí en ese momento una bibliografía crítica sobre el tema. Algún diccionario del mapuzugun, publicaciones antropológicas en las que no encontraba lo que buscaba (aunque tampoco sabía qué andaba buscando). Anotaba las palabras en mapuzugun que mi mamá recordaba. Leía "leyendas y mitos" que publicaban en suplementos de diarios, algunos investigadores. La posibilidad de traducir al mapuzugun mi poesía fue lo que me impulsó a continuar mi búsqueda. Conocimiento y lengua materna van juntos. Aprender mapuzugun es saber más de mi cultura. La poesía es mi aliada en el momento de dar cuenta de mis descubrimientos, de mis deslumbramientos. 

Muchos de tus libros son bilingües, entonces. ¿Qué podés decir de la experiencia de lectura y escritura en dos versiones?  

Soy una estudiante feliz en los espacios virtuales en que me encuentro con kimelfes/enseñantes de mi lengua. La poesía es una intermediaria entre las dos lenguas/culturas, en algunos casos se da una fusión de conocimientos, en otros casos es como si una versión fuera por un lado y la otra por otro. No todo es traducible. 

Ciudad, campo, mundo espiritual, todo se mezcla en tus poemas: ¿qué podés decirnos acerca de la desobediencia a los estereotipos?  

Soy una artista, no me queda más que fluir. Me he tenido que acomodar a algunos mandatos para sobrevivir: trabajar para tener un sueldo, por ejemplo. En la poesía la única restricción (y qué difícil) es que sea poesía. Salir del estereotipo es un modo de hacer docencia, mostrar cuán diversos somos, cuántas posibilidades de ser tenemos, cómo seguimos siendo mapuches en la contemporaneidad.

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