_{Por Lala Toutonian.}

Difíciles son las categorizaciones a la hora de separar por género y más aún por subgénero. Dentro de la categoría “libros de música”, encontramos narrativas de rock, jazz, clásica, etcétera; si seguimos abriendo las muñecas de la gran matrioshka de letras nos toparemos con biografías de músicos y grupos, autobiografías, ensayos estilísticos, compilados de entrevistas, crónicas y anecdotarios. Lo cierto es que al lector le interesa y la industria editorial ahí está para satisfacer inquietudes.

La música, como parte formativa del arte, conlleva implícita una reflexión sobre su naturaleza. Músicos y melómanos se pierden entre las notas y ritmos y beats de las canciones. Y claro que hay un valor ético en ella. El rock, por ejemplo, como todo componente cultural, tiene fecha de expiración. Esto es: el arte permanece, trasciende los tiempos; como objeto identitario, dejará lugar a otros nuevos. Quedan los discos como prueba del fuego compositivo y los temas que sacudieron cabezas, además de los libros que cuentan su propia arqueología. De ahí el boom editorial, ese apuro por narrar, en primera persona si es posible, cómo se vive el rock. Y qué mejor que los periodistas especializados y/o los mismos músicos para contarlo.

Quizá sea Corazones en llamas (reeditado por Aguilar en 2016) el primer libro local de rock. Ahí, Laura Ramos y Cynthia Lejbowicz recrean con particular prosa la escena musical de rock en Argentina en la década del 80, subjetivamente, involucradas en el recambio cultural. “Mucha chica entró al rock por las columnas de Laura Ramos en Sí de Clarín”, dice Nacho Iraola, director editorial de Planeta. Poca intención más efectiva: de la lectura a la escritura, el boomerang acción-reacción. Así como la novela negra supo abrirse paso en el mundo de las letras y sacudir las malas intenciones de literatura de segunda, el libro de rock ocupa hoy un lugar importante en librerías y bibliotecas gracias, también, a las destacadas firmas que los preceden. Algunas ediciones locales: Caja Negra publicó Resonancia Siniestra y Océanos de sonido de David Toop, dos trabajos de investigación tan profundos que una vez inmerso, el lector no querrá volver a la superficie; Marcelo Moura cuenta su propia experiencia en Virus (Planeta), el pianista James Rhodes describe con crudeza su derrotero entre las violaciones sufridas de niño y su lugar en la música en Instrumental (Blackie Books) o Las 80 Preguntas a Miguel Grinberg (El Gourmet Musical) y Luca de Oscar Jalil (Planeta) son buenos ejemplos. O Touching from a Distance de Deborah Curtis (Dobra Robota) que habla de su marido Ian Curtis, su banda Joy Division y cómo lo encontró tras su suicidio.

Libros como Cemento: El Semillero del Rock de Nicolás Igarzábal (El Gourmet Musical), Punk: La muerte joven de Juan Carlos Kreimer (reeditado por Planeta) o Room Service de Sergio Marchi (Planeta) dan cuenta de la curiosidad por un tiempo en términos sociológicos y los protagonistas de una escena son buen motor de arranque, verdaderos libros de consulta. Dice Iraola que Pappo: El hombre suburbano de Marchi fue la patada inaugural y es, por clara diferencia con el resto, el libro más vendido de rock llegando a las 20.000 unidades. El periodista especializado suma además la biografía de Charly García: No digas nada (Sudamericana), El Rock perdido, Beatlend, Roger Waters, El cerebro de Pink Floyd y más títulos. Anecdotarios como Arrogante rock: Conversaciones con Babasónicos (Planeta) del periodista especializado y docente Roque Casciero y Cómo entrevistar a una estrella de rock (Jus) de Fernando García o Rec & Roll (Aguilar) del ingeniero de sonido Mario Breuer donde se despacha con las historias de grabación de los discos más emblemáticos, Más allá del bien y del Punk de Kreimer y Pil (Planeta), son lecturas para devorar en una tarde. Diferente, el periodista y poeta Ezequiel Ábalos, de manera independiente, repasó la historia toda en Rock de Acá 1, que comprende el período entre 1960 y 1970, Rock de Acá 2 (70/76) y el 3 (76/80) con precisas entrevistas a los protagonistas de la escena. Escritos sobre el Punk (Paidós), un clásico de Greil Marcus, resulta el ensayo definitivo sobre el género por la introspección y el valor de la crítica cultural.

El libro de rock es para: “Nostálgico de 35 para arriba. Tenés independencia económica, sabés qué querés leer, es generacional. Nunca creímos que la colección crecería tanto. Ahora somos más selectivos, este segmento editorial se abrió mucho”, sigue Iraola. ¿Puede coincidir el lector de literatura con el fan? “Puede”, asegura el editor. “Hay interés por una época. Hay viajes, mujeres, historias. Por ejemplo, el libro de Willy Crook es increíble, él es una cabeza muy rápida. La amplitud del rango etario es enorme. Mariano Valerio (editor en Planeta) es un gran curador, sabe de dónde vienen todos. Pero hay que diferenciar la nota meramente periodística, larga, del libro”.

Biografías hay y muchas, casi saturan el mercado. Las oficiales y autorizadas generan una credibilidad más destacada pero las de pluma propia ganan: “Cuando el Indio Solari publique sus memorias, eso será lo definitivo”, aclara Juan Boido, director editorial de Random House. La editorial sacó Escenas del delito americano, una historieta con dibujos de Serafín, el artista que recrea la novela distópica que el Indio aún sigue escribiendo. El periodista José Bellas, quien fuera editor del mítico Sí!, nos ha legado sus 100 veces Charly (Ediciones B), además de 100 veces Pappo y 100 veces Redondos junto a Fernando García, mientras que Marcelo Fernández Bitar hizo lo propio con Soda Stereo: La biografía total y prácticamente un diccionario con 50 Años de rock en Argentina (Sudamericana). También en la misma editorial debuta como escritor el músico Fernando Samalea con sus Mientras otros duermen y Qué es un long play, memorias emotivas con altas dosis de humor.

El Gourmet Musical se destaca por sus ediciones más académicas (tiene varias tesis de musicólogos vueltas libros). Su director, Leandro Donozo, dice: “Me interesa toda la música, no solo la que me gusta. Me dedico al estudio y a la investigación de la música como género”. Donozo mismo ha escrito un diccionario bibliográfico, así de indagador resulta. “Hay una primera lectura de entretenimiento, de curiosidad. Y claro que había prejuicios con los libros de música pero trabajamos para que eso deje de existir”, remata. En Spinetta: Mito y Mitología, de Mara Favoretto, podemos encontrar hasta críticas negativas sobre el músico. El Gourmet se despega de la biografía tradicional y arremete con títulos como Fábricas de Músicas de Marina Cañardo, que recorre los comienzos de la industria discográfica en la Argentina en el período que comprenden los años 1919 al 30, Yo no estoy aquí de Pipo Lernoud, o el fascinante En contra de la música del peruano Julio Mendívil.

¿Más historias de vida? Malpaso tiene ediciones en tapa dura a las que difícilmente pueda uno resistirse, además del tenor de los artistas elegidos: A todo riesgo de Chrissie Hynde, la mujer al frente de Pretenders que supo desafiar a quien se le enfrentara; Crónicas, del Nobel de Literatura Bob Dylan, Música Infiel de Elvis Costello quien deja en claro que no solo es un amplísimo compositor sino un destacado escritor. Pete Townshend aclara Who I am, con una altura digna del Englishman o Commando, la autobiografía de Johnny Ramone, constituyen esos escritos deliciosos. Por su lado, Caja Negra cuenta con verdaderas exploraciones trabajadas hasta el último detalle como Disco: La historia secreta del disco de Peter Schapiro, periodista especializado en música negra, o Postpunk: Romper todo y empezar de nuevo, Retromanía, Después del rock y Como un golpe de rayo, del periodista e historiador inglés Simon Reynolds.

Entre tanta variedad que, como vemos, sigue abriendo espacios y llenando huecos editoriales, los libros de músicas llegaron para imponerse. Prevalecerán los más cuidados, los que formen a nuevos interesados, que logren saciar la inquietud intelectual de verdaderos rockólogos. “Estamos frente a las exequias del rock”, dijo Pil, la voz de Violadores, hace muy poco cuando presentaba su libro. “El rock es casi un elemento conservador”, aseguró Reynolds; entonces es hoy el momento de dejar plasmado qué es, qué fue, para poder hacer frente a lo que se viene.

Que sea rock.