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Presentaron proyecto de ley para la creación del Instituto Nacional del Libro Argentino

Ayer, en el anexo de la Cámara de Diputados

Bajo la consigna "con libros hay futuro", ayer se presentó en el Anexo de la Cámara de Diputados argentina un proyecto de ley con la participación de escritores y editores y moderación de Alejandro Dujovne. "La industria editorial atraviesa una de sus peores crisis y en este contexto creo que el proyecto no es un mero gesto político", subraya Selva Almada.

Por Valeria Tentoni.

 

"La industria del libro es una de las industrias culturales más emblemáticas de nuestro país y una de las que más empleos moviliza, con mayor valor agregado, y que más riqueza material y simbólica genera. Resulta paradójico que hasta hoy no haya sido objeto de una política pública estratégica de largo plazo como sí cuentan otros ámbitos de la cultura en nuestro país, tales como el cine, la música o el teatro. Esta deuda con el sector ha redundado en el repliegue sostenido del libro argentino en el ámbito de la lengua castellana", se leía ayer en la página donde se reunían firmas para apoyar el proyecto de ley para la creación de un Instituto Nacional del Libro Argentino (para leer el proyecto completo, aquí un link). En el Anexo de la Cámara de Diputados, y con moderación de Alejandro Dujovne, escritores y editores como Daniel Divinsky y Claudia Piñeiro expusieron al respecto del proyecto impulsado por Daniel Filmus.

Ana María Shua, una de las escritoras firmantes, lo explicaba en su cuenta de Facebook: "Así como hay un Instituto del Cine y un Instituto de Música, que están funcionando muy bien y que hicieron mucho por la actividad que representan, necesitamos un Instituto del Libro, que sirva para asegurar la circulación y el acceso a los libros, mejorar la situación de los creadores y también para apoyar y estimular nuestra industria editorial. A todos nos gustaría que la Argentina volviera a ser el gran exportador de libros en español que fue en los 60, hoy está en cuarto lugar, después de España, México y Colombia. En los países que lograron avanzar en ese sentido, el estado estuvo muy presente, colaborando con la industria privada".

Selva Almada es otra de las escritoras que apoyaron este proyecto: "La creación de un Instituto Nacional del Libro no es sólo importantísima, es fundamental para quienes somos escritores y para el resto de la cadena de producción del libro (editores y libreros) y también para lxs lectores. Hasta resulta increíble que el INLA no sea un hecho desde hace años, como lo son el Instituto del Cine, el del Teatro y el más reciente que es el INAMU. Quizá el contexto político no sea el más favorable: la gestión de Macri no sólo no ha hecho nada en políticas públicas en relación al libro y la lectura, sino que recortó el presupuesto y desarmó programas que venían funcionando muy bien, sin ir más lejos la compra y distribución de libros por parte de la CONABIP o el Programa Libros y Casas; y degradó a secretaría al ministerio de cultura. Estos pocos ejemplos bastan para darnos una idea de qué poco les importa el libro. Sin embargo, el proyecto entra avalado por todos los bloques y eso es muy importante. La industria editorial atraviesa una de sus peores crisis y en este contexto creo que el proyecto no es un mero gesto político, es una decisión, una postura firme frente a las intenciones de desmantelar el universo de los libros y la lectura", explicó vía correo electrónico.

"Favorecer el acceso democrático, igualitario y federal al libro en sus distintas expresiones y fomentar la diversidad editorial en todo el territorio nacional", se propone desde el tercer artículo. Este es uno de los puntos fuertes, según la autora entrerriana: "Yo crecí en una provincia y viajo mucho a ferias de las distintas provincias: hay ciudades donde no hay una sola librería; entonces cómo podemos hablar de un acceso igualitario a los libros? Por suerte en los últimos años ha ido creciendo el número de proyectos editoriales en las provincias, pero esos proyectos no tienen el mismo apoyo ni la misma difusión que otros similares de aquí de Buenos Aires... ¿y qué pasa con les autores que publican en esas editoriales del interior? Tampoco tienen la misma circulación que otres que publican en Buenos Aires. Un instituto que impulse esos proyectos, que estimule la circulación de esos libros, me parece genial. Cuando decidí ser escritora no tenía más opción que venir a Buenos Aires: aquí estaba 'la industria'. Si esa industria puede estar en todo el país, pues sería sumamente enriquecedor para todes, autores, librerxs, editores, lectores".

Además, el proyecto incluye incisos sobre la creación de un Fondo Nacional de Fomento del Libro Argentino, la creación de un Observatorio del libro y la lectura, la generación de beneficios en materia impositiva para los distintos sectores de la actividad editorial argentina, colaboraciones con la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), investigación, producción de datos y facilitación de la circulación de libros con la división del territorio nacional en seis regiones culturales, entre otros puntos novedosos.

Víctor Malumián es además de editor uno de los responsables de la Feria de Editores. Entre todos los puntos altos, para él la mayor importancia del proyecto radica en "una política federal que mejore las condiciones de logística, lograr una conexión barata de envío de cajas con libros, en una primera etapa, entre las principales ciudades del país. Esta política ayudará mejorar las condiciones de intercambio entre editoriales y librerías. Reducir costos y generar un intercambio más fluido de las distintas producciones editoriales en todo el país. Por otra parte, me parece fundamental una acción rápida y efectiva en cuanto a la forma en que tributan y cómo se les cobra los servicios a las librerías. No son meros locales más, son espacios de reunión para muchas comunidades, son espacios de encuentro para diversos sectores sociales, entre otras tantas funciones más que cumplen". Consultado acerca de por qué cree que el libro necesita de esta institución, de algún modo protectora, Malumián respondió: "No sé si el mejor término es protectora, hay un montón de rubros que tienen tratamientos especiales, creo que es parte de entender que cada ámbito tiene lógicas distintas. Por solo poner un ejemplo, la red de librerías y producción española está concentrada en un ambíto geográfico menor al de Buenos Aires, con un volumen sensiblemente mayor. Nosotros tenemos un volumen menor mucho más disperso, si realmente nos interesa que los libros lleguen a todas partes necesitamos generar políticas competitivas que ayuden a mejorar esa relación". 

El ya mencionado Alejandro Dujovne es el hombre a quien todos señalan para pensar este tema. Doctor en ciencias sociales e investigador de CONICET, el universo editorial siempre está entre los problemas que le interesan y por ello lo convocaron para la confección de este proyecto: "La idea de retomar la iniciativa de un Instituto Nacional del Libro nace hace un año, cuando Daniel Filmus, en su calidad de presidente de la comisión de cultura de la Cámara de Diputados, me convoca para analizar los problemas que atraviesa el sector del libro desde un punto de vista amplio, y qué clases de acciones se podrían desarrollar desde el Congreso para fortalecer al mundo del libro en su conjunto. Evaluamos distintas alternativas, de mayor y menor envergadura, y decidimos avanzar con la más ambiciosa en cuanto a su alcance y efectos. Es decir, el INLA. Para eso convocamos a Heber Ostroviesky, un colega con quien veníamos estudiando la relación entre Estado y cultura desde hace varios años", nos explica.

El contexto, ni falta hace aclararlo, no es el mejor. Malumián, por caso, dice que las expectativas, "al menos a nivel personal, siempre son muy bajas. Pero por otra parte, ¿cuál es la alternativa? Si existe un proyecto que intenta generar condiciones para que se mejoren varias de las relaciones de producción que le dan vida al libro me parece que vale la pena apoyarlo". Por su parte Dujovne también analiza el panorama: "No es casual que el contexto en el que surge es el de la grave crisis que vive el libro en Argentina, con cierres de imprentas y librerías, despidos en editoriales, demoras en las cadenas de pago, reducción de catálogos, tiradas más cortas, etc. Esa situación puso en primer plano, como no pasaba desde hace mucho tiempo, la pregunta acerca del papel del Estado en la cultura, y especialmente en el mundo del libro. Pero si bien el contexto favoreció esa reflexión y multiplicó la demanda por medidas que amortiguasen los efectos mas nocivos de la crisis, lo cierto es que la necesidad de un instituto de esta naturaleza va más allá de una coyuntura específica. Hay problemas estructurales, de fondo, que se vienen arrastrando hace muchas décadas, y para las cuales no hay una estrategia de largo plazo. El INLA significaría la creación de una instancia dentro del Estado, con representación de los principales eslabones del mercado del libro, cuya función básica sería proponer, diseñar e implementar políticas para el libro, así como coordinar y dar estabilidad a las existentes".

El proyecto, explica Dujovne, asume una perspectiva sistémica del universo editorial: "Esto quiere decir que no solo considera la situación particular de autores, editores, traductores, gráficos, distribuidores, libreros, etc., sino que además entiende que la producción, circulación y comercialización del libro es resultado de las relaciones entre estos, y que lo que afecta a uno de los eslabones tiene consecuencias más o menos directas sobre el resto. Apunta, por lo tanto, a políticas estratégicas que contribuyan a fortalecer al conjunto de la cadena de valor. Hemos conocido períodos mejores y períodos peores en materia de políticas públicas del libro. Tanto en los buenos cono en los malos siempre se dependió de la sensibilidad, buena voluntad y recursos que estaban dispuestos a invertir los responsables del área de cultura. El INLA busca salir de esa situación y dar estabilidad, coherencia, y coordinación a la política del libro, a través de, como ya señalé antes, un ámbito institucionalizado en el marco del Estado, que, además, cuenta con representación de los propios actores del libro".

Si bien la autora de Ladrilleros no estuvo involucrada en la redacción del proyecto, sí participó de una reunión que varios escritores tuvieron con Daniel Filmus: "Me pareció maravillosa su concepción de la lectura como un derecho, del acceso al libro como un derecho de todes les argentines y del libro como un bien social. Creo que el proyecto de ley contempla con mucha profundidad y compromiso estos conceptos. En general, el proyecto es muy completo y contempla todos los frentes de la cadena de creación y producción del libro; se ha realizado en base a proyectos anteriores y a mucha investigación en el tema (Alejandro Dujovne es un experto en el asunto), se estudiaron modelos similares de otros países", cuenta. Y subraya: "No es algo hecho al tun tún, entre gallos y medianoche. Y al mismo tiempo tampoco está completamente cerrado: en el espíritu del proyecto está seguir trabajando y pensando todxs lxs actores juntxs".

"Cada crisis reduce el mercado del libro, disminuye la posibilidad de que escritores y escritoras puedan verse publicados, y que los lectores y lectoras puedan acceder a los libros. En ese sentido, cada nueva crisis pone en riesgo al libro. Pero no es necesaria una caída de las ventas y la producción como la que vivimos para advertir que en las últimas décadas la presencia de los libros argentinos en el exterior fue menguando. O que las asimetrías geográficas nacionales en términos de producción y acceso al libro son muy marcadas. Que hay zonas del país desprovistas ya no de bibliodiversidad, que las hay, sino directamente de librerías. No hablaría por lo tanto de riesgo, sino de empobrecimiento del libro y de la lectura en Argentina. Y el mercado, por sí solo, librado a su propia lógica, no lo puede revertir. Para eso es necesario, políticas activas, inteligentes, estratégicas, como las que podría generar un instituto como el que estamos proponiendo", concluye Dujovne sobre este proyecto que, una vez presentado, pasa a comisiones a la espera de su debate y eventual aprobación.

 

 

 

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