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No Ficción

John Cage sobre lo inexplicable de la música y la cárcel de la sintaxis

Dos cartas del compositor, artista y filósofo estadounidense

"Es necesario que las palabras (ideas) floten y adquieran relaciones particulares entre sí". Tomado de Escribir en el agua (Caja Negra), amplia selección de las cartas escritas por John Cage de 1930 a 1992 con traducción y selección de Gerardo Jorge.

Por John Cage. Traducción de Gerardo Jorge.

 

 

(9 de enero de 1973, 107 Bank Street, Nueva York)

 

Querido Branco Suter:

 

Gracias por tu carta. Me parece que tu pregunta todavía no tiene una respuesta. Sin embargo, el hecho mismo de que la hagas me da ánimo, al ver que tú lo tienes.

Pienso que tu pregunta es esta: si tengo una visión de lo que sería una buena vida, ¿qué debo hacer para hacerla realidad aquí en la tierra? Ahora, para todos los seres humanos, para toda la creación, para los animales, para las plantas, para el medio ambiente total. Ya que voy a dedicar mi vida a este fin, quisiera proceder de manera eficiente, no repetir los pasos ineficaces dados por otros en la misma dirección (que acabaron en que “el mundo no cambió”), sino avanzar sobre nuevos pasos que aún no hayan sido dados.

En cuanto a tu habilidad técnica, mencionas que puedes escribir bien en alemán. Idiomas. Estoy seguro de que los distintos idiomas del mundo actúan como demarcaciones entre los hombres. Intensifican errores pasados. Forman la manera en que los hombres piensan (y actúan). Además, hacen que pensar en un medio ambiente total sea, si no imposible, extremadamente difícil. La dificultad no tiene que ver con el ideal que se tenga (eso es apenas un problema a resolver: p. ej., cómo hacer que el mundo funcione para todo tipo de vida); el obstáculo surge del idioma en sí mismo. Necesitamos un nuevo lenguaje que pueda ser experimentado por todos los seres humanos en forma inmediata y que al mismo tiempo les otorgue a los animales, a las plantas, al aire, al agua y a la tierra un lugar equivalente en la creación. Los ideogramas chinos lo hacían, antiguamente. Necesitamos ideogramas que hagan eso ahora. Si tu técnica es la escritura, te aconsejo que trabajes por un idioma mundial de ese carácter. Supe de un libro publicado en Munich, relacionado con las Olimpíadas de 1972, que va en esta dirección. Si estás al tanto o logras averiguar algo, por favor dime cómo conseguirlo.

Con respecto a la sintaxis, tengo una posición tomada: del mismo modo que con el gobierno, creo que necesitamos liberarnos de ella. Es necesario que las palabras (ideas) floten y adquieran relaciones particulares entre sí solo en las mentes individuales y de manera momentánea (como el juego de la luz del sol a través de los árboles). Una sintaxis fija implica una mentalidad monárquica. Eliminemos la sintaxis. 

Podría continuar, pero no quiero aburrirte. Que este sea el comienzo de una conversación entre nosotros. Si también juegas ajedrez, podríamos continuar esta conversación y además jugar una partida. Cuéntame.

 

P.D. Le estoy enviando una copia de nuestra correspondencia a Norman O. Brown. Podría querer unirse a este intercambio. ¡También juega al ajedrez!

 

 

 

 

(23 de enero de 1979, lugar no indicado)

 

Querida Katherine Aune:

 

Gracias por su carta y por su interés en mi música. He escrito una serie de libros y creo que muchas de sus preguntas quedarían respondidas si los lee. No creo que se deba definir qué es la música. Eso impediría que la música sea lo que tenga que ser. Creo que lo máximo que se puede decir es que tiene que ver con el tiempo y con los sonidos (más que con el espacio y con las imágenes, por ejemplo). Porque si se la define de cualquier otra manera, enseguida aparecerá alguien cuya música esté por fuera de la definición. Las definiciones son como la ley. Y al arte no le interesa la ley; o si le interesa, es para volverse criminal; pero no le interesa. Lo que hace es ayudar a cambiar mentes y espíritus. Llamo “música” a mi música para que la naturaleza de mi revolución sea precisa. Lo que quise fue mostrar la posibilidad de una música hospitalaria con el ruido, y que honrara no solo los ruidos sino también los llamados “sonidos musicales”. Por eso, necesitaba dar ejemplos de música libre de la tonalidad como patrón estructural. He dado muchos. Si le da una mirada a mi artículo “The Future of Music” en una revista llamada Numus West, encontrará estas ideas planteadas –o más bien discutidas– con mayor detalle. Una nueva versión de este texto cerrará mi próximo libro, cuyo título será Empty Word y se publicará esta primavera por la editorial de la Universidad Wesleyan. La noción de que cada sonido en este mundo merece nuestra atención me fue transmitida por un hombre que ya no vive, un cineasta, Oscar von Fischinger. Él decía que todo en este mundo tiene un espíritu que se libera cuando se lo pone a vibrar. Empecé a golpear y frotar, etc., todo lo que se me cruzara. Llegué a colocar cosas dentro del piano, como usted menciona. Más recientemente, valiéndome de micrófonos de contacto, puedo usar materiales vegetales o conchas de caracoles llenas de agua y escucharlas gorgotear. Se podría decir que el planteo de que cada sonido merece atención es una idea budista. Sintiente o no sintiente, todo ser es el Buda, y por lo tanto está en el centro del universo. La tonalidad y otras teorías simplemente le quitan a cada sonido su naturaleza de Buda, poniéndolo en una relación particular con otros pocos sonidos (en el caso de las tríadas, con solo dos), y de este modo los empobrecen a todos. Su pregunta sobre lo que otras personas piensan de mi obra está un poco fuera de lugar. He debi- do continuar más allá de todo. Dice que la clase de composición le resultó difícil porque estaba escribiendo una melodía que tenía en mente y no lograba recordarla el tiempo suficiente para escribirla. Yo no escribo cosas que están en mi cabeza. De hecho, no escucho nada hasta que no es audible fuera de mi cabeza. De esta manera, a veces logro escribir algo que no fue escuchado antes.

Además de escribir música, disfruto especialmente de escribir textos, de cocinar, de recolectar hongos y otras plantas silvestres comestibles, de jugar al ajedrez, de hacer dibujos y aguafuertes. No concibo estas actividades como algo desvinculado de la música, sino como algo que se mueve en la misma dirección. De hecho, no se puede escapar de los sonidos. Siempre hay algo para escuchar.

Por favor, hágale llegar mis saludos más amistosos a Conrad DeJong. Y mis mejores deseos para usted.

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