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Publican cartas de Artaud hasta ahora inéditas en castellano

Correspondencia con Jacques Prevel

"Desconfío ante todo de los poemas bellos y logrados, que por felicidad de las palabras o artificios de la idea han conseguido encerrar algo definitivo en el marco de sus eufonías o de sus decires". Leé algunas de las cartas que el por entonces joven poeta Prevel intercambió con su maestro francés en 1946, tomadas de En compañía de Antonin Artaud (Adriana Hidalgo). 

 

Antonin Artaud a Jacques Prevel

Espalion, 6 de abril de 1946

 

Estimado señor,

No su libro de poemas no me llegó como se lo dije a Arthur Adamov pero el que usted me mandó al mismo tiempo que su carta tampoco me llegó, no se sorprenda. El número de Quatre Vents donde se publicó una carta que había escrito desde Rodez a Henri Parisot tampoco me fue remitido nunca, y el Dr. Ferdière lo tenía sobre su escritorio.

En cuanto a mi libro Cartas desde Rodez editado por Guy Levis Mano, la administración del asilo de Rodez ha pretendido leerlo para juzgar su legalidad antes de AUTORIZAR a Guy Levis Mano a que me envíe siquiera los ejemplares de autor. La administración terminó por concederme la libertad el 19 de marzo último y ya no estoy más en el asilo de Rodez. He advertido a Guy Levis Mano que sigo sin recibir mis ejemplares.

Decirle que estoy seguro de que los dos ejemplares de su libro que no me han llegado han sido seguramente interceptados. Tal vez contienen algo intenso que desde un ángulo cualquiera choca al espíritu de iglesia, de policía, de laboratorio, de sacristía o de anfiteatro de anatomía y pensando que yo reaccionaría al máximo han querido impedir que entrara en contacto con una fuerza de insurrección más. Nada más que el título basta. Las cosas, querido Señor, son el consorcio de canallas que quieren vengarse a toda costa de todo lo que sea reivindicación. Eso no se admite, sólo se trata de dos ejemplares de poemas arrojados al tacho pero hay gente que espera eso y lejos de que esta voluntad de reivindicación se haga de hierro, que sea más manifiesto para hacer intervenir a la policía de los asilos, o de las prisiones, con la policía de los venenos. No estamos en esto por lo que concierne a su libro, sino que hace nueve años que vivo en medio de todo esto. Y en apariencia en efecto todo es calma, calma. No es verdad. ¿Hay todavía mucha gente en París que cuando hablo de magia o de policía me cree atacado de delirio de persecución? El pesa-nervios no fue escrito con facilidad, sino después de una larga experiencia de todo y estoy seguro de que en su libro usted también debe haber recordado una especie de muerte por todo el mundo abofeteado. Le enviaré un ejemplar de las Cartas desde Rodez si finalmente los recibo.

Sinceramente.

Antonin Artaud

 

 

 

 

Jacques Prevel a Antonin Artaud

9 de abril de 1946

 

Querido Señor,

Su carta me ha llenado de alegría, y me apresuro en responderle. Le envío otro ejemplar de mis poemas con la certeza de que ahora le llegará, ya que ha dejado Rodez, lo que igualmente me produce gran placer.

Le agradezco que haya pensado en enviarme su libro Cartas desde Rodez. Espero que ahora haya recibido sus pruebas.

Marthe Robert, a quien vi esta tarde, expresó su entusiasmo por la lectura del manuscrito que usted le hizo llegar y que debe aparecer en la colección de textos publicados por L’Heure Nouvelle. Tengo prisa por conocerlo. Por desgracia Marthe ya no lo tenía: lo dio a dactilografiar. Pero me prometió facilitármelo tan pronto lo reciba de vuelta. En cuanto a mí, acabo de terminar mi segundo libro de poemas, Poèmes pour toute mémoire, que se publicará con un joven editor, sin duda para otoño.

El trabajo ha comenzado desde ahora. Habrá dieciséis nuevos poemas que componen una nueva colección, más los Poèmes mortels que son reeditados, pues habían sido publicados en edición privada.

Mi editor me preguntó si sería posible que usted le dé su próximo manuscrito. Lo anunciaría al mismo tiempo que el mío. Estoy feliz de comunicarle este proyecto, y espero que tenga un manuscrito para presentar. Tal vez en este momento trabaja usted en algo.

Por mi parte trabajo con las mayores dificultades, y mis poemas son el resultado de una larga investigación y una experiencia de muchos años. Siempre tengo la sensación de que no podré escribir nada más.

Espero, estimado Señor, tener muy pronto noticias de usted. Con toda mi amistad.

Jacques Marie Prevel.

 

 

 

Martes 9 de abril

Corrí todo el día para obtener información de precios de tapas, ilustraciones y posibilidad de encontrar papel.

Instalé biblioteca. Escribí a Artaud y a los Cahiers du Sud.

En lo de Marthe a las 10. Me propone las primeras pruebas de su libro sobre Kafka. Las acepto por un paquete de Gauloises.

Jornada de actividad intensa pero habría que escribir, escribir. Es necesario. 1.30 de la mañana.

 

Miércoles mañana del 10 de abril

Me despierto bajo la impresión muy fuerte de un sueño. Subía el bulevar Marítimo en el Havre hacia Sainte-Adresse.9 Se producía primero un estallido de rocas donde había fuego luego finalmente la costa entera estallaba y veía enormes bloques de piedra incandescentes volar en pedazos. Volvía precipitadamente sobre mis pasos para no ser alcanzado por las rocas que rodaban. En mi sueño había una voz que decía: “Son obuses muy antiguos que estallan”.

 

 

 

Antonin Artaud a Jacques Prevel

Carta certificada.

Rodez, 14 de abril de 1946

M. Jacques Prevel,

3bis, rue des Beaux-Arts,

París VIe.

 

Estimado señor,

De nuevo no estoy más en Espalion sino en el asilo de Rodez adonde me han rogado volver el pasado miércoles 10 de abril. Según parece hubo en relación a mí un llamado telefónico de la Prefectura, sin embargo en Espalion yo no conocía más que amigos, pero desde mis aventuras de Dublín en 1937 estoy acostumbrado a todo tipo de ruidos falsos y calumniosos en lo que me concierne.

Cuándo podré finalmente, yo que jamás he buscado camorra por cualquier cosa, y que siempre al contrario intenté facilitar la vida de aquellos que me rodeaban, CUÁNDO PODRÉ FINALMENTE TRABAJAR EN PAZ.

Las Cartas desde Rodez no pueden publicarse todavía. Parece que ocurrió un accidente técnico en la impresión. Pero me han traído aquí el ejemplar de su libro Pecados mortales que había quedado en la secretaría del asilo, y que pude leer.

Este libro me recordó una vieja, muy vieja y antigua historia. ¿Pues le confesaré que nunca leo un poema directamente? Desconfío ante todo de los poemas bellos y logrados, que por felicidad de las palabras o artificios de la idea han conseguido encerrar algo definitivo en el marco de sus eufonías o de sus decires.

Es definitivo pero es corto. El poema de Ronsard, como vemos en la rama el mes de mayo la rosa, no sé si dice muy bien un sentimiento de nada, pero para mí queda que el sentimiento es de nada, con felicidades de tono y de palabra muy grandes y muy felices para aquello que es dicho y que en todo caso habría tenido el valor de una golosina de five o’clock tea.

Que vivo y muerto tu cuerpo no sea sino rosa.

Por mi parte prefiero ver un cuerpo arrancado por Villon del cementerio de inocentes, eso me dice muchas más cosas, como debe hacerlo la poesía.

Y así me ha parecido leer en su libro todo un dramático y secular destino.

 

niño me sorprendí

de encontrarme en mí mismo

de ser alguien entre los otros

y de no ser más que yo

 

Me encontré como alguien al que creían muerto

o

si ya no han conocido mi voz

es porque todo se perdió antes de rehacerse

o

yo que soy esclavo de una fuerza poderosa

que ha marcado mis rasgos

y dado a mis pasos un ritmo diferente

o

una noche firmaste

el pacto de rebeliones

y volviste de sueños y volviste de muertos

o

las estrellas rotas se desparraman

de esta muerte entre dos vidas

o

usted sabe que vengo de la noche

y que soy un muerto consciente entre los muertos.

 

Me sorprendería que esas frases que me han impactado como antiguos díctamos tomados de algún gran libro de la humanidad del que usted sería el autor y del cual todo el resto habría zozobrado en un desastre:

si ya no han conocido mi voz

es porque todo se perdió antes de rehacerse, me sorprendería, digo, que esas frases no hayan sido para usted el eje de un sentimiento que después de muchas angustias y materiales removidos usted haya llegado a decir en el centro, en el medio, en el curso de un poema que haya querido construir de nuevo tras el desastre que lo había arrastrado.

La mayor parte de mis libros y de mis poemas consistieron en decir que no podía decir nada ni escribir nada y en mostrar mi disgusto por ello. Tenía un sentimiento verdadero, que aparecía así en una frase, y la frase dicha yo quería sostenerla en un poema entero como un ladrillo verdadero en toda una pared y no conseguía hacerlo. Jamás me permito, querido señor Jacques Prevel, juzgar los versos de quien sea, salvo cuando se trata de un patán avariento como tal gran poeta oficial de este tiempo, o cuando se trata de tal poeta consagrado y del que queda la poesía, pero no el poeta. Es decir, ese pequeño temblor no desmontable de veracidad de un dolor surgido de cataclismos milenarios que ha vivido y siempre vivirá pues no podrá desaparecer por nunca jamás. Yo no sé si le han hecho notar ya todas esas pequeñas cosas de sus poemas, pero yo tuve el sentimiento de una emotividad y de reivindicaciones emotivas que venían de extremadamente lejos. Conozco como usted esa lasitud que a veces se tiene cuando queremos que eso sea, que el poema sea cuando se está seguro del sentimiento central que lo ha impulsado a escribir, y que se siente que la pared lo tabica y lo oprime –y no se puede más decir el centro, el nudo–. Pero lo está, usted lo dijo, usted dijo el centro y el nudo y un día, pronto, la pared saltará, la pared de los celos del otro, ese, el impotente de todos los no-poetas de la vida que está sobre todos nosotros y nos arrebata las palabras cuando escribimos, ella saltará y sus palabras que contienen YA la permanencia la mostrarán con el estallido más terrible.

suyo

Antonin Artaud.

 

 

 

 

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