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Literatura infantil y juvenil

Graciela Montes: un universo necesario

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Por Sandra Comino

"Montes se destaca por su espíritu crítico y por abordar lugares diferentes, cruzando el amor, la identidad, el poder, lo poético, lo cotidiano y la fantasía". Un recorrido por la voluminosa obra para chicos y chicas, y un detalle de sus aportes en edición, traducción y teoría de la LIJ.

Por Sandra Comino.

Graciela Montes es escritora, editora y traductora. Una de las pensadoras que más teoría le ha aportado a la LIJ ―además de su ficción, claro está―. Los libros de ensayo El corral de la infancia y La frontera indómita analizan problemáticas dentro de la lectura y la escritura de lo que se edita para niños y, como siempre ocurre en la mayoría de sus textos, entrecruzan la historia de la infancia (como estadio determinado culturalmente) y de la literatura. Retoma cuestiones en torno a la construcción del espacio poético, el lenguaje “oficial”, el lenguaje silvestre y la influencia de la cultura en la realidad y la fantasía.

Entre otras cosas, Montes fue directora de la colección Los cuentos del Chiribitil del CEAL, cofundadora de editorial El Quirquincho ―donde trabajó desde 1986 hasta 1992― y una de las fundadoras de la revista La Mancha (1996 - 1998) y de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil). También fundó Gramón-Colihue. Su labor editorial, en suma, es tan amplia como su obra. Tradujo asimismo la reactualización de La literatura para niños y jóvenes. Guía y exploración de sus grandes temas, de Marc Soriano, doctor en Letras que escribió un exhaustivo análisis de obras clásicas, contemporáneas, biografías y temas. Montes aportó a la traducción una mirada y reflexiones sobre autores y temática latinoamericanos.

Como si todo fuera poco, es una de las pioneras en escribir sobre la dictadura cívico militar en Argentina para niños. Fue en su libro El golpe y los chicos, donde aborda los sucesos a partir del golpe de estado de 1976, la historia de las Madres de Plaza de Mayo, el comienzo de la democracia, el juicio a los comandantes, las leyes de Punto final y obediencia debida y el posterior indulto. El libro incluye un corpus de testimonios de hijos de desaparecidos (entonces niños), que con sus voces reconstruyen qué les ocurrió. También es autora de Una Historia Argentina, escrita en 12 tomos, y una cronología que abarca desde principios del siglo XV hasta 1983.

 

 

Lo grande y lo chiquito

Sus primeros personajes fueron Odos como Papitodo, que en vez de vivir en una latita de azafrán alquila una habitación en la lata de arvejas del Odo Pancho. Luego se casa con Mamitoda y más tarde nace Nicolodo que viaja al país de la cocina. Más tarde se convierte en mecánico de escarabajos. Teodo inventa cosas “útiles y prácticas”, como un atacordones para ciempiés. Odoacro es albañil y Odosio carpintero. Siguieron otros cuentos como el de Amadeo que no para de crecer. Come cantidades increíbles de buñuelos de acelga, llora gladiolos y ríe figuritas de brillantes; El ratón feroz y Bettina y la máquina del tiempo, entre muchos. Imposible no citar a los entrañables Anita y Federico (personajes que tienen varios libros con diferentes temas), relatos que no se clausuran en una lectura sino que se abren a varias.

En estas historias para los más chicos conviven el texto literario y la imagen que transgreden el cuento para convertirse en juego para el lector de dos años que tiene que interactuar. Lo mismo sucede con la colección Pequeñas Historias. En El globo azul, ilustrado por Nora Hilb, Fernando le pide a su mamá que le infle un globo tan grande que tuvieron que salir a la calle para conseguir el objetivo.

A menudo, en la ficción de Montes un hecho cotidiano dispara una acción que es atravesada por la exageración en el tamaño. En algunas, lo fantástico o la magia aparecen como desencadenantes que proponen un juego. La ilustración juega con el texto, y ambos con el lector. Anita junta colores (ilustraciones de Helena Torres), Clarita se hace invisible para asustar a la mamá (ilustraciones de Alejandra Taubin), La pipa del abuelo (ilustraciones Oscar Rojas) “dibuja” y da vida al mismo tiempo. A Juanito (ilustraciones Lucía Vidal) un pájaro lo lleva hasta la luna.

 

Monstruos y exageraciones

Inesita tiene un monstruo en el bolsillo y así cuenta cómo, en un día de morondanga, pueden pasar cosas Maravillosas, Terribles y Extraordinarias. La palabra (otra vez) dispara la concreción de un hecho insólito (fantástico) y a la vez una justicia poética acude a reparar alguna situación que desencadenó un enojo cotidiano.

La familia Delasoga es una familia “muy atada” porque Juan y María Delasoga “se habían atado un día de primavera con una soguita blanca, larga, flexible, elástica y resistente” y no se volvieron a separar. Pasó lo mismo con los hijos. Y no les resultaba nada fácil acomodar “tanta soga” mientras comían o dormían. Historias de un amor exagerado también inicia el relato un día de morondanga “porque esos son siempre los mejores días”, donde nace un amor, en una escuela, en el momento exacto que Santiago Berón (el más petizo) ve entrar Teresita Yoon (la nueva). No se puede dejar de mencionar El club de los perfectos del barrio de Florida, Otroso un mundo distinto amenazado por una violenta patota, Aventuras y desventuras de Casiperro del hambre donde perro desamparado que debe luchar por sobrevivir en un mundo que no es precisamente un paraíso. Aquí narra en clave picaresca la vida de Casiperro.

 

Irulana salva un pueblo

Abarcar toda la obra de Graciela Montes en una nota es imposible, pero nos queda mencionar las adaptaciones de Los cuentos de las Mil y Una Noches, Cuentos de la Mitología Griega, Caballeros de la Mesa Redonda y la traducción de los cuentos de Perrault, entre otros títulos, para la colección La Mar de Cuentos.

Sin embargo, Irulana es su personaje más valiente (si a nadie le incomoda la comparación de personajes). Un cuento de 1995 que está recientemente editado e ilustrado por Virginia Piñón: Irulana vive en un pueblo donde hay un Ogronte, a quien todos temen, y la vida allí está supeditada a su humor. Todo el mundo hace lo imposible para que el ogro no se enoje pero un día se enoja igual y comienza a comerse el pueblo. Se come las vías del ferrocarril, las casas, la plaza y todos huyen muertos de miedo. Irulana no. Irulana es la única que no huye. Se rescata (y rescata a los demás) gritando su nombre. Es un cuento de miedo nos dice un narrador que nos lo reitera cada vez como si pudiéramos olvidarlo.

Sin dudas, con el correr de los años, Irulana se ha transformado en un clásico de la literatura editada para chicos que no hace más que recordarnos que integra una copiosa lista de imprescindibles donde Montes se destaca por su espíritu crítico y por abordar lugares diferentes, cruzando el amor, la identidad, el poder, lo poético, lo cotidiano y la fantasía.

 

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