1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Tengo un sillón de un cuerpo que debe tener –cómo mínimo– cuarenta años. Se vino conmigo cuando me mudé a vivir solo, estaba en lo de mi vieja, pero no sé de dónde salió originalmente. Tiene los apoya brazos de madera y el asiento y el respaldo tapizados. En el respaldo están los arañazos de Luna, una gata que tuve muchos años. Ella lo usaba de rascador y de lugar de siestas. Yo suelo acomodarme (para estar cómodo) cuando veo una película/serie solo o algún partido de fútbol. El recuerdo de mi gata debe ser, a esta altura, la única razón por la que no encaré el retapizado.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen? 

Las tres novelas que leí de Jonathan Franzen (La libertad, Las correcciones y Pureza) me conmovieron mucho por la simpleza para contar una historia compleja. Me encanta la forma que tiene Franzen de presentar a sus personajes: sin apuro, te habla de su pasado, te introduce en su presente y te va dando pistas sobre lo que viene. Me gustan sus “fotos”. Ojalá pudiera transmitir algo simple con ese nivel de detalle sin nunca abrumar.

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

Siempre hay un libro que quiero comprar y me exaspera no poder leer todo lo que llevo a mi casa. A veces me arrepiento de haber comprado y empezado a leer un libro que no me atrapa: siento que le estoy sacando tiempo a los otros. De todas maneras no es un reclamo hacia la literatura, que siempre tiene de sobra.

Lo mejor son las ganas de escribir, estar pensando todo el tiempo en cosas para escribir o agregados a lo que estoy escribiendo. También me dio un aprendizaje a partir de la lucha constante que tengo con el acto de escribir en sí y la disciplina que implica. Querer y no poder, hasta poder, y sentir que (me) gano pequeñas batallas. Poner primera y arrancar a escribir es una sensación única. Me gusta la introspección que da y exige la literatura.

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

Hace un tiempo era Catedral, de Carver, que conocí porque me regalaron. Un libro que me gustaría empezar a obsequiar es La habitación alemana, de Carla Maliandi. Lo terminé hace poco, no quería llegar al final. Son un placer los libros que te empujan en la historia sin que te des cuenta. Este es un claro ejemplo. Cuanto más adornos y decorados tiene una novela, menos ganas me dan de seguir pasando las páginas, prefiero las que son “fáciles” de leer. Podría regalárselo a gente muy dispar y con distintos hábitos literarios. Estoy seguro que gustaría.

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

El hábito del disco completo ya casi no lo tengo. De los últimos que escuché, el nuevo de Mac DeMarco me parece grandioso. A veces lo escucho en casa, cuando quiero bajar un par de cambios. Se llama Here Comes the Cowboy. Lo que más hago, musicalmente hablando, es “tirar” temas que me gustan en una playlist cuyo único hilo conductor es ese: canciones que me gustan. El sonido más habitual de esa lista es un pop melancólico de los ochenta: música con mucho sintetizador, bajos densos y guitarras sutiles, tan bailable como oscura. En ese rumbo redescubro canciones que creía olvidadas como “Beyond Doubt” de Gene Loves Jezebel o “Nova Heart” de Spoons. Dentro de ese grupo el trono lo ocupa sin dudas Depeche Mode, una banda de la que nunca me voy a aburrir. 

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

Me gustan los distintos negros que veo. Es un color con muy mala prensa y varias tonalidades que me encantan. Por ejemplo, el negro azulado de la noche, volviendo a casa caminando por una calle vacía con los auriculares puestos. Es el color que combina con todo.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

Me gusta imaginar a Raymond Carver parecido a los personajes de sus cuentos. Alguien retraído, profundo, sensible, que no le molestan los silencios. Lo veo en el grupo de personas dañadas que buscan desesperadamente algo de paz. Podría hacer taller con él, o al menos me gustaría conocerlo.

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

Varios. Alguna vez intenté –sin éxito– empezar a anotarlo todo. No soy muy apegado a los libros, pero el que más lamento haber prestado es Nueve cuentos, de Salinger. Se lo di a una persona que en su momento no conocía tanto y nunca lo reclamé de vuelta. No me acuerdo si para esa época marcaba con lápiz los libros o no, me intriga saber qué hice con este libro en particular. Voy a tener que comprármelo y releerlo.

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?

La foto es de la biblioteca más linda que tenemos en casa con Lucía, mi pareja. Tenemos varias y estamos pensando en comprar una que reúna a todas. Esta es la del living. Cuando nos mudamos, juntamos nuestros libros e hicimos una división entre autores argentinos, latinoamericanos y “extranjeros”. Dentro de cada categoría establecimos un orden alfabético que, después de préstamos y nuevas adquisiciones, ya no es tal. En otro cuarto hay una biblioteca con, llamémosle, no ficciones. Ensayos, filosofía, crítica, música… hay cosas muy variadas. En la habitación, en mi mesa de luz, tengo una pequeña torre con los que estoy leyendo. Ahí siempre hay varios libros de cuentos que agarro, abandono y retomo; también una novela y esporádicamente alguno de ensayo. Otra pequeña pila se puede ver en la cómoda con los libros que me compro y forman parte de la lista de espera. Esa aumenta más de lo que disminuye.