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Libros para bebés: cómo editar un mundo de cero

Conociendo Pupek Editora

"Creo que el deseo de hacer libros para bebés y niños se relaciona con el considerarlos sujetos de derecho, merecedores de nuestra atención plena y de materiales de la mejor calidad estética, temática y literaria que podamos darles". Conversamos con Daniela Szpilbarg, editora de Pupek, acerca de sus colecciones y del vínculo que tienen con la música.

 Por Valeria Tentoni.

 

 

Libros para bebés, niños y niñas: Pupek es una joven editorial porteña comandada por Daniela Szpilbarg que ya entregó unos cuantos títulos. Entre sus colecciones se cuentan "Serenata de papel", de libros-canción que vienen con un código QR para escuchar los temas, y "Casas con palabras", donde encontramos la última novedad, Si polonia fuera un pastel. Se trata de una narración de Becky Rubinstein sobre una niña judía durante los años de la Segunda Guerra Mundial, con ilustraciones de Clau Degliuomini.

Pero antes salieron varios en la otra, pequeños libros de tapa dura donde las letras de canciones funcionan como hilo narrativo para las ilustraciones. Una nube y Golpeteo o Pajaritos en mi ventana son algunos de los que se encuentran ahí.

Conversamos con Daniela, quien nació en Buenos Aires en 1984 y es Licenciada en Sociología, Doctora en Ciencias Sociales, investigadora y docente, autora de Cartografía argentina de la edición mundializada (Tren en movimiento): todas esas cosas y mamá, además de la editora de Pupek.

 

 

¿Cómo nació el proyecto y de dónde viene el nombre? 

El proyecto nació hace muchos años como un deseo, producto de la fascinación que me producían los libros ilustrados. Tomó más fuerza durante mi embarazo, cuando en las horas con la panza empecé a buscar ilustradoras e ilustradores, a escuchar música que ponía para la bebé y a pensar en la idea de hacer libros para bebés. Unos meses después empecé a concretarlo: me di cuenta de que había una cierta identidad en la idea que pensaba, de ilustrar canciones, canciones que pudieran ser narración, juego y música al mismo tiempo. Sobre el nombre de la editorial, fue una cuestión un poco azarosa: escuchaba un programa de radio un domingo al mediodía, donde de pronto nombraron la palabra “pupek” (que significa “ombligo” en idish), y en seguida me atrapó la sonoridad y el significado. Encontré una sonoridad musical, y me gustaba que la picardía de ese sonido estuviera asociada a un significado profundo, inmenso y simbólico, de lo que significa la cicatriz del ombligo: la unión a la persona que nos gestó, la relación con las raíces, en el sentido más interno e intenso: tanto de la tradición y de la historia propia como de la nutrición.

 

 

¿Con qué libro comenzaron y cómo fue ese proceso?

En este momento tenemos un catálogo de 13 libros. En el comienzo no hubo uno sino varios libros: en febrero de 2020, cuando tenía en mente la idea de una colección de canciones ilustradas, había una cantidad enorme de músicos y canciones que me encantaban, y de esa lista, convoqué al grupo Vuelta Canela, que para mí es un grupo de una enorme calidad poética y musical que trabajan composiciones propias, y a Juan Quintero, compositor tucumano y autor de una canción bellíisima que si bien no está en un disco de música para niños/as me parecía una canción fundacional para esta colección porque es como un arrullo, habla de los regalos de la infancia, el regalo que es la vida de los hijos/as, el regalo de cada pequeño momento compartido, desde desayunar, a ir a la plaza a tirarle galletitas a las palomas; y además porque es una canción que Juan escribió para su hija. Desde el principio los libros fueron pensados como colección y se desarrollaron los primeros libros en paralelo, con la idea de lanzarlos juntos, lo cual se hizo a través de una preventa para poder imprimirlos. 

A la colección "Serenata de papel", ¿cómo la pensaron? ¿Y de qué se trata "Casas con palabras"? 

La colección "Serenata de papel" fue pensada como un espacio para darle una textura narrativa a las poesías de las canciones, potenciando la música a través de la ilustración y la narración. Desde el comienzo, pensaba en la idea de que los niños/as pudieran relacionarse con las canciones que les gustaban, no sólo a través de la pantalla, sino a través de un libro, pensando en que esto pudiera implicar un modo lúdico de entrar al mundo de los libros y las historias. Pensaba que tomar la poesía de una canción y darle personajes y un guión le sumaba muchísimo a la posibilidad de cantar porque se podía cantar contando, o contar cantando, o simplemente leer como historia. La idea fue reunir en una colección a músicos y grupos locales, argentinos y latinoamericanos, y recuperar algunas canciones dándoles este formato, pensando en muchas cuestiones que hacen a la primera infancia: el desarrollo del lenguaje, los juegos con las manos, las emociones, el trabajo con lo que son las palabras y las sílabas; y la vida cotidiana. Quería que fuera una herramienta de promoción de la lectura a partir de las canciones, que forman parte de lo más íntimo y primordial con que los chicos comienzan a aprender y expresarse, y que a la vez fuera un libro musical en el sentido de que la canción aparece completa, tanto la letra como los acordes. Y esto está pensado no solo para los adultos/as que acompañan infancias desde la docencia o la casa, sino para los mismos niños que quizás a los 4 ó 5 años empiezan a experimentar aprender un instrumento y es otro modo de entrar a la música: a través de canciones queridas y conocidas. En esto me acordaba de mi hermano cuando muy chiquito empezó a tocar el piano, y yo misma la guitarra, y no recuerdo que hubiera una colección de este estilo, que funcionara como una pequeña biblioteca musical para los primeros años de la vida. Por eso son libros flexibles en sus límites y sus usos.

En cuanto a la colección "Casas con palabras", es una colección de narrativa orientada a lectores de más de 5 años, donde se plantean otros temas y otros desafíos desde el texto y desde la ilustración. En este momento hay 3 libros que componen esa colección: Semillas de zanahoria. La abuela teje recuerdos, Si Polonia fuera un pastel y Un país que empieza con A. hay un hilo conductor que es la identidad, la transmisión y los temas que se abordan, que podríamos decir que no son necesariamente temas sencillos, pero que creo que desde lo estético y lo temático ofrecen un desafío a los niños y niñas que los lean: en este punto me parece que la motivación es dar un libro que desde lo intelectual les provoque un desafío, y parto de la base de nunca subestimar a los niños y niñas porque tengan pocos años: creo que los libros para infancias tienen su complejidad: porque tienen que ser capaces de cautivar y entretener, pero al mismo tiempo generarle preguntas, inquietudes, llevarlo a conocer historias que muchas veces salen de su entorno conocido. En ese sentido, muchos de los libros tienen también un espacio para que puedan registrar sus preguntas y reflexiones. 

¿Cómo pensar el vínculo literatura para infancias y música? 

Hace poco leía un libro de Magdalena Fleitas en el que habla mucho de la música como parte integral de la vida de los niños y niñas, y aunque no recuerdo exacto lo que decía, hablaba mucho de este vínculo tan cercano que hay entre la música y el juego en la infancia. La música, las canciones breves, los arrullos, son no solo las primeras formas en que nos acercamos y les hablamos a los niños y niñas, propios o no. No es solamente el hecho de cantarles una melodía o una canción para adormecerlos, sino que los primeros aprendizajes que hacen, que expresan, son también las canciones. Las canciones les dan su primera seguridad expresiva, sus muchísimas palabras, sus saludos cuando llegan y se van del jardín. Tengo la sensación, cada vez más fuerte, de que hay canto antes del habla, o que hay algo muy primitivo en el cantar. También vengo de una formación musical, y quería trabajar el aspecto narrativo de las canciones, pero sin dejar de considerarlas canción y visibilizar a los compositores/as como autores de poesía. Creo que esa es la magia: en el libro no hay melodía, hay solamente texto e ilustración, pero hay la melodía que uno sepa, o que uno le surja al leer. 

Los textos están en imprenta mayúscula, admiten lectores muy pequeñitos y las ilustraciones tienen grandes espacios. ¿Cómo pensaron el diseño de los libros, desde el tamaño hasta el diseño y el tipo de impresión?

Pensamos mucho y durante mucho tiempo el formato que debían tener los libros, y estudiamos distintos catálogos y usos de los libros por parte de niños desde bebés. Los libros tienen un tamaño cuadrado ni chico ni grande, 18 cm, que puede ser usado tanto por un bebé de 1 año que apoya el libro en un sillón para pasar las páginas, como de un niño o niña de 4 que ya se sienta a leer o quiere usarlo en un atril para tocar el piano, y son libros de tapa dura y cosidos para garantizar que puedan ser más durables y que se puedan abrir sobre un atril para poder tocar las canciones. La tipografía es relativamente grande y en imprenta mayúscula y tipografía amigable para disléxicos porque en los primeros años se produce este acercamiento a la palabra escrita y en esa llegada queríamos que la mayúscula estuviera presente para facilitar el comienzo de la lectura o el reconocer sílabas, letras y palabras a los 4 ó 5 años. En algunos de los libros para más pequeños, como “En el mar” o “Yo tengo un auto” desde el diseño se destacan también algunos elementos como los números y las onomatopeyas.

¿Por qué trabajar con cantautores y músicos y músicas argentinos y latinoamericanos? ¿Por qué textos en lengua original y de esta región? 

Una de las premisas de esta colección de canciones ilustradas era que fueran canciones en castellano, o al menos, canciones de la región de América Latina, argentinas o de otros países, en primer lugar porque son canciones que cantan en su lengua materna, y por otro lado porque nos parecía una forma muy bella de conocer la cultura y la identidad del continente, entendiendo que en nuestro país hay una mixtura de ritmos, melodías y estilos musicales muchos de los cuales vienen de las comunidades originarias y se mixturan en los procesos de colonización. Esto se ve, por ejemplo en una de nuestras canciones, Pajaritos en mi ventana, de María Sol Hermo, que es un aire de carnavalito, y que la ilustración muestra también ese ambiente. 

Los libros incluyen un código QR, ¿cómo piensan los límites físicos del libro?

En este caso pienso los libros del mismo modo en que los niños se relacionan con ellos, de manera abierta, lúdica y experimental. Pueden dibujarlos, leerlos, mirarlos, leerlos de atrás adelante, alterar el orden, inventar lo que dicen, mirar solamente la tapa... En el caso de los libros de canciones, aunque el QR del libro puede estar o no, en el sentido de que lleva a la página Youtube donde las canciones pueden escucharse, el objetivo de esa inclusión es que quienes no conocen esas canciones, puedan escucharlas: es sumar un elemento y dar otra posibilidad de lectura a través de la música. Por eso pusimos en la contratapa “Este libro canta”, porque era una forma de volverlo un organismo vivo. En otros proyectos por venir, el QR permite incluir alguna herramienta complementaria al libro, como recursos para pensar esa temática, o videos para ver maneras de mostrar los libros haciendo juegos con las manos.

¿Qué editoriales les sirvieron de inspiración, cuáles les gustaban antes de lanzarse? 

La verdad es que dentro del mundo de las editoriales infantiles, hay muchas y muy distintas entre sí, tanto en Argentina como en otros países. En Argentina, de las editoriales que son relativamente jóvenes pero que tienen catálogos consolidados, me gusta mucho la propuesta de Ojoreja porque creo que pone en valor a través de los libros muchos aspectos de lo local que me parece interesante y creo que tiene un catálogo con identidad propia y de gran calidad. En otro sentido, Limonero que tiene una gran selección de libros que publican en traducción también tiene propuestas que son desafiantes y originales para el público infantil y un catálogo a  mi criterio excelente. Entre editoriales fuera de Argentina, me inclino a veces por editoriales a las que les veo un perfil más social en las temáticas que publican. Se me ocurre Ekaré que me parece que tiene un catálogo interesante porque algunos temas que toca son más comprometidos u originales dentro de lo que se ofrece al público infantil, lo mismo que la editorial Takatuka en España que tiene abordajes interesantes de temas como la ecología, la censura, o las migraciones y sus libros me parecen muy buenos, pero la verdad es que hay muchas editoriales, muchísimas, que se pueden nombrar a la hora de lo que se publica en literatura para infancias, tanto pensando en diseño, temáticas, formatos...  

Daniela, ¿sos la única integrante del sello? ¿Cómo decidiste involucrarte en el mundo editorial?

Yo estaba involucrada en el mundo editorial desde las tareas de investigación y de docencia, y siempre rodeando la idea de lo lindo que sería algún día hacer libros ilustrados. En particular, este proyecto es básicamente familiar, en este momento mi hermano Julián participa en la organización y comunicación y desde el comienzo la tarea de comunicación estuvo a cargo de Nathalie Jarast.  

¿Por qué hacer libros? ¿Y por qué hacer libros para bebés y niños?

En mi caso, el “hacer libros” pasa más por un deseo personal, pero como pregunta, creo que el deseo de hacer libros para bebés y niños se relaciona con el considerarlos sujetos de derecho, merecedores de nuestra atención plena y de materiales de la mejor calidad estética, temática y literaria que podamos darles. Porque la infancia es una etapa que lejos de ser ideal, tiene sus claroscuros, y es eso lo que me interesa pensar a largo plazo en la idea de los libros de Pupek: hay muchas infancias. Hay muchos niños y niñas, hay muchas realidades, hay muchas familias, y muchas historias. Y cada libro guarda su mensaje, tiene una potencia: lúdica, emocional, plástica: podemos hablar de miedos, de valentía, de cooperación, de dificultades, historia, de compartir, de acompañarnos en la vida, de empatizar, a partir de canciones, de historias, y sobre todo del espacio de lectura compartido. El objetivo a largo plazo es poder ofrecer libros de calidad para abordar distintos temas que les ocurren a niños y niñas en sus vidas. 

¿Cómo pensar al bebé como lector o lectora? ¿Desde cuándo se puede leer?

Los bebés son lectores por excelencia, pero en un sentido filosófico. Están probando, leyendo el mundo, leyendo su entorno, a sus cuidadores: leen y descifran lenguaje aunque aún no hablan: están acumulando palabras, sonidos, formas, experiencias. Leen porque escuchan, y luego leen porque miran, leen el mundo antes de leer. 

Cuando se encuentran con un libro, a veces solo toman un libro y leen página por página las imágenes, y hay que dejarlos, porque cada dibujo les significa, y es la edad del puro asombro, y es esa la magia que me resulta más fascinante de esa edad, y al mismo tiempo creo que eso es algo que nunca me va a dejar de sorprender. Haber tenido la suerte de trabajar con niños de distintas edades en proyectos vinculados a alfabetización y haber tenido la suerte de experimentar los juegos, la lectura, y la vida con los libros como mamá, cambió mi vida: fue un antes y un después porque empecé a darme cuenta del torbellino de experiencias que ocurren en la infancia, y cómo los libros pueden formar parte del día a día en esa increíble etapa de apropiarse del mundo a través de la palabra hablada y escrita. 

 

 

 

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