Literatura y comida
Las gachas de Oliver Twist
Por Cecilia Boullosa
Miércoles 06 de agosto de 2014
Una sucesión de escenas y frases gastronómicas, a cuento del reciente lanzamiento de Escritos sobre la mesa (Adriana Hidalgo), con Mariana Dimópulos y Mariano García como compiladores.
Por Cecilia Boullosa.
1.
Una de mis cenas favoritas de la literatura es más bien una cena líquida. Tiene lugar dentro del relato “Kate Mc Kloud”, donde Truman Capote, a través de su alter ego P.B Jones, recuerda una noche fatal en que un grupo de personas con sus facultades mentales alteradas se juntaron a compartir una comida en la casa de un importante editor neoyorquino. La velada es en homenaje a Montgomery Clift en su momento de mayor esplendor y entre las invitadas también están Dorothy Parker y las actrices Tallulah Bankhead y Estelle Winwod. El mismo editor se ocupa de la comida (sopa senegalesa, estofado, ensalada, un surtido de quesos y soufflé de limón) y se sienta a esperar con P.B a los invitados, citados para las 7.30. Pasan los minutos, las horas, las ginebras y nadie aparece, el estofado se empieza a secar en la cocina y el anfitrión se impacienta. A las 9 estalla: "Dios mío, ¿no te das cuenta de lo que he hecho? Yo no sé Estelle, pero las otras tres son todas unas borrachas. He invitado a cenar a tres alcohólicas. Una ya está mal. Pero tres no acudirán nunca".
Finalmente los invitados tocan el timbre, completamente borrachos y más preocupados porque les hagan un refill continuo de bourbon que por probar ninguno de los platos preparados para la ocasión por el editor. La comida se convierte en un caos lleno de conversaciones que no llegan a ningún punto y escenas vergonzosas. Capote/PB Jones describe a los invitados con pinceladas ponzoñosas, como ésta: "Clift dejó caer un cigarrillo en su recipiente de sopa senegalesa que estaba intacto, y se quedó inerte, mirando fijamente el vacío, como si estuviera representando un soldado con neurosis de guerra".
2.
En Descubrimientos (Adriana Hidalgo), el primer volumen que reúne parte de las crónicas de Clarice Lispector, también hay textos que aluden a la comida (y me gustan). En "Un pollito" Lispector escribe que su hijo se compró un pollito amarillo y luego de pregutarse qué va a hacer de él cuando crezca se pregunta y se responde: "¿Matar y comer? Lo que se cría no se mata".
La autora de La pasión según G.H también parece tener una fijación con las frutas y las estaciones. “Sabía con qué peso de dulzura el verano maduraría 100.000 naranjas”, dice en una parte. Y luego: “Me acuerdo de aquella primavera: sé que comí la pera y desperdicié la mitad. Nunca tengo piedad en la primavera”.
3.
Escribir, luego beber. Una recomendación de Cortázar: “Tensa el arco al máximo mientras escribes y después suéltalo de un solo golpe y ve a beber vino con amigos”. Y otra, más parecida a un deseo, de la belga Amelie Nothomb: “Mi proyecto alquimista es convertirme en oro bebiendo mucho champán”.
4.
Nadie describió nunca mejor el whisky que Carson Mc Cullers en La balada del café triste ni el efecto benéfico de un dulce que Proust ni un banquete que Isak Dinesen en El festín de Babette.
5.
Hay un libro del inglés Jim Crace –misma camada que Martin Amis- dedicado íntegramente a historias relacionadas con la comida desde una perspectiva lúdica, siniestra, maliciosa: The devil´s larder. Se tradujo al castellano como La despensa del diablo y lo editó Emecé hace algunos años.
6.
Con Mariano García y Mariana Dimópulos como compiladores acaba de salir por Adriana Hidalgo Escritos sobre la mesa, un volumen que reúne más de 130 textos de filósofos, historiadores, escritores y poetas sobre la comida divididos en distintas categorías: "Escasez", "Recetas y cocineros", "Maneras de mesa", "Dieta", "A la intemperie", "Buenas y malas compañías", "Café y té", "Alcoholes", "Otras comidas, otros comensales", "Abundancia", "Ritos y magia" y "El futuro". En el prólogo, García y Dimópulos afirman que “la literatura está tan llena de comida como de alusiones su escasez” y que eso no es de extrañar porque, junto con las condiciones climáticas, la comida “está en el centro de las preocupaciones cotidianas del ser humano”.
7.
La escena memorable en la que Oliver Twist se anima a pedir una segunda ración de gachas en el orfanato, los reparos de Nietzsche acerca del vegetarianismo, una oda al vino por Baudelaire, instrucciones para el buen consumo del café por Balzac –“el café es un torrefactor interior”-, una apología del matambre por Esteban Echeverría, Walter Benjamin devorando unos higos hasta asquearse, Proust volviendo a la infancia de la mano de una magdalena, un guiso con sobredosis de pimentón en La traición de Rita Hayworth, los cócteles en el jardín de Gatsby o una rutina de almuerzo en una casona rusa en Oblomov. Todo esto y más se sucede en “Escritos sobre la mesa”.
8.
Entre todos los subrayados que marqué en el libro, muchos, rescato uno sobre la escasez. Es un fragmento de La música del hambre donde el nobel Le Clezio recuerda los padecimientos alimentarios que sintió de chico, al final de la Segunda Guerra Mundial.
“Esa hambre está en mí. No puedo olvidarla (…). ¿Fui desdichado? No lo sé. Simplemente recuerdo que un día me desperté y conocí por fin la maravilla de las sensaciones saciadas. Con ese pan demasiado blanco, demasiado dulce, con olor demasiado rico, ese aceite de pescado que corre por mi garganta, esas cucharadas de leche en polvo que forman una pasta en el fondo de mi boca, contra mi lengua, fue cuando comencé a vivir. Salí de los años grises y entré en la luz. Era libre. Existía.
La maravilla de las sensaciones saciadas.
Links de interés
Una reseña de Cocinar, de Michelle Pollan
Un perfil de Isak Dinesen por Laura Galarza.
Nueve preguntas a Mariana Dimópulos