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Ni una menos

Museo del Libro y de la Lengua

Tomar colectivamente el espacio público y “que la rabia nos valga”: ayer, en la plaza del Museo del Libro y de la Lengua, se realizó una maratón de lectura en contra de los femicidios. Entrevistamos a María Pía López, directora del Museo.

Por Valeria Tentoni.

 

Ayer, desde las cuatro de la tarde y hasta que oscureció, una y otra vez el micrófono fue tomado en la plaza del Museo del Libro y de la Lengua por escritoras, escritores, periodistas, artistas e intelectuales, quienes se manifestaron bajo la consigna “Ni una menos” contra los femicidios y la violencia de género. La convocatoria a la maratón de lectura fue motorizada vía Facebook por María Moreno, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, Agustina Paz Frontera, Hinde Pomeraniec y María Pía López, entre otras, y la lista de lectores creció tanto que se decidió abrir el micrófono y organizar por orden de llegada los turnos. Con la Biblioteca Nacional de fondo, rebotando la luz en sus cuadrados de vidrio, las breves intervenciones incluyeron lecturas de poemas, cartas, relatos, manifiestos y crónicas de casos. Para la autora de La virgen cabeza, uno de los objetivos del encuentro fue el de producir un efecto multiplicador, “el efecto de juntarse y ver que somos muchos los que queremos que esto no suceda más”.

 

 

“La idea apareció por la violencia que nos generaba no solo la muerte en sí, sino la lógica carroñera que surgió inmediatamente en los medios y en las redes cuando se empezó a juzgar la conducta de Daiana, como se había hecho con todas las víctimas anteriores”, explicó María Pía López, directora del museo. “Se nos ocurrió repetir el formato que habíamos usado el año anterior para la jornada por la Ley de interrupción voluntaria del embarazo, porque en los dos casos entendíamos que había que tratar de otro modo la palabra, disputar el terreno de cómo se habla de los acontecimientos; qué se dice, en qué contexto se lo pone, y rodearlo de palabras de cuidado, más amorosas, no solo de denuncia. Generar ese ámbito más común, de reunión, también, y por eso la idea de las maratones. Estar todos reunidos escuchando, que vaya circulando la palabra”, agregó. La escritora Agustina Paz Frontera explicó: “La urgencia surge de la coincidencia de dos hechos terribles: la conmemoración de los diez años desde la desaparición de Florencia Penacchi, quien fue amiga mía, y la aparición de Daiana García en una bolsa, asesinada. También las reiteradas apariciones de chicas en esas condiciones: tiradas a la vera de un camino, embolsadas, tratadas como basura. Y el festín que se hacen los medios después con todo eso”. Así, dice la autora de Una excursión a los mapunkies, “surgió la idea de articular nuestras individualidades y hacer un llamado colectivo contra los femicidios y la violencia a la mujer en general. Reclamarle al Estado lo que puede hacer el Estado, pero también hablar desde nuestros lugares de ciudadanas, de mujeres. No sólo para generar conciencia, también para poder expresar, para poder hablar, para poder poner sobre la mesa la gran cantidad de diferentes puntos de vista que tenemos y llegar a un pensamiento básico común: ni una más, ni una menos. Basta”. Salir a tomar el espacio público y poner la voz colectivamente, entiende, es la tarea.

“Esas hegemonías implican mucho trabajo, muchas décadas de amasar otro tipo de sociedad”, anota López, y sigue: “Las mujeres hoy estamos en mejores condiciones que nuestras madres y que nuestras abuelas pero, al mismo tiempo, me parece que a veces ese mismo crecimiento de posibilidades tiene como rebote hechos de violencia. Una mujer más libre también es una mujer más condenada, aparece como sujeto de condena. Mujeres cada vez más dueñas de su cuerpo, y al mismo tiempo por eso más visibles como objeto de sanción. Por ejemplo, algo que me llamó la atención es cómo se hablaba de Daiana, de la hora en que salió de su casa o de cómo se vestía”.

Entre quienes tomaron la voz se contaron a escritores y periodistas como María Inés Krimer, Esther Cross, Alejandra Laurencich, Ingrid Beck, Soledad Vallejos, Daniel Riera y Enzo Maqueira. María Moreno entonó los “Cadáveres” de Néstor Perlongher. Marina Mariasch y Flor Monfort, ambas integrantes del colectivo Máquina de lavar, leyeron un poema de Susana Thénon y un pequeño manifiesto. La misma poeta eligiría Mercedes Halfon más tarde. Hinde Pomeraniec leyó junto a su hija, quien eligió una pieza de Sor Juana Inés de la Cruz.

El papá de Wanda Taddei leyó un poema. La mamá de Lola Chomnalez tomó el micrófono también.

Marta Dillon y Virginia Cano leyeron “Que la rabia nos valga”, y se escuchó: “Nosotras no somos las mujeres que ya no están, pero todas ellas nos atraviesan. Nos duele su ausencia, activa en nuestro cuerpo la memoria de las propias heridas. Las veces que callamos los abusos, las que cruzamos de vereda temblando, las que nos cubrimos acatando la orden de mantener el cuerpo a resguardo porque se supone débil, porque podría ser tomado”.

Selva Almada, autora de Chicas muertas, respondió: “A mí este es un tema que me interesa desde que empecé a tomar conciencia de lo que sucedía, hace mucho tiempo. Los casos que yo trabajé en ese libro son casos que tienen unos treinta años ya. Para quienes dicen que esto antes no pasaba: bueno, sí pasaba. Pero esas muertes quedaban impunes o en el plano de lo pasional, en el ámbito de lo privado, y en realidad son cosas que claramente tienen que tomar estado público. Nunca debería haber sido tomado como algo que, como ocurre puertas adentro, concierte solamente a la familia de la muerta, a sus amigos, a sus vecinos y a nadie más. Esta es una cuestión social y hay que tomar conciencia de eso, de que nos interpela a todos como sociedad. Hay que observar qué hace cada uno desde su lugar para que esto siga naturalizado, siga sucediendo y no cambie la manera de pensar sobre esos temas”.

“Si esos crímenes espantosos son posibles, también es porque están sobre un subsuelo en el que hay muchas cosas que son toleradas y amparadas socialmente, muy cotidianas. Hay que disputar ese sentido común. El efecto que buscamos es el de ir construyendo otra voz para esos temas”, concluyó López.

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