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Enzo Maqueira: "No quería repetirme de ninguna manera"

Lanza nueva novela

"Cuando escribo una novela, me interesa la idea de estar en una especie de sueño del cual el lector no pueda despertar". Después de Electrónica, Enzo Maqueira arremete con Hágase usted mismo (Tusquets). "La novela es una especie de carrera contra el deterioro", le dijo a Luciano Lamberti en esta entrevista, durante su estadía en España para participar de la Semana Negra de Gijón.

Por Luciano Lamberti.

 

Enzo Maqueira nació en 1977. Publicó el libro de crónicas Historias de putas y la novela Electrónica, que suscitó debates a favor y en contra en el ámbito literario local. Hablamos por Hangouts (él estaba en España, invitado a la Semana Negra de Gijón) a raíz de la publicación en Tusquets de su última novela, Hágase usted mismo, una comedia fellinesca que lentamente se transforma en una pesadilla.

 

Una pregunta que siempre hago, ¿venís de una familia lectora? ¿A qué edad empezaste a escribir?

Mirá: ya desde antes de saber escribir le pedía a mi vieja que me pusiera los subtítulos en los dibujos que hacía. Antes de empezar a escribir ya conocía la “literatura”. En casa se leía bastante, y eran lecturas literarias, no sesudas ni académicas. Mi vieja era muy lectora, mi papá y mi hermana mayor también. Íbamos a la feria y a mí todo el mundo de la literatura me fascinaba mucho.

Estudiaste comunicación, ¿no?

No estudié Letras con esa idea de que si quería dedicarme a escribir (que no me consta, hay gente que lo hace muy bien) no tenía que estudiar Letras. Cuando terminé el secundario pensé que me gustaba el periodismo, que era una buena manera de canalizar la escritura como un trabajo y que con eso iba a poder vivir. Después cuando empecé a estudiar comunicación, salvo el periodismo narrativo, que todavía me interesa, no me dediqué a eso. Y pensé que tenía que conservar la libertad de la escritura, a mí me jode mucho no tener libertad en ese sentido, además me parece que el periodismo tiene unas responsabilidades que la literatura no tiene, por suerte. Entonces no fui por el lado de Letras ni del periodismo, pero sí por el lado de la comunicación.

¿Sos docente, vivís de eso?

Ahora doy clases en la universidad, en una universidad privada. Trabajo también haciendo laburos freelance para editoriales. Doy taller literario, clínicas en realidad. Trabajé diecisiete años para la misma editorial, y ahora freelanceo en una que otra. La editorial se llamaba Lea, yo trabajaba ahí haciendo la revista, y después ya se fue más para el lado de una editorial comercial.

¿Historias de putas fue un intento de acercarte al periodismo narrativo?

Fue un encargo de la editorial, precisamente de Lea. Yo era muy chico, tenía veinte años cuando trabajaba ahí, y cada vez que iba llevaba ideas para publicar. Yo quería que me publicara alguien, llevaba novelas, cuentos, y no me daban bola. Pero contaba las cosas que había hecho el fin de semana con mis amigos. Y un día me dijeron eso. Che, porqué en lugar de esas novelas no te traés algo de ese mundo que tan bien conocés de la Buenos Aires de otra época, y fue así. Y dije: "Dale", pensando en que era una puerta para entrar al mundo de la publicación. Pensé en escribirlo con seudónimo pero después dije que no. Fue un libro que me encargaron y que tuvo las limitaciones de un libro a pedido.

¿En la novela nueva te interesaba trabajar con la indecisión como síntoma de época?

Sí, tal cual. No sé si fue consciente. Fue saliendo así, el personaje. Dubitativo, indeciso, muy cobarde. Y toda su indecisión tiene que ver con la cobardía y también por la desesperación por el resultado antes que por el camino a recorrer. Él se imagina qué van a decir los críticos, a qué festivales va a ir, cómo va a ser recibida la película y no es capaz de escribir una línea. La idea de dejar las cosas para más adelante, y estar muy preocupado por el resultado antes que por el esfuerzo, el trabajo, el día a día que significa la construcción de una obra, en este caso. Pero no fue que dije: bueno, quiero trabajar, explorar esto. Surgió automáticamente porque es como decís vos, está en todos lados, todo el mundo tiene la sensación de que hay algo que nos estamos perdiendo. Y la situación es parecida a la que yo estaba experimentando en ese momento. Yo efectivamente tengo una casa patagónica en un barrio de las afueras de Comodoro Rivadavia. Había ido a corregir Electrónica, me había tomado quince días, y al final me sobró una semana y empecé a escribir otra cosa. Y lo primero que surgió fue algo parecido a lo que me estaba pasando a mí, que había dejado la ciudad y me había ido a esa casa de mis abuelos en la que yo había pasado parte de mi infancia. Y procesé de esa manera, el tema de los recuerdos, de la infancia perdida, de lo que ya no está. Y empecé a escribir eso. Todo el mambo con los vecinos había pasado efectivamente, un vecino hizo unas remodelaciones que habían afectado ese paraíso de mi infancia. Y a partir de ahí empecé a imaginar la historia. El punto de partida fue el mismo que el del libro, con la diferencia de que no escapaba de ninguna relación de pareja ni de ninguna situación bochornosa, pero sí estaba como volviendo al paraíso perdido, y estaba claro el paso del tiempo, por primera vez, me di cuenta por las marcas que había dejado el vecino. Que hay cosas irrecuperables. Quiere empezar de nuevo pero él había empezado ahí, es como un falso empezar de nuevo.

¿Te interesaba escribir un libro parecido a la vida, en el sentido en que no pasan grandes cosas y todo es más bien chato?

Me interesaba que al principio fuera parecido a la vida pero que se fuera deformando. En ese sentido quería que fuera fellinesco, el libro tiene muchas referencias a Fellini. Y como que juega con esa supra realidad. Porque es verdad, pasan muy pequeñas cosas cotidianas, las cuales este personaje asume como muy importantes, qué sé yo, de pavadas como quedar medio en pelotas frente al vecino se hace todo un tema para él, y me gustaba que se fuera de a poco pervirtiendo. En la vida serían demasiada casualidad las cosas que pasan, creo que poco a poco va cobrando la lógica de una película, donde las cosas sí suceden por alguna razón: justo el vecino se parece al ídolo de su infancia (Freddie Mercury), bueno, en las películas sí pasan esas cosas. Lo que quería era que se fuera entrando de a poco en esa lógica, en cierta cosa onírica si querés, o en este caso cinematográfica, que lo va alejando cada vez más de la lógica de la razón.

¿Qué te gustaría que produzcan tus novelas en el lector?

Siempre cuando escribo una novela, me interesa la idea de estar en una especie de sueño del cual el lector no pueda despertar. Eso creo que lo decía García Márquez. Que la literatura es un sueño del cual el lector no tiene que despertar y que una palabra mal puesta, una oración que no funciona, un capítulo de más, etcétera, hacer despertar al lector. Me gusta esa idea. Que la lectura sea una experiencia sensorial, el libro está plagado de experiencias sensoriales. Un viaje, también, que el lector se sumerja ahí. Simplemente pretendo que sea un viaje alucinante, en el mejor sentido de la palabra. Digo todo esto, pero también pretendo cambiar el mundo. Suena estúpido, pero me parece que, no tanto por lo que escribo, sino cuando hago notas y demás, tengo un discurso como muy político, muy de arenga. Me sale esa pretensión.

¿Y cómo te gustaría que fuera el mundo?

No me gusta el macrismo, la derecha, el fascismo. Qué sé yo, me gustaría que fuera un lugar donde hubiera más amor en general, sé que suena medio trillado y de autoayuda y demás, pero realmente creo que construir desde el amor es la que va, todo lo otro, aunque uno caiga también en eso, genera frustración, ira, separación. Hay disputas políticas que hay que darlas, pero se pueden dar también desde el amor y desde la comprensión. Me gustaría que hubiera mejores intenciones en todo. Me parece que, sobre todo desde el campo literario y la cultura, lo primero que tiende el otro siempre es a querer bajarte de un hondazo. Como también hay mucha amistad. Pero creo que a veces hay una mala leche al pedo, que no suma nada, sobre todo cuando estamos en una situación en la cual, sino nos empezamos a proteger entre nosotros nos comen desde afuera. Hay que entender más que es una construcción colectiva. Y hay mucha incapacidad, también. Por ahí te encontrás editores que parece que no quisieran vender libros. Es raro. Creo que hay mucha estupidez, más que mala leche. Hay falta de comprensión de la propia realidad o una negación muy fuerte a querer verla.

Y tu personaje tampoco encuentra una solución a su angustia.

No encuentra manera. Y creo que tiene que ver con que no hay manera. Esa idea de salir a buscar la felicidad, la satisfacción personal, estar bien, es un pensamiento un poco ingenuo y por otro lado muy típico del capitalismo, muy emparentado con eso. La idea del individuo que debe pasarla bien, el hedonismo, la satisfacción a través del consumo, no solo de los más obvios, sino también consumo de personas, de relaciones, de viajes. Es un consumo que está muy bien visto pero no deja de ser eso, bien típico de clase media. Presuponer que su único objetivo en la vida debe ser buscar la felicidad, creo que es ahí donde la pifia. Conseguir otra vida, conseguir una relación mejor, conseguir un mejor trabajo. Cualquier cosa iba a terminar en lo mismo, en la insatisfacción.

Me parece que el personaje es muy ingenuo y el narrador lo ridiculiza.

No sé si lo ridiculiza, creo que está muy pegado a él. Puede que sea ingenuo pero al mismo tiempo es un tipo como que es bastante crítico de sí mismo, todo el tiempo piensa: voy a hacer esto y de inmediato se responde: pero qué pelotudo que soy mirá lo que voy a hacer. Es el personaje que elige un camino, que va para el otro lado, no logra salir de ese pantano de sus contradicciones y sus dudas.

En relación a Electrónica, ¿te parece que ésta funciona como contraparte?

Creo que después del recorrido que tuvo Electrónica, que anduvo muy bien con los lectores y tuvo críticas muy buenas y otras que le pegaron, a mí me surgió la disyuntiva de qué hacer. Si seguir por ahí, explotando una veta que evidentemente había funcionado, o ir para el otro lado. A mí me gustan los artistas que van siempre para otro lado, que cambian las cosas, entonces la decisión que tomé fue hacer todo lo más que pudiera alejado de Electrónica, si bien hay muchos temas que se repiten: la búsqueda de la felicidad, la insatisfacción, las relaciones que no funcionan y demás. Pero me propuse que no hubiera drogas, que el personaje fuera hombre. Todos los artistas que son nombrados en la novela tienen eso, Goddard, Fellini, incluso Lucrecia Martel: dentro de la misma temática o de un mismo aire van buscando nuevas formas. Eso sí me interesaba hacer: no quería repetirme de ninguna manera.

Leí en alguna entrevista que decías que sos un “hombre deconstruido”, ¿qué significa eso?

No soy un varón deconstruido, sino que estoy en proceso de deconstruirme. Mirá, de acuerdo con esta nueva revolución del feminismo, a los varones heterosexuales que se presupone que tenemos nuestros privilegios, lo que tenemos que hacer es deconstruirnos. En primer lugar renunciar a nuestros privilegios: cobramos más en los trabajos, tenemos supuestamente la venia para hacer nuestra voluntad en casa. Bueno, un varón deconstruido renuncia a esos privilegios que la sociedad patriarcal nos otorgaba por ser varones blancos y de clase media. Y eso significa, en lo cotidiano, que las tareas del hogar se comparten o se llevan a cabo por parte del varón, en el caso de la sexualidad en la novela el personaje tiene también algunas cosas de varón deconstruido, en general tiene que ver con salirse del rol del macho alfa, del macho privilegiado, y empezar a explorar otras maneras de pensar la heterosexualidad. Nosotros tenemos la misma edad y nos criamos con las comedias de Porcel, o Rompeportones.

¿Leés literatura argentina contemporánea?

Tuve una etapa en que leía bastante a los contemporáneos, sobre todo a los jóvenes. Ahora estoy más dedicándome al rescate de autoras como Elvira Orphée, por ejemplo, o Sara Gallardo, que hacía rato venía leyendo, Syria Polleti, también, que hace poco vi en la feria y me compré en la colección de Eduvim. También me gustan mucho los clásicos, voy de a poco, como Rojo y negro, ahora estoy con Sensatez y sentimientos. Mi formación como lector tiene más que ver con la literatura latinoamericana en general. Soy muy tributario del boom, creo que ahí está lo que más me interesa, Rulfo, Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez, Arguedas en Perú, por ejemplo. Me gusta mucho la literatura rusa. Y no soy metódico para nada, salto de un libro a otro, si lo tengo que dejar lo dejo.

¿Y para escribir sos metódico?

No, tampoco. Me cuesta ser metódico para cualquier cosa. Para escribir, sí, hace mucho que trabajo en la editorial y siento que tengo oficio, me siento y escribo, no tengo problemas con la hoja en blanco. Tengo etapas. En la primera lo hago muy tranquilo, y a medida que avanzo y me entusiasmo llega un momento en que simplemente me atrapa. Hasta que llega un momento en que me voy a la Patagonia para estar solo sin redes sociales ni vecinos y me enfoco solo en eso. Pero todo el tiempo estoy pensando en alguna historia que contar. Todo lo que tenga que ver con método, horarios y demás me aleja. Me encantaría, eh. Pero no me sale.

 

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