El affair Moreno
Miércoles 15 de enero de 2014
Sobre la reedición de El affair Skeffington de María Moreno (Mansalva).
Por Patricio Zunini.
El affair Skeffington es el primer libro de María Moreno y, hasta ahora, el único libro de ficción —una ficción mestiza, compuesta por diferentes tonos y registros— de una extensa producción que incluye, entre otros títulos, El fin del sexo (y otras mentiras), Vida de vivos. Conversaciones incidentales y retratos sin retocar, y la reciente compilación de artículos sobre crítica literaria Subrayados. Leer hasta que la muerte nos separe. Justamente en este último, la propia Moreno menciona El affair Skeffington: en el artículo “¿Balón o pelota?” dice de aquel libro que es muy argentino —y se podría completar muy borgiano— porque «es la biografía de una autora inexistente, una poeta norteamericana que vivió en París durante los primeros años del siglo XX y escribió una suerte de diario de su aprendizaje del psicoanálisis y tres libros de poemas». Hace unos pocos meses, la editorial Mansalva reeditó El affair Skeffington.
El procedimiento es clásico: María Moreno da cuenta del hallazgo del manuscrito de una poeta desconocida, Dolly Skeffington y, antes de presentar los poemas, reconstruye la vida de la autora —el core de ficción del libro— a partir de los comentarios de un cronista de la época. La biografía de Dolly se diluye en un fresco de las artistas inglesas y estadounidenses que durante la década del 20 experimentaron diferentes vanguardias, asumieron sin intermediación la teoría freudiana, construyeron una bohemia en torno a la París-Lesbos: «yo quería —dice Moreno en el epílogo de esta nueva edición— hacer un libro talismán en persecución de El almanaque de las damas de Djuna Barnes y El libro blanco de Jean Cocteau, cuyas primeras ediciones eran artesanales y anónimas, el libro de las chicas que aman a las chicas y de los muchachos que aman a los muchachos, un álbum contraseña que consolara e hiciera reír, dejando fuera todo lo demás». Otra cita del epílogo: «Hice viajar en la máquina del tiempo polémicas que comenzaban a desarrollarse en los corrillos del feminismo lesbiano durante la transición democrática». (Cabe señalar que el libro se publicó en 1992).
Unos días atrás, una santafesina que vivió los setenta exiliada en Madrid me decía que una de las oportunidades que hay en el desarraigo es reinventar tu pasado: en el exilio podés crearte desde cero. ¿Habrá sido eso lo que sintió Dolly Skeffington? Llegada a París con su nombre real, Olivia Streethorse, «necesitó de un autobautismo privado para la asunción de un nuevo yo». Y cómo leer, entonces, que la falsa biografía de Olivia Streethorse/Dolly Skeffington esté a la vez firmada por Cristina Forero y su seudónimo —su recreación, su autobautismo privado— María Moreno.
Corrida en tiempo y en espacio, se extraña el canyengue de la voz de Moreno, que recién aparece sobre el final del extenso —extenso— prólogo. Y luego se abren, sí, los 28 poemas de la Skeffington. ¿Por qué Moreno necesitó enmascarar su poesía en la voz de un personaje? Ella dice en ese epílogo ya varias veces visitado que los poemas son y a la vez no son propios: durante la convalecencia de un tratamiento médico «creía oír frases sueltas que se me antojaban bien formadas y en las que reconocía el eco de los poemas de poetas norteamericanas traducidos por Diana Bellessi en Contesta, baila mi danza. Uní algunas de esas frases hasta componer párrafos que podrían haberse llamado poemas si no los hubiera pensado, en cierto modo, ajenos a mi voluntad». Es probable que muchas de las mujeres retratadas le habrían cuestionado esta decisión.
Los 28 poemas de Skeffington/Moreno son hermosos. Dejo para el final de la reseña algunas estrofas.
Los vecinos entran con pasos temerosos
no para comprar sino para ver lo que teníamos
y vamos a perder —por favor
no permitan que sus hijos
salten sobre los elásticos de la cama
en la que uno después de otro
mi hermano y yo fuimos engendrados.*
Un día Merril se fue a vivir a Millthorpe
con un “profeta del mañana”
que leía la Biblia mientras él pinchaba tocino
en el fuego de la chimenea
y cuando escuchó que Cristo había pasado su última noche en Getsemani
Merril preguntó: “¿Con quién?”.*
Ella es tan pero tan atroz
como una mente afiebrada,
piensa que es el amor
antes de conocerlo y se resguarda.Yo, la dama del rickshaw,
con otra dama
que no conoce el camino pero tiene un látigo.