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Nellie Bly: dos libros para conocer a la heroína del periodismo de riesgo

Por Valeria Tentoni

Los Lápices Editora incluyó en su colección de mujeres viajeras el libro La vuelta al mundo en 72 días de la periodista estadounidense que sorprendió hasta al mismísimo Julio Verne, y Alquimia en Chile hizo lo propio con Diez días en un psiquiátrico

Por Valeria Tentoni.

 

 

 

Con prólogo de María Rosa Lojo, La vuelta al mundo en 72 días es sólo una de las perlas que nos reserva Los Lápices Editora en su colección de mujeres viajeras, que incluye obras de Flora Tristán, Ada María Elflein o Elisabeth Bisland. Con una muy fluida traducción a cargo de Verónica Strocovsky, este diario de viajes puede calificarse, sin más, como un libro asombroso.

"Heroína emblemática del periodismo de riesgo e investigación", la presenta Lojo, y los libros están ahí para darle la razón: el que la tiene superando la marca de un personaje de ficción de Julio Verne es imbatible. En 1890 el diario The World anunciaba que Nelly Bly, seudónimo de Elizabeth Cochrane Seaman, había roto todos los récords y había dado la vuelta al mundo en 72 días.

Y es que a Bly, una joven periodista estadounidense nacida en 1864, se le había metido entre ceja y ceja la aventura de subirse a barcos y trenes un domingo aburrido en el que "no se le ocurría nada" que llevar al diario. El editor, sin embargo, al principio se la rechazó: que era una mujer, que no podía viajar sola, que iba a necesitar demasiado equipaje, que no sabía hablar más que el inglés. Y que además se le había ocurrido antes a un colega, por supuesto varón.

Orgullosa, testaruda y repleta de coraje, Nellie Bly esperó hasta que, al año, finalmente le asignaron la nota. Partió en barco sin haberse subido antes a ninguno (aunque sí había viajado ya, por ejemplo seis meses a México, lo que dio lugar a otro libro que todavía no se ha traducido a nuestra lengua y que esperamos), y se sobrepuso a todo, incluyendo los mareos, siguiendo el consejo del capitán: lo mejor en esos casos es forzarse a comer.

Como si ese consejo derramara por completo en su vida, cuando tuvo miedo hizo también lo mejor: avanzar de todas maneras. Nada la amedrentó, y cuando le ofrecieron un arma dijo que no en la creencia de que "el mundo la recibiría como ella lo recibía a él".

En ese espíritu zarpó, determinada a romper el récord. Barcos y trenes después volverían a ofrecerle un arma: esta vez apenas un palo, y para golpear a los barqueros al anclar en Port Said, que se peleaban a muerte por centavos de turistas, arrastrándolos de un bote al otro para después ofrecerles paseos en burros con nombres ingleses.

Bly había partido sin saber siquiera si su moneda era conocida en otros paíes, y se encontró con que en varios no conocían ni su bandera. Sin embargo, su hazaña si que había hecho correr tinta, y el gran Verne quiso conocerla en persona. La recibió en su propia casa, junto a su esposa, a quien Bly se contuvo de besar en la boca. De Verne la asombró, entre otras cosas, la modestia de su espacio de trabajo: un pequeño cuartito que aceptó mostrarle antes de dejarla continuar su carrera, no sin antes señalar en un mapamundi las diferencias entre el trayecto de su personaje y el de ella, la mujer que viajaba con un solo vestido y una sola valija.  

Todas las anécdotas que incluye Bly en este libro son exóticas e increíbles, reliquias de otros mundos que no estamos tan acostumbradas a leer en pluma de mujer. Tenemos las Cartas americanas de Humboldt, tenemos los prodigios de Cabrera Infante, tenemos a Theodore Child Remontando el Río Paraná que ahora desaparece, ¡hay tantos y tan buenos libros viajeros! ¡Tan majestuosa literatura provoca el asombro del viaje! ¿Pero qué ocurre cuando nos lo cuenta una mujer? Los Lápices se propone saltar ese hueco falso, porque claro que las mujeres de antaño viajaron y vieron. Con más dificultades que los varones, sin duda, pero vaya que dejaron sus Recuerdos de viaje. Y aquí hay un grandísimo ejemplo.

 

 

 

El segundo libro que recomendamos de Bly llega en versión chilena con Alquimia Ediciones (vía Big Sur, puente de tráficos latinoamericanos). Diez días en un psiquiátrico tiene traducción y notas de Ana María Álvarez.

Fue publicado por primera vez también en un diario, el New York World (bajo dirección de nada más y nada menos que Joseph Pulitzer), y esas entregas se compilaron en libro por primera vez en 1887. En este caso, la idea se la ofrecieron, y ella aceptó el encargo. 

Con un arrojo inusitado Bly se coló en un asilo para mujeres consideradas insanas, el Woman's lunatic asylum de la Isla Blackwell, y para la nota debía escribir y publicar su experiencia después. 

 

—¿Cómo me sacarán —pregunté a mi editor— una vez que esté ahí?

—No lo sé —contestó—, pero te sacaremos incluso si tenemos que revelar quién eres y por qué has fingido locura, solo tienes que entrar.

 

"En 1887, cuando Nellie Bly ingresó a la isla de Blackwellm, los asilos en Estados Unidos eran básicamente cárceles. Muchas de las mujeres que llegaban ahí lo hacían después de ser detenidas por crímenes tan absurdos como 'vagancia' o 'mendigar'. Gran parte de estas mujeres tenían algún tipo de condición psicológica, pero la pobreza o su condición de inmigrantes eliminaban la posibilidad de ser cuidadas por miembros de su familia, si es que la tenían", explica Álvarez. 

 

 

Tras las publicaciones de Bly, de hecho, se iniciaron investigaciones judiciales y se mejoraron las condiciones para las pacientes. "Así que al menos tengo la satisfacción de saber que las pobres infortunadas estarán mejor cuidadas gracias a mi trabajo", escribió Bly para presentar la primera edición.

Tan estrafalaria es la historia que en 2019 llegó al cine Atrapada en el manicomio: La historia de Nellie Bly, protagonizada por la actriz nominada al Golden Globe y al Emmy, Christina Ricci.

"Desde sus veintiún años hasta su muerte la absorbió la pasión periodística, que ejerció de la manera menos convencional imaginable. Hoy sigue siendo una heroína emblemática del periodismo de riesgo e investigación", escribe María Rosa Lojo. Y advierte: "Elizabeth Jane no solo fue una periodista de excepción, sino una fascinante escritora".

 

 

 

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