El poema no está en la escritura: tres poemas de Cecilia Vicuña
Miércoles 17 de abril de 2024
Leemos a la artista visual y poeta chilena a partir de la exposición Soñar el agua (MALBA) y la antología de poemas Transandina.
Publicada en el marco de la exposición Soñar el agua, el dossier Cecilia Vicuña. Transandina (MALBA) es una pieza descargable de 65 páginas que condensa parte del espíritu de los encuentros de aproximación a la obra poética de la poeta y artista visual chilena.
A continuación, seleccionamos tres poemas de Libro Venado (n direcciones, 2022), “una aventura artística y epistemológica que parte del poema cantado y danzado en el rito del venado de la comunidad yaqui, y despliega una meditación amplia acerca de las posibilidades de asimilar cosmovisiones y concepciones ancestrales de lo poético a través del dibujo, el testimonio, el ensayo, la cita y la traducción. Integrado por varias secciones y atravesado por distintas lenguas y discursos de diferentes áreas del conocimiento, se plantea al mismo tiempo como un libro total y como una indagación en el error, en el “no saber” y en el fracaso. Vicuña sostuvo y desarrolló este proyecto, vinculado a su relación de amistad e intercambio con el poeta Jerome Rothenberg, pionero de los estudios de etnopoesía, durante prácticamente dos décadas, desde los años ochenta, hasta que pudo realizar su primera edición en Argentina”.
Vivo en este poema hace tiempo y vuelvo a él por cualquier resquicio,
cualquier entrada que me de.
No ser me da un lugar, me permite ser con.
Los poetas orales vuelven a él generación tras generación desde hace miles de
años, cantando siempre el mismo poema, que cambia y se mantiene a la vez.
¿Qué hay en su sed? ¿Qué hay en el poema que responde a esa sed?
El poema venado quizás es el espejo donde la sed y el agua dialogan en el
intercambio recíproco de la relación.
Y nosotros, sus lectores, somos el desierto sediento del agua de la poesía.
El desierto florece cuando lo miran. La humedad de la mirada le da vida.
El poema no está en la escritura, sino en el rito oral.
Si la escritura ‘mata’ el poema, algo del poema, un polvo pendenciero
renace en la mirada del lector.
El poema vive en el entre, el intervalo entre las lenguas y los sonidos.
El entre nos invita a entrar en el espacio imponderable de la imperfección,
la imprecisión del no saber. Ahí siento el poema vibrar como una luz,
una sed que baila en el agua del sonido.
Ahí invito a mis lectores, viajeros como yo entre todas las imperfecciones.
La Caza
La caza es el misterio:
llegar a ser lo que se es
Cazar es oir
Cazan el silencio
Cazan el cansancio
Cazan la agonía
Las flechas se piensan a sí mismas
La cuerda sagrada
Nos une al momento
El momento es el peregrino