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"La rabia es la tinta de mi escritura"

Pedro Lemebel en entrevista

"Soy un lugar innegable en la literatura chilena, y eso me lo he ganado a pulso. Sin besarle el culo a nadie". Tomado de No tengo amigos, tengo amores (Alquimia), directo desde Chile vía Big Sur, el libro de extractos de entrevistas al autor de Tengo miedo torero, con edición de Macarena García y Guido Arroyo. 

Respuestas de Pedro Lemebel.

 

 

 

No tengo padres literarios.40

A mí siempre me preguntan por mis lecturas, por mis referentes. Y ninguna de esas huevás lo son. Si en mi casa no había libros.59

El mío es un voyerismo invertido, porque puedo estar dentro y fuera del escenario, según me convenga.29

Soy un lugar innegable en la literatura chilena, y eso me lo he ganado a pulso. Sin besarle el culo a nadie, ni a los obispos, ni al director de El Mercurio ni a ningún escritor del staff literario chileno. Me he hecho solo esto. Solo y huérfano.6

En el álbum macho, familiar y tradicional del canon literario chileno, quizás soy la tía solterona cronista.69

En Chile la catedral literaria se yergue sobre las plumas del clóset; a mí me aceptan con una risa torcida.67

Odio el trabajo, soy ocioso por vicio y voyeur en espera.

 

***

 

No sé si hago carrera –uff, que cansancio– no compito con nadie, aunque siempre me están preguntando por mis pares escritores o maricas letrados de la competencia. Pero trato de no intoxicarme con los humos arribistas del medio literario nacional.7 A mí me cuesta leer, sobre todo si se trata de una novela. Prefiero leer ensayos o textos donde aparezcan otros discursos. En realidad, la ficción me da lata, porque creo que la vida es mucho más interesante. En este país, en cada una de sus esquinas puedes encontrar un motivo para escribir. Entonces, ¿para qué ficcionar? Es claro que no podemos seguir contando el cuento de La caperucita roja cuando todas hemos perdido la virginidad.35

[A la poesía] le tengo un gran respeto, sin que yo sea un sujeto que respete muchas cosas. Pero a esa alquimia de la letra sí le tengo respeto. Son muy lights los narradores. Y los poetas son buenos para la droga, para el trago, para los placeres. Si se descuidan uno les puede correr mano, pertenecen más a mi mundo.10

 

***

 

Existe un provincianismo un poquito arcaizante en la forma como se tratan ciertos temas. El mismo asunto del prostíbulo, el puterío del norte en Hernán Rivera Letelier. Es el único tipo que acepta la burguesía, la única caricatura que digieren: la políticamente correcta. Esos prostíbulos estereotipados se convierten en un aporte folclórico, y es lamentable porque el tema es mucho más fuerte: el tema de la sexualidad, del aislamiento del Norte, de la sobrevivencia en ese arenal es más complejo. Se recurre al pasado para mostrar un lugar donde el placer corpóreo tuvo su éxtasis y ahora, ¿dónde está ese éxtasis?44

Cuando yo hablo de la farándula, hablo de la farandulización de lo mediático, no hablo de personajes, no me interesan. No me llegan ni a la tapilla del taco alto.16

 

***

 

Yo escribo de la televisión para criticarla.61

No me atrae reproducir la hipnosis inepta de la televisión.61

Los homosexuales que salen en la tele son parte de una farándula liviana, grotesca y reaccionaria. Me asquea que me metan en esa farándula. Por eso soy reacio a ir a programas de tele. Solo voy cuando le puedo dar un sentido a mi aparición.32

Me tengo que manejar con una precisión de relojero, que desteje la tela sin que la araña se despierte. Porque en el momento en que se den cuenta de que mis pobres palabras están cargadas de nitroglicerina, se me corta. Sucede algo curioso: cada vez que voy a la TV, se produce algo. Me invitan como una voz que expone su cuestión homosexual abiertamente. Yo expongo un imaginario, que es mío, pero también de otros. Recojo esas ficciones, ese folclor mariposón, pero también puedo hablar de otras cosas, de los detenidos desaparecidos, de política, y eso se transforma en otro tipo de atracción. Es segregador que a las minorías sexuales se les pregunte solo sobre su tema, es hasta una falta de respeto, un arrinconamiento cultural.41

No me presto pal hueveo. El otro día me llamaron y me invitaron a no sé qué cosa por los derechos humanos y yo pregunté: ¿y va a ir la Carmen Hertz? ¿y van a ir los familiares? y nada, puros políticos, cómo voy a ir a eso, no, no, no más.14

Prefiero ir al pedagógico que a un programa de televisión taquilla como Con Mucho Cariño, al que me invitaron y no fui. Tuve la intuición de que algo malo me tenían preparado. Tal cual, el otro invitado era Joaquín Lavín. A él solo le daría la mano con caca.48

No le doy la mano a cualquiera. El cuerpo es propio, único. Dar la mano o compartir una mesa es un gesto muy difícil para una persona polémica. Yo puedo estar en una discusión, pero no voy a tomarme un trago con un UDI. En ese sentido, soy a lo mejor una vieja porfiada, cascarrabias, pegá y resentida, como me dicen, pero con ese resentimiento yo escribo, es la tinta de mi escritura.48

 

***

 

Me acuerdo de un 18 de septiembre cuando conocí a Violeta Parra. Yo vivía en San Miguel, cerca del estadio. Había un vecino que tenía un triciclo donde repartía vino. Nos subimos todos los niños al triciclo, tenía como 7 años. Entonces la palabra felicidad tenía sentido, todavía no nos había marcado la cicatriz de la vida. Partimos al estadio San Miguel. ¡Tan lindo! Parece que lo estuviera viviendo: el sol, los volantines, los yuyos amarillos en las canchas de fútbol. Llegamos y habían fondas. Una de esas era de la Violeta Parra, me asomé por entre las tablas y creo haberla visto. Sentada en una silla, haciendo algo con las manos. Ese pudo haber sido el último año que ella estuvo viva.42

A Carlos Monsiváis, el gran cronista mexicano, lo presenté en el seminario “Utopías” en el Edificio Diego Portales, el año 91, recién instalada la democracia. Era una gran figura del ensayo latinoamericano y siempre fue muy generoso en sus comentarios sobre mis escritos. Todo el mundo cultural lo esperaba en un bar pituco después de la conferencia, él pasó por fuera y no quiso entrar. Después me contaron que lo vieron caminando distraído por la calle San Diego.7

Félix Guattari fue muy importante para mí, particularmente en todo su discurso sobre las micropolíticas. Él tuvo un gesto muy bello cuando leí un discurso en un seminario internacional, “Utopías”, realizado hace algunos años, y cruzó toda la sala y besó a Carmen Berenguer y a mí, tal vez porque éramos dos cabezas negras en todo el set de invitados, estableciendo ahí la diferencia.28

En una mesa redonda donde estaba Guattari, había una señora que pasaba por la calle y que entró nadie sabe cómo. Y ella le preguntó sobre el amor. ¡Imagínate, preguntarle a Félix Guattari sobre el amor! Todos la quedaron mirando con esa vergüenza ajena que tiene el chileno, esa cosa tan chilenita de que a todos nos da vergüenza porque alguien dice algo inadecuado. Pero Guattari terminó la conferencia hablándole solamente a la señora, y ésa era la minoría. En toda esa cúpula intelectual, desde su orfandad intelectual, la señora era la minoría.28

Una vez íbamos por Providencia y vimos saliendo a Gabriel García Márquez de un teatro y lo besé casi como un autómata y Gabo me dijo “¡uy!”. A mí me quedó en la boca un sabor a insectos muertos. Lo de Serrat fue más reciente. Eso tenía que ver con El beso de la mujer araña. Es como una marca, una firma. Bueno, ésa fue la época de los escándalos, ahora estoy en la de la escritura.26

Para mí, el momento en que Roberto (Bolaño) se fue, significó un zarpazo de la vida, y frente a ese golpe brutal, que tiene algo de primitivo y que te devuelve a un estado primitivo, no tuve nada que decir.63

Dijo que yo era el mejor poeta de Chile justo cuando se iba y me dejó con el odio de todos los poetas de Chile. Siendo tan mala onda, resultó buena onda conmigo el Bolaño. Ahora le publicaron hasta los calcetines, como decía Neruda. Él sabía que se iba a morir, de alguna manera, y tenía un humor tremendo. Yo estaba fumando porro y tomando alcohol y él no podía nada de eso, entonces se ponía tremendamente irascible.72

 

 

***

 

No hay que ser tan tajante, pero me siento un poco trampeado con la novelería llamada nueva. En realidad, no me interesa lo que pueda imaginar un imaginador a sueldo. Esas novelas tan compuestas me aburren. Yo todavía no sé si soy escritor. Yo lo que hago son zigzagueos, guiños a las zetas, a las eses.18

No me interesa esa batalla envidiosa de los literatos chilenos. Parecen conejas pariendo libros fomes solamente con el afán escalador de moldear su nombre en relieve.62

No creo tener referentes locales en esta manga de eunucos letrados, tan fufurufos campaneando el trago en el Mulato Gil o en la fonda del Tavelli.62

Publicar libros de crónicas es para dejar tranquilos también a los novelistas, que creen que les voy a seguir aguando la fiesta con mi éxito literario. Retorno a mi viejo lugar de cronista para que los Collyers y los Contreras puedan dormir tranquilos.32

Lo del escupo a Gonzalo Contreras es un escupo devuelto, es un escupo con boomerang porque de alguna manera él también me escupió, en otro sentido, y le escupió también a la memoria de Chile al defender a Mariana Callejas ¡Nada más! No quiero decir nada más.6

Después de la narrativa que apareció en los años noventa, me interesó mucho el despertar del ensayo. Autores como Tomás Moulian o Jocelyn- Holt dieron un nuevo impulso a las letras, quitándole a nuestra literatura el barniz ficcional que la caracteriza. Sin embargo, ese tipo de escritura quedó estancada, y dio paso a esta ola de periodismo literario. A partir de la despolitización de la literatura en este país existe un verdadero kardex literario, o sea, literatura para todos. Evidentemente faltan plumas más irreverentes que pongan en cuestión el género.35 En realidad lo de sociólogo silvestre no me queda bien, hay otros personajes y escritores de la sociología más respetables por su saber, como Tomás Moulián, por ejemplo, a quien tengo en alta estima.21

 

***

 

A Jorge Teillier lo conocí hace mucho en un tren. Él no tenía mucha cercanía con el asunto gay que yo representaba, pero fue muy generoso al extenderme su mano y palmotearme el hombro. ¡Se me cayó la cartera!40

El elogio de Zurita al laguismo me cargó. Nadie puede. Pero también sus dos primeros libros son remecedores y por eso creo que Zurita merece ser reconocido por estas tierras del mal amor ahora cuando aún es joven –debería teñirse las canas–.40

Respecto a las obras femeninas, creo que la Diamela Eltit tiene un proyecto con la escritura, con la concepción de escritura. Es una escritura bastarda que está fuera de un canon literario y eso me seduce y entusiasma, me dejo pervertir por esa pasión.40

Qué impresionante volver a conocer a esta otra Gabriela [Mistral] que no tiene tanto que ver con ese estigma de madre que le instaló el envidioso canon literario chileno. Tuvo que haber sido difícil ser lesbiana entonces. Ella era la única mujer que estaba en ese falo egocentrismo entre los Parra, entre los Neruda, entre los Huidobro.72

 

*** 

 

Entre el periodismo y la literatura, se podría ubicar la crónica, pero no solamente como Nuevo Periodismo, como lo intuyen Truman Capote, o Norman Mailer en Estados Unidos. Ya antes, a fines de siglo, Susana Rotker sitúa “la invención de la crónica” en Latinoamérica en los textos de José Martí, en sus crónicas sobre la muerte de Jesse James, en los textos de Rubén Darío y Manuel Gutiérrez Nájera. Pareciera que allí, en esos textos poco estudiados de estos escritores, sobre todo en José Martí, se dio la fusión estilística, política y estética donde se acuna la neocrónica, la crónica urbana o los ensayos de literatura cotidiana como le dice José Joaquín Blanco a su propuesta escritural.28

Es posible creer que la “neocrónica”, como la llaman algunos, sea un paréntesis estratégico entre el periodismo y la literatura, pero que se vale de ambos pararetratar, narrar o visualizar sucesos y personajes enmarcados en la llamada crónica urbana. Esta última denominación es ya un género literario usado por cronistas como Carlos Monsiváis, José Joaquín Blanco, de México, Edgardo Rodríguez Juliá, de Puerto Rico, y otros.28

Después de Joaquín Edwards Bello yo soy el mejor cronista de este país y punto.65

Yo no tengo nada de Edwards ni de Bello. Pero en su crónica reconozco algún reflejo de la ciudad que él vio, y la que yo retrato en sus caracoles de espejo.18

Ningún escritor en Chile puede jactarse de tener seis mil, perdón, seiscientas personas en su presentación (me estoy poniendo chileno…).64

 

***

 

La rabia es la tinta de mi escritura, pero no la rabia hidrofóbica del hombre perro; puede ser una rabia con pena, rabia con cuentas pendientes en el tema Detenidos Desaparecidos, una rabia macerada y en espera de su pronta ebullición.67

Todo el pasado me hace dudar pues niño, no sé si lo soñé o lo viví.42

No creo en una forma natural de la expresión. No nací con una estrella en la frente, como dice Violeta Parra.67 

 

 

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Citas provenientes de

40. Pedro Lemebel. Me dejo pervertir por la pasión, (sin autor). El Mercurio Antofagasta, 16 de septiembre de 2000.

41. Me gusta la clandestinidad, por Lolas, Jazmín. Las Últimas Noticias, 19 de enero de 2001.

42. Mis mejores fiestas patrias, (sin autor). Diario Siete, Santiago, 18 de septiembre de 2005.

43. “Nunca quise tener muñecas… Yo quería ser la muñeca”, por Cabrera, Tatiana. Revista Cultura y Tendencias 10, febrero-marzo de 1999.

44. Pedro Lemebel en Antofagasta. Un quijote travestido, por Ávila, Iván. El Mercurio Antofagasta, 23 de diciembre de 2000.

45. Pedro Lemebel: “Subrayo los libros con rouge”, (sin autor). El Mercurio, Santiago, 6 de diciembre de 2003.

46. Un contrabando de imaginarios, (sin autor). El Mercurio, Santiago, 25 de noviembre de 1999.

47. “De perlas y cicatrices”, (sin autor). Diario El Día, Coquimbo, 1999.

48. “No tengo amigos ni amigas, solo grandes amores”, (sin autor). Revista Intramuros UMCE, 2002.

49. Lemebel se ríe del Sida: “Es la autodefensa de los homosexuales”, por Novoa, Loreto. La Época, miércoles 25 de septiembre de 1996.

50. “Estoy con Gladys con todos sus deseos y sueños”, Muga, Ana. El Siglo, 27 agosto de 1999. 105 ·

51. “Todavía me pongo rojo”, (sin autor). Diario La Estrella, Valparaíso, 2001.

52. “Mi escritura es resentida”, (sin autor). Diario El Sur, Concepción, 2000.

53. “Yo no soy tolerante”, (sin autor). Las Últimas Noticias, Santiago, 2000.

54. “El baile de máscaras de Pedro Lemebel”, por Quezada, Iván. La Tercera, Santiago, 2000.

55. “Ahora leer mis libros es políticamente correcto”, (sin autor). El Mercurio Valparaíso, 2001.

56. “Corazón indómito”, (sin autor). Las Últimas Noticias, Santiago, 1999.

57. “Lemebel afila su lengua y regresa al género crónica”, por Mazuela, Fany. Diario La Hora de la tarde.

58. “La chapa de transgresor es un arma de doble filo, me preocupa que mi trabajo se transforme en un producto consumible”, (sin autor). Diario El Divisadero, Coyhaique, 2002.

59. “La crónica y el lenguaje en la obra de Pedro Lemebel”, (sin autor). Revista Sudatoria, Santiago, 2002.

60. “Al final voy a perder la voz por completo”, (sin autor). Diario El Llanquihue, Puerto Montt, 2013.

61. Reina de corazones, (sin autor). Revista Vórtice, Santiago, 2000.

62. Pedro Lemebel y la loca del Frente, por Zerán, Faride. Revista Rocinante N°30, abril de 2001.

63. Pedro Lemebel: “Si a los chilenos les basta con la televisión, este es un pobre país”, por Castillo R., Rodrigo. Las Últimas Noticias, lunes 21 de julio de 2003.

64. Pedro Lemebel. La rabia, por Nachon, Andi. Página12, 25 de octubre de 2003. · 106

65. Pedro Lemebel: “O escribo o me enamoro”, por Gómez Lizana, Jorge. Publimetro, miércoles 3 de marzo de 2004.

66. Pedro Lemebel: “La farándula gay chilena es pura pose y cuento”, por Vergara, Carlos. Las Últimas Noticias, jueves 13 de mayo de 2004.

67. “La rabia es la tinta de mi escritura”, por Costa, Flavia. Suplemento Ñ, diario Clarín de Buenos Aires, sábado 14 de agosto de 2004.

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