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El extraordinario contraataque de Céline

"Conversaciones con el profesor Y es el arte poética de Céline, a la vez que un extraordinario contraataque dirigido a un campo literario que lo consideraba acabado, perdido en las brumas de la irrealidad": acá podés leer el arranque de ese libro, publicado por Caja Negra, que Céline escribe "como estrategia de promoción de sus escritos y defensa de su persona".

Por Louis-Ferdinand Céline.

 

La verdad, ahí, simplemente, las librerías sufren una crisis de ventas muy grave. De no creer… ¡ni un cero de las supuestas tiradas de 100.000! ¡40.000!… ¡e incluso 400 ejemplares!… ¡atrapabobos! ¡Ay!… ¡Ay!… sólo la “prensa del corazón”… ¡y ni siquiera!… se defiende más o menos… y un poco la “serie negra”… y la “amarilla”… En realidad, ya no se vende nada… ¡es grave!… el cine, la televisión, los electrodomésticos, la motoneta, el auto de 2, 4, 6 caballos le hacen un daño enorme al libro… ¡todo “venta en cuotas”, imaginen! ¡y “los weekends”!… ¡y esas vacaciones bi! ¡trimensuales!… ¡y los cruceros Lololulus!… ¡adiós pequeños presupuestos!… ¡deudas!… ¡ni una moneda disponible!… ¡entonces cómo comprar un libro!… ¿una casa rodante?… ¡todavía!… ¿pero un libro?… ¡el objeto más prestable de todos!… un libro es leído, entendámonos, por veinte… veinticinco lectores por lo menos… ah, si el pan o el jamón, pongamos, pudieran también ofrecerse, ¡un solo pedazo!, a veinte… ¡veinticinco consumidores! ¡qué ganga!… el milagro de la multiplicación de los panes nos deja soñando, pero el milagro de la multiplicación de los libros, y en consecuencia de la gratuidad del trabajo del escritor, es un hecho bien consumado. Ese milagro tuvo lugar, de la manera más tranquila del mundo, en la “batalla campal”, o con algunos cumplidos, a través de las salas de lectura, etc., etc. En todos los casos el autor paga el pato. ¡Eso es lo principal! Se supone que él, el autor, disfruta de una sólida fortuna personal, o de una renta de un Partido muy grande, o de haber descubierto (más importante que la fusión del átomo) el secreto de vivir sin comer. Por otro lado todas las personas de condición (privilegiadas, forradas de dividendos) les afirmarán como una verdad indiscutible, y sin ninguna malicia: que sólo la miseria libera al genio… ¡que conviene que el artista sufra!… ¡y no sólo un poco!… ¡mucho y más!… ¡ya que él sólo da a luz en el dolor!… ¡y que el Dolor es su Maestro!…1 (M. Zócalo)…2 Además, todo el mundo sabe que la prisión no le hace ningún mal al artista… ¡al contrario!… que la verdadera vida del verdadero artista no es más que un largo o corto juego de las escondidas con la prisión… y que disfruta del cadalso, por más terrible que parezca… ¡el cadalso, por así decir, espera al artista! todo artista que escapa al cadalso (o al poste, si prefieren) puede ser, pasados los cuarenta, considerado un payaso… Ya que se ha librado de la multitud, se hace notar, es normal y natural que sea castigado ejemplarmente… todas las ventanas ya están reservadas, y a un precio importante, para asistir a su suplicio, verlo al fin hacer muecas, ¡sinceramente!, en plaza de la Concorde,3 por ejemplo… la multitud ya arranca los árboles, ¡un inmenso espacio vacío del jardín de las Tuileries! para mirarle mejor la jeta cuando le corten el cuello con dulzura, con mucha dulzura, con una navaja muy chiquita… el fin del payaso, lo que se espera, no tanto que sea cornudo, ¡remilgada alegría! ¡sino que lo aten sobre el caballete! ¡o sobre la rueda! y que lo hagan aullar cuatro… cinco horas… ¡es lo que se prepara para el escritor! ¡payaso también!… ¡por Dios!… sólo logra escapar a lo que le preparan a través de la perfidia, el servilismo, la hipocresía, o una de las academias… la grande o la chica,4 o una Sacristía… o un Partido… ¡refugios bien precarios!… ¡no hay que ilusionarse! ¡cómo se vienen abajo, y muy seguido, esos llamados “refugios”!… y esos “compromisos”… ¡ay! ¡ay!… ¡incluso para aquellos que tienen tres o cuatro “documentos”!… ¡tantos pactos con el Maligno!…

En definitiva, si miran bien, van a ver muchos escritores que terminan en la miseria, mientras que pocas veces encontrarán a un editor bajo los puentes… ¿no es gracioso?… le hablaba de todo esto a Gaston, el otro día, Gaston Gallimard… ¡y Gaston de esto algo sabe, imaginen!… se le ocurrió, en lo que a mí respecta… ¡que debía intentar romper el silencio que tanto mal me había hecho! ¡romperlo! ¡un buen golpe! salir de mi ostracismo para hacer que reconozcan mi genialidad…

–¡Sí!

Le dije.

–¡Usted no está siguiendo el juego! –concluyó…

No me reprochaba nada… ¡pero bueno!… es mecenas, Gaston, entendámonos… pero también es comerciante, Gaston… yo no quería ocasionarle molestias… en el acto, sin perder un minuto, me puse a buscar algunas habilidades para “seguir el juego”… imaginen, siendo científico como soy, ¡si no iba a prospectar los alcances de ese “seguir el juego”!… ¡Comprendí en un santiamén! ¡en primer lugar! que “seguir el juego” era pasar a la radio… ¡antes que nada!… ¡ir y perorar! ¡qué se le va a hacer! ¡sobre cualquier cosa!… ¡pero deletrear el propio nombre cien veces! ¡mil veces!… ser el “jabón de pompas grandes” o la “navaja de afeitar sin hoja”… ¡o el “escritor genial”!… ¡la misma salsa! ¡las mismas maneras! ¡y no bien uno deja caer el micrófono se hace filmar! ¡en detalle! filmar la propia infancia, la pubertad, la madurez, los pequeños percances… y terminado el film, ¡teléfono!… ¡que vuelvan todos los periodistas!… se les explica por qué uno hizo que filmaran su infancia, su pubertad, su madurez… que publiquen todo eso, amablemente, ¡luego que vuelvan a sacar fotografías de uno! ¡y otra vez!… ¡y que la cosa vuelva a salir en cien periódicos!… ¡otra vez!… ¡y otra vez!… en lo que mí respecta, ¡ya me veía embarcado en uno de esos horribles escándalos! ¿justificar esto?… ¿elogiar aquello?… por otro lado unos amigos, publicistas, enseguida me bajaron completamente a tierra.

–¿No te miraste, Ferdinand? ¿te volviste loco? ¿ir a la televisión? ¿con tu jeta? ¿con tu voz? ¿nunca te escuchaste?… ¿no te miraste en el espejo? ¿no viste tu facha?

No me miro muy seguido en el espejo, es verdad, y las pocas veces que me miré, con los años me fui encontrando cada vez más feo… por otro lado esa es la opinión de mi padre… él me encontraba espantoso… me aconsejaba dejarme la barba…

–¡Pero la barba hay que cuidarla, hijo mío! ¡y vos sos un cerdo! ¡vas a apestar!…

Concluía mi padre… en cuanto a mi voz, la conozco… ¡para gritar “¡fuego!” es perfecta!… pero no hay que pedirle encanto… en definitiva: ¡ni escuchable ni mirable!… no se lo confesé a Gaston.

 

 

(...)

 

1. Alfred de Musset, Les Nuits, “La Nuit d’octobre”: “El hombre es un aprendiz, el dolor es su maestro,/ Y nadie que no haya sufrido se conoce”.
2. M. Socle (M. Zócalo): Musset. Una estatua de Musset sobre un zócalo se encuentra en la plaza del Théâtre-Français.
3. Plaza donde se instaló la guillotina durante la Revolución francesa.
4. La Academia francesa y la Academia Goncourt, respectivamente.

 

 

 

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