El producto fue agregado correctamente
Blog > Poesía > Ese hombre
Poesía

Ese hombre

Foto de prontuario de Osip Mandelstam (NKVD)
Un poema de Osip Mandelstam

Cuarta y última entrega de la poesía seleccionada por el autor de Hombre sentado ahíAhab.

Selección y notas de Martín Armada.

Un paseo por un parque de Moscú. Una conversación trivial en la que un poeta le recita a otro un poema. El texto es suyo. Lo sabe de memoria. El poeta que escucha se paraliza, mete todavía más las manos en los bolsillos, quiere hundir para siempre la cabeza entre los hombros. El autor del texto es Osip Mandelstam, el que preferiría no haberlo oído es Boris Pasternak. “La más liviana de las conversaciones / llega, molesta, al montañés del Kremlin”, dicen algunos de sus versos. A partir de ese momento, Pasternak sabe tres cosas. La primera es que “el montañés” al que hace referencia su amigo es el propio Josep Stalin. La segunda que el poema no exagera. La tercera deriva de las demás: tanto Mandelstam como él están ahora en peligro, uno por haberlo escrito, el otro por escucharlo. 

Aquel poema fue llamado luego el “Epigrama contra Stalin”. Fue famoso por ser el texto que llevó a Mandelstam al destierro, primero a la ciudad de Voronezh, y a la muerte, rumbo a Siberia en el invierno de 1938. El “Epigrama” también fue sobrevalorado como manifiesto político. Así lo hizo el propio Stalin quien se dedicó personalmente a seguir el caso de “ese tal Mandelstam”, haciendo algunos llamados nocturnos para hablar con el poeta, reuniéndose con sus colegas, incluso con el propio y aterrado Pasternak.  Luego de su muerte, los críticos del stalinismo y no pocos anticomunistas operaron del mismo modo, pero al revés. El mito, las pequeñas operaciones y las pocas traducciones nos dejaron la poesía de Mandelstam demasiado lejos.

Ana Ajmátova, amiga y poeta miembro del grupo de los acmeístas, le dedicó un capítulo en sus diarios.  Allí habla, claro, de su detención y de su exilio obligado. También narra una historia de un amor. También es el relato de una delicada disputa: la que mantuvo Ajmátova con la viuda de Osip. También es una lectura de los poemas de Mandelstam, varios de ellos dedicados a la propia Ajmátova quien, a su vez, incluye los suyos vinculándolos a la obra y la vida del poeta.  Sin embargo, hay al comienzo de sus recuerdos un gesto gratuito que permite leer una obra: “Mandelstam era un magnífico conversador: no se escuchaba y se respondía a sí mismo, como hacen ahora casi todos”, recuerda Ajmátova. 

Los cuadernos de Voronezh, escritos entre 1935 y 1937, componen el último libro de Mandelstam. Los cuadernos son tres, suman en total 86 poemas. En ellos, la muerte y el exilio son temas recurrentes, obvios. Pero la voz de Mandelstam se refugia en las formas. Sus poemas pueden parecer por momentos incompletos, inconexos, como si los hubiera abandonado en una tormenta de nieve. Puede ser un problema de traducción, sin duda. Por qué no el resultado no deseado de la cautela de alguien que sabe que lo vigilan. O bien podría ser el oráculo de un estilo. 

Similar a una conversación, en estos poemas los primeros versos son los que dicen, mientras el resto escucha. Quizás por eso, no acumulan simples axiomas morales y estéticos y justo ahí, donde las leyes faltan, el sentido salta el vallado. Los poemas son epifanías, puentes a un más allá de toda coyuntura, a un paisaje sin propiedad. “Me gusta el aliento helado / y el vapor del habla en invierno:”, dice Mandelstam. Y cierra con una ruptura irreparable: “yo soy yo, la realidad es la realidad”.

 

Miro tan solo la cara del hielo:
no va a ninguna parte y yo no vengo de ningún lugar.
Y, siempre se extiende liso, sin arrugas
el milagro del llano que respira.

Con un guiño de calma y consuelo
el sol saluda a la miseria que resiste.

Los bosques son inmensos, casi como aquellos...
y la nieve cruje en los ojos, inocente
como el pan desnudo.

----

El cielo de la última cena se arrimó al muro.
Resquebrajado por la luz de los tallos
se desplomó en ella, se iluminó,
y se transformó en trece cabezas.

Éste es mi cielo nocturno,
ante él estoy de pie como un niño:
la espalda se congela, los ojos arden,
atrapo el entramado celeste.

A cada golpe del puntal
caen sin cabeza las estrellas:
heridas nuevas del mismo fresco,
tinieblas de una eternidad inconclusa.

----

Me apuntaron la pera y el cerezo,
sin fallar me golpearon con una fuerza disgregadora.

Racimos y estrellas, estrellas y racimos:
¿Qué dualidad de poder es ésa? ¿En qué flor
está la verdad?

Con flores o a la fuerza golpea el aire
muerto de bastones blancos.

Y la dulzura de la doble fragancia es arisca:
lucha y se extiende, mezclada, intermitente.

Artículos relacionados

Martes 29 de marzo de 2016
Teatro de la traducción

William Butler Yeats en la primera entrega del escritor, profesor y editor Matías Moscardi, desde Mar del Plata. Compartirá con nosotros sus versiones de distintos poemas maravillosos, así como los apuntes críticos sobre esta práctica. "Para un traductor, la rima es, como en el poema, la muerte", dirá.

Nueva curaduría de poesía

Martes 29 de marzo de 2016
Traducir es asumir el error
Última entrega de la curaduría de Matías Moscardi, con su versión de un poema del objetivista más joven y más longevo de todos: "Hay una belleza en aquello que adviene como error tipográfico: es la belleza de lo impenetrable".
Curaduría de poesía
Martes 29 de marzo de 2016
La desesperación del traductor

Apuntes críticos sobre la práctica de la traducción poética a cargo de Matías Moscardi, autor de libros como Las cosas y Bruma. En esta entrega de su curaduría, Denise Levertov le hace exclamar: "Traducir es desesperante".  

Denise Levertov

Martes 29 de marzo de 2016
El traductor invisible

Otra entrega de la serie de poesía y traducción a cargo de Matías Moscardi: uno del poeta estadounidense, de quien versionó completo Paterson V (Luz Mala editores).

William Carlos Williams

Lunes 25 de abril de 2016
"El poeta es un fingidor"

Bilingüe e ilustrado maravillosamente por Adolfo Serra, Nórdica libros publica Un disfraz equivocado, que reúne distintas voces del gran poeta portugués, con selección y prólogo de Martín López-Vega.

Antología de poemas de Pessoa

Miércoles 27 de abril de 2016
Cuatro poetas mexicanos

Hoy arranca el mes de poesía a cargo de Soledad Castresana, autora de libros tan potentes como Carneada Selección natural. En diálogo con la curaduría de Paula Abramo, completa el panorama mexicano. Primera entrega: Luis Felipe Fabre.

Nueva curaduría
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar