El producto fue agregado correctamente
Blog > Filba > La bestia
Filba

La bestia

Por Agostina Luz López

"Me perturbaba que estuviesen destruyendo mi fe. Hice fuerza y por dentro percibía que esos hilos negros se deshilachaban, esos hilos que me unen y que tuve, como una alfarera que trabaja sus cacharros, que enhebrar con paciencia": el peor día de furia de la autora de Weiwei, uno de los textos leídos en el Filba.

Por Agostina Luz López.

Mi hija tiene la cabeza cosida y yo ni una cicatriz en toda mi vida, dijo el padre del novio de mi hermana en la sala del hospital.

Hacía poco había visto esos hilos negros por su cabeza uniéndola como se unen todas las cosas que están rotas.

Yo no sé coser pero sé escribir las palabras que mi abuela no puede decir porque le sacaron una cuerda vocal cuando mi mamá tenía siete años. No podría describir su voz pero es rasgada, araña el sentido y se vence para ir para adentro. Sus palabras no ganan la batalla y quedan en el aire: flotan en el espacio.

Ese día en el hospital yo sí hable porque porque me perturbaba que estuviesen destruyendo mi fe. Hice fuerza y por dentro percibía que esos hilos negros se deshilachaban, esos hilos que me unen y que tuve, como una alfarera que trabaja sus cacharros, que enhebrar con paciencia.

Desde el 2011 que vivo sola en un departamento y ahora me voy a mudar a una casa. Hace días que vengo sacando los libros de la biblioteca, poniendo ropa en bolsas y tirando papeles viejos. Escribo desde muy chica, de hecho mi primeros poemas datan de los 9 años. Mi primer poema empieza así: “Mi querido pajarito porque huyes a un lejano alambre, en el no as de ser feliz, en el no han de darte de comer, porque huyes de alambre en alambre, ya los hombres sabemos tu respuesta tu quereís ser libre eternamente y no quedar enjaulado en una pobre jaula, ahí no puedes ser feliz” y sigue.

Cuando terminé la secundaría, escribí sin parar con una foracidad frenética que abarcaba todos los géneros: cuentos, poemas, teatro.

Hay muchos poemas dedicados a mi hermana, como si a través de las palabras yo encontrara el territorio para demostrarle mi enamoramiento: “ mi hermana es una india y yo quiero ser de su tribu. Mi hermana es un espectáculo gratuito para mis ojos cada tarde en cualquier estación del año. Mi hermana tiene la belleza clavada en los ojos y en los pies, y así se maneja sensual por mi casa como si no me viera la baba en el mentón cuando mueve las caderas. Yo nunca voy a ser como ella, ella se podría revolcar en la selva como un animal. Es más, ella es un animal lleno de romance. Llegó al mundo antes que yo y ahora me lo hace conocer”.

Agregaría ahora a mi poesía juvenil: mi hermana vivió una guerra y ahora la guerra está en ella habitándola, la guerra es una obra de teatro a la que mi hermana no puede cerrarle el telón, y está siempre ahí, alerta, rescatando a los soldados que caen, mirando toda su vida como un cuadro donde hay sangre, hay armas y por sobre todo hay mucha muerte.

En el medio de esa guerra, me declaré oradora, transmisora de la palabra divina y mientras por dentro me abismaba, dije que nuestras palabras solo podían edificar el mejor futuro posible. Lo que nombramos solo tiene que ser bueno, declaré.

De una caja que recopilaba mis tres años de taller de poesía encontré una serie de poemas que se llama “como una bestia”. En esa serie aparecen la madre, el padre y su hermana y una bestia que se va inmiscuyendo en esa familia.

Ejemplos:

La bestia se peina en mi auto azul y me mira por el retrovisor, yo lo seduzco hasta ser como una montaña, ahí aparecen esas chicas que revientan en bikinis, beben el agua de la pileta como queriendo vaciarla para verse, la que viste malla de terciopelo deja derretir su helado y solo queda una mancha, como un agujero que te lleva al fin del mundo, de gusto a frutilla. No puedo concentrarme en mis conversaciones con chicos, siempre trepo por sus hombros y salgo a la ciudad como un torbellino a encontrarme con la bestia, me lleva a caballito con los ojos tapados y me muestra la disco con mujeres que bailan como yo quisiera. La bestia me besa como si fuera su última acción y saca de adentro lo peor de mí. Ya soy capaz de tragar alambre.

Los leo en voz alta mientras todo alrededor se desarma y me pregunto:

¿Será que la bestia le robó la voz a mi abuela? ¿Será que hizo que mi sobrina naciera antes y líquidos adentro de su cerebro no fluyeran bien? ¿Qué más hizo en el pasado o qué hará en el futuro la bestia con mi familia? ¿Cómo es qué se metió en mi vida la bestia? ¿y algún día se irá definitivamente? ¿Cómo es físicamente la bestia? ¿Habla con la voz que le robó a mi abuela? ¿Tiene la cabeza como los chicos con hidrocefalia? ¿Tiene el cerebro más grande del mundo desde donde puede pensar todas sus atrocidades? ¿O es que también es buena la bestia? ¿Es sensual? ¿Por qué mis poemas insinúan que podría enamorarme de ella? Ese día en el hospital después de sucesivas infecciones, otra vez había que esperar para la operación definitiva, la operación que la sacara del hospital y que nos sacara a todos como familia de esos sillones. Estábamos ahí sentados y nuestros pensamientos viajaban como fluidos de unos a otros tratando de amedrentar nuestra mente, entrenarla como un servicio militar para enfrentar los próximos desafíos. Yo propuse la estrategia del lenguaje, mi mamá la de la compañía constante y mi papá con sus intermitencias porque es cierto que ya había ido varias veces borracho a ver a su nieta.

Recuerdo entrar a verla como algo parecido a una ceremonia: subir el ascensor, alcohol en gel, y recorrer el pasillo frenando mi curiosidad porque eran cuadros que debilitaban mi estabilidad, y yo necesitaba ser fuerte para entrar al cuadro que a mí me tocaba. Tenía una especie de blindaje para vivir ese presente, pero las fisuras llegaban por la esquina, dando rodeos.

Mientras sigo ordenando y el pasado se empieza a desplegar en forma de cajas.

Más poemas: Mi boca quedó colgada del toráx de mi papá. Su cuerpo es una masa de metafísica que se sabotea contra mí. El me dice: “despertate, ya naciste” y yo que todavía quiero ser una nínfula veo a unas negras bailando hip hop. Lo único que quiero es ser el borde de sus cuerpos. Estoy en la calle con vos y sé que soy un travesti. Soy una mujer por mis puños, mi boca y mi pelo pero en el fondo sé que adentro mío vive un hombre y no puedo sino sufrir y escupir saliva.

Somos atletas, mi hermana y yo, envueltas en papel celofán, somos un regalo para mi papá, que nos toca y nos hace hervir.

Entonces, si leo los poemas, puedo pensar así: yo enamorada de todos en la familia, en ese momento la familia está internada en el hospital y nuestros bordes se desarman.

La bestia aparece y nos rapta a todos. Cada uno tiene su habitación. Cada uno duerme solo pero estamos conectados y nuestras percepciones viajan por los pisos y por los pasillos del hospital. La bestia va transformando las habitaciones en otra cosa. Por ejemplo la habitación de mi mamá es mitad luz y mitad sombra. Ella agarrada de la mano de un ángel, todo entre oscuro y lumínico, unos chorros de sangre caen por sus axilas. Mi papá es una escultura griega hecho de formas perfectas pero sometido a las leyes de la medicina. Tallado y esculpido por las formas de la naturaleza, también puede morirse. Mi hermana pinta a su hija saliendo del hospital, es una pintura mágica invocando que lo pintado suceda. La habitación de mi sobrina es la realidad y en la realidad la bestia se disfraza de otras cosas, a veces son bichos en su cuerpo, otra es un medicamento que tiene que tragar, y otra es un quirófano. Cuando la operan estamos todos juntos, pero nunca pienso qué es lo que se está haciendo ahí, mi mente bloquea cualquier imagen, el quirófano es solo una palabra que describe la solución del problema. Pero aunque el problema se resuelva, el misterio está ahí y la bestia lo sabe. ¿Cuál sería el peor momento? Después de que ya todo pasó, pueden quedar las reminiscencias: un recuerdo del pasado que viene a mi memoria, como ahora. O las réplicas. Una vez que la falla ya fue producida y cuando todo el sistema empieza a reacomodarse, lo peor es ese pequeño temblor que trae a tu cuerpo el recuerdo de la catástrofe, eso que te dejo devastado. Es de noche en el departamento casi vacío. Ya se llevaron las cajas, la biblioteca, la mesas y las sillas. Solo queda la cama. El último poema que leo antes de dormir: Usé el mismo vestido hasta que se rompió como se rompe todo: mi cuerpo, la fragilidad, la familia, los pianos.

Me duermo y sueño que la bestia está en un piano tocando una canción, nunca me mira y está de espalda, su espalda está llena de acné como si fuera un adolescente. Yo bailo románticamente con mi papá y mi mamá mientras que ellos me dicen todo el tiempo “ya naciste”, y yo me río mientras mi hermana está dándole luz a mi sobrina, tanta luz que ya ni puedo verlas. De un lado, pienso: dulce claro de ensueño primaveral y la miro a mi hermana. Del otro, sombrío realista otoñal mientras miro a la bestia. Y en el medio, nosotros entrelazados de piernas y brazos. Esto es el quirófano, pienso, como entendiendo algo que quise entender desde hacía muchos años. Así debe ser, así se operan las cabezas, las piernas, los brazos y los corazones. Pero al instante me resulta inocua esa conclusión. Y me voy a mi habitación del hospital a ver que hizo con ella la bestia, cómo la decoró para mí. Atravieso pasillos y por fin la veo, está llena de mis papeles viejos, de todo lo que escribí, todos mis poemas pegados a la pared para que yo me interne en mis propias palabras, y recién después de leer todo eso, abra la puerta y la vaya a visitar a mi sobrina con los manos tapándome los ojos y así decirle que le juro que todo va a estar muy bien, que ninguna palabra que se nombre en todo el mundo va a decir lo contrario, y que si ninguna palabra dice lo contrario, entonces así va a suceder porque el lenguaje define la realidad y yo no voy a permitir que nadie se equivoque. Voy a sacar lo más estricto y visceral que tengo y si es necesario voy a matar a la bestia, la voy a encontrar en el hospital y la voy a descoser por dentro, tantos hilos le voy a sacar que va a quedar solo una mancha negra. Ni los enfermeros van a darse cuenta de que estuvo ahí. Solo va a ser un punto que voy a pisar el día que te vaya a buscar y te lleve conmigo y con nuestras palabras que ya construyeron una habitación en la que vas a vivir. Y esa, la tuya, está fuera del hospital y la decoró yo y es una decoración simple y buena.

Me levanto y me pasa a buscar mi papá. Solo faltamos la cama y yo. Y todas las cajas donde guardé lo que escribí desde mis nueve años hasta ahora. No sé si dejarlas acá o llevarlas conmigo.

 

Artículos relacionados

Viernes 08 de abril de 2016
Homenaje a Di Benedetto en el Filba Nacional
La nueva edición del festival de literatura Filba Nacional comenzó ayer en San Rafael, Mendoza, con una lectura homenaje al autor de Zama en el que participaron ocho escritores invitados. Las actividades siguen hasta el domingo.
Festival nacional de literatura
Lunes 11 de abril de 2016
Sol de Búkaro
Invitada al festival de literatura Filba Nacional que se realizó en San Rafael, Mendoza, la autora de Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama) participó en un panel junto a Iván Moiseeff y Tálata Rodríguez en el que leyó el siguiente texto que tenía como eje los abismos y situaciones límites que marcaron su vida.
Un texto inédito de Mariana Enriquez
Jueves 14 de abril de 2016
Cóndores inconmovibles planeando bajo

En cada festival de literatura Filba, tanto en la versión nacional como en la internacional, un grupo de escritores es invitado a escribir un texto a partir de una experiencia que se vive en los días del festival. Esos textos se llaman “Bitácoras”. Presentamos aquí el que escribió Mercedes Araujo durante la última versión del Filba Nacional, que acaba de suceder en San Rafael (Mendoza).

Una bitácora del Filba Nacional

Viernes 23 de octubre de 2020
Mircea Cărtărescu: "La belleza está en todas partes"

Recuperamos algunas de las frases claves del encuentro entre el autor rumano y la periodista argentina Lala Toutonián, encuentro en el que se declaró admirador de Ernesto Sábato y Julio Cortázar.

Los destacados de la entrevista en #Filba2020

Miércoles 24 de agosto de 2016
"El lector es siempre el interés primordial"

El equipo del Filba, bajo la dirección de Gabriela Adamo, presentó la octava edición del festival. Se llevará a cabo en Buenos Aires y Montevideo y hay más de 100 participantes, entre ellos 20 autores internacionales, en talleres, mesas de debate, lecturas, performances, residencias, intercambios y cruces.

 

Se viene la octava edición

Miércoles 21 de setiembre de 2016
OULIPO: la literatura como juego

Este mes te podés sentar en la primera fila de un movimiento que tuvo en sus filas a Raymond Queneau, Italo Calvino y Georges Perec: tres integrantes visitarán Argentina y Caja Negra acaba de sacar un tomo completísimo de ejercicios de literatura potencial.  

Desembarco francés

×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar