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Macbeth para los fanáticos de “Game of Thrones”

Si nunca —o hace mucho tiempo— leíste o viste a Shakespeare pero estás al día con la maravillosa saga de George R. R. Martin en su versión televisiva, este es el momento propicio para ver “Macbeth”.

Por Andrés Hax.

1.

A los que están impacientes para que comience la próxima temporada de “Game of Thrones”, existe un paliativo: la nueva versión cinematográfica de “Macbeth”, dirigida por Justin Kurzel y con Michael Fassbender en el papel protagónico.

Pero, un momento. ¿No es un sacrilegio comparar a uno de los más venerados y canónicos escritores del occidente con un bestseller de la literatura pop, de equiparar una serie de televisión con una obra de teatro en la que han habitado los más excelsos actores y actrices desde 1606 hasta el día de hoy?

De ninguna manera. Explicaremos por qué.

2.

Shakespeare —su obra— es lo más cercano a un ser vivo en la literatura. Tiene más de 400 años. Respira, muta, habla en varias lenguas, se propaga. Tiene a hombres y mujeres para hablar sus palabras en público y a millares de estudiosos para organizar sus vidas alrededor de la lectura y la contemplación de sus textos. Insisten, los grandes lectores (algunos, como Harold Bloom, también son críticos literarios), que las obras de Shakespeare explican nuestra contemporaneidad. O, mejor dicho, nos iluminan el secreto funcionamiento de nuestra condición humana. De las obras individuales de Shakespeare, nunca habrá una versión definitiva. Como el misterio de un oráculo, solo se pueden interpretar. Esta nueva versión cinematográfica de “Macbeth” es notable por varios motivos, pero una en particular es su estética, la cual consideramos ha sido fuertemente influida por la serie de televisión de “Game of Thrones”.

Si nunca —o hace mucho tiempo— leíste o viste a Shakespeare pero estás al día con la maravillosa saga de George R. R. Martin en su versión televisiva, este es el momento propicio para ver este nuevo “Macbeth”. Te vas a sentir en casa con las brujerías, las sangrientas batallas cuerpo a cuerpo, la ambición delirante que lleva a derrumbes psicóticos, el glamour medieval, la impiadosa masacre a cuchillazos de mujeres, hombres y niños, los paisajes de un mundo que parece algo ajeno (¡pero es el nuestro!), la extraña belleza de la mugre corporal en una época en la cual bañarse era, tal vez, una costumbre anual.

Y, por supuesto, se darán cuenta (los que aún no lo saben) cuán fundamental es Shakespeare para la saga de Martin (en particular, las Tragedias e Historias). Hasta podríamos decir que “Juego de Tronos” es un Shakespeare light con dragones (más una pizca de Niccolò Machiavelli, Thomas Hobbes y un surtido de sagas nórdicas y sajonas). Esto no es, de ninguna manera, una forma de despreciar a Martin. El propio Shakespeare usaba y reinterpretaba tramas ya conocidas. Y por más respetable que ahora pareciera ser Shakespeare, hay que recordar siempre que era —y en buenas manos lo sigue siendo— un autor popular. El Globe Theatre, sobre el Támesis, en Londres, donde se estrenaban sus obras, era una mezcla entre el Colon y la Bombonera. Fue clausurada por los Puritanos en 1642. Su barrio estaba rodeado de prostíbulos y locales de lucha de osos, para nombrar dos pasatiempos insalubres —solo uno de los dos sigue vigente.

Shakespeare es un ser luminoso que crio espíritus eternos con maños sucias entre truhanes y atorrantes.

3.

En un conmovedora y contundente charla didáctica de 1979 sobre el famoso monólogo de “Macbeth”, el actor Ian McKellen explica que lo fundamental para el actor de Shakespeare es hablar las palabras como si se les estuvieran ocurriendo en el momento, como si fueran suyas. La maravilla se puede ver en YouTube, dura menos de 15 minutos: cada palabra es oro.

La nueva película de “Macbeth” logra esta consigna con una combinación de dos factores. Por un lado, el arte de los actores mismos. Pero por otro, el uso de la cámara. Las tomas (especialmente en la primera parte) son muy de cerca; en muchas ocasiones sobre la espalda de la persona a quien el actor o la actriz principal está dirigiendo sus palabras. Además, en muchas de estas tomas vemos detrás del personaje que habla, a otro personaje que está cerca, pero a la vez demasiado lejos para oír el dialogo.

La primera parte de la obra es susurrada. La cercanía de la cámara —que además tiembla un poco, como si estuviera en mano— nos da la ilusión de presenciar estas oscuras transacciones verbales como otro un personaje más. Estamos allí, a medio metro de las caras de Macbeth y Lady Macbeth mientras tejen su perdición. Solo falta olerles el aliento. Las palabras salen como si se les estuvieran ocurriendo allí mismo. A partir de eso, y alrededor de eso (las palabras habladas), se construye el mundo de la obra.

4.

Pero volvamos a nuestra tesis. Tal vez les parezca forzada la declaración que su estética es comparable con, o incluso hasta una consecuencia de, la serie “Game of Thrones”. Especialmente si es la primera versión de “Macbeth” que hayan visto.

La mejor forma de demostrarlo es comparándola con otras producciones. En YouTube hay dos, muy buenas ambas, y además con fenomenales actores en el rol protagónico. La primera es una producción para la BBC de 1979 con Ian McKellen como Macbeth. Es una versión absolutamente minimalista, con los actores presentando la obra delante de un fondo negro. Se prima la palabra y las caras de los actores. La segunda es una producción del año 2010, también hecha para la BBC, con Patrick Stuart como Macbeth. Esta versión está situada en un escenario parecido a la Segunda Guerra Mundial y postula a Macbeth como un tirano estalinista.

Pero está tan bien hecha la película de Kurzel —y las actuaciones de Fassbender, Marion Costard (Lady Macbeth), y el resto del elenco, son tan fluidas— que por un momento podrían pensar que es la única, más obvia y mejor forma de interpretar la obra. Ver, aunque sea cinco minutos de las mencionadas arriba, les evitará caer en esta confusión. Una vez abiertas, en sus propias imaginaciones, las variadas posibilidades de actuar y escenificar la obra, los dejamos libres para volver a la versión más reciente y aprobar o desaprobar la propuesta con cual arrancamos esta nota. Para la temporada 6 de “Game of Thrones” van a tener que esperar hasta abril...

Tareas para el hogar

  • Aunque está situada en Escocia de hace más de 500 años tiene una estética ultra contemporánea. Eso, por lo menos, afirmamos en esta nota. ¿Cómo puede ser?
  • El año pasado Adriana Hidalgo publicó una traducción de A Pocket Guide to Shakespeare’s Plays, de Kenneth McLeish y Stephen Unwin, con el título El mundo de Shakespeare. Consiste en breves pero contundentes resúmenes de cada una de las obras de Shakespeare. Consíganlo: es un libro de referencia extraordinario, es un placer leerlo por más que no leas las obras mismas a cuál se refieren.
  • Uno de los centros de estudios más importantes de las obras de Shakespeare es el Folger Shakespeare Library en Washington D.C. En su sitio web ofrecen, entre muchas otras cosas, las obras completas –gratis- para bajar. Pueden combinar esto con un índice léxico: una referencia online, también gratis, de todas las palabras que usó Shakespeare en su obra.
  • “Macbeth” es una obra política sobre los costos de la ambición desmedida. Léanla, mírenla, en términos del contexto actual (local y mundial).
  • “Macbeth” es considerada una obra maldita por los actores. Tal es así que está prohibido nombrarla en un teatro. Para referirse a ella, se tiene que usar el eufemismo “The Scottish Play.” Si se llega a soltar la palabra “Macbeth” hay un complejo y absurdo ritual que se tiene que efectuar para expulsar los espíritus malignos convocados por la palabra. Pueden investigar más sobre el tema empezando con este sketch magnifico de la serie Blackadder (BBC, 1982-1983)

 

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