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Marie Gouiric: "El texto es un material vivo"

"La poesía no está en todos lados, pero como todo buen maestro, cuando siente el llamado de un alumno, aparece": las palabras con que la escritora nacida en Bahía Blanca abre la reedición de Un método del mundo por Blatt & Ríos. 

Por Marie Gouiric.


Un momento de silencio en los pasillos de la escuela. Maite de 2° A. El nombre de mi novia. Cuando la mujer que me crió lo pronuncia para preguntar por ella. Los morrones que cosechó de su patio. El guiso en el que cociné dos de ellos, uno verde y uno amarillo. Las palabras unidas entre sí, como eslabones de una cadenita de plata, cortadas en verso libre, que escribió Amanda en su teléfono y me las mostró. Los kilómetros que me separan del lugar donde nací y los que atravesé en el auto de un extraño, con mi perra en la falda, para sentarme en la mesa de mi padre, contarle: Traje mi propia yerba. Adela. Nani. René. La poesía no está en todos lados, pero como todo buen maestro, cuando siente el llamado de un alumno, aparece. Es la existencia en su estado de invención más vital y genuino. Es una pregunta y cada escrito será su posible respuesta. Si quien elabora la respuesta es de corazón grande, esta será una que genere nuevas preguntas. Nunca se cerrará ni te dejará sola. En esta tierra hay tantas poesías hacederas que definirlas sería injusto, las subestimarías. Acaso alguien pregunta: ¿Qué es el agua? ¿Qué es el pan? ¿Qué es el vino? No hay mayor acto de supervivencia que el dominio de escribirse. 

De un egoísmo salvador, mi plan es hacerlo. Para hablar de mí la única manera es hablar de otros. Escribo cuando no duermo a razón de la tristeza, quien se presenta con su inteligencia para decirme: Abre los ojos. Cuando pierdo ante el torbellino de la necesidad y el tiempo. También en situaciones sencillas: andar en bicicleta, cortar una flor para regalo, contemplar una oferta o cuidar un recreo en la escuela: yo soy primeramente una maestra. La escritura es la única justicia que tengo para amar al mundo, mi amante más fiel y más violento. Escribo bajo la sorpresa de la lengua y de la maldad. 

Sirve leer para tener pensamientos al ritmo de la escritura. Imprimirle ritmo al habla con el cuerpo. Imaginar que fabricás música. También ayuda mirar paisajes, fotos y documentales. Escuchar el sonido del motor de un tren para atraer recuerdos. La memoria usada hacia atrás y hacia adelante. Cuidar plantas y reproducirlas. Nadar. Correr, levantar peso y estirarse hasta descubrir una mente aliada para la creación. 

Escucho a las infancias para aprender su lengua que todavía no ha sido domada por la corrección y camina sobre alfombras bajo la verdad del error. Les robo y les copio con alegría. Amanezco de madrugada si es que directamente no duermo. Las horas de la tarde se vuelven muertas, quien sepa aprovecharlas enseñe cómo. Será que la literatura gusta de salir por la noche. Estar enamorada también ayuda. Esto me ha mejorado como poeta pero aún más como persona. 

Dejo descansar. El texto es un material vivo, al igual que la masa con levadura que hace en soledad su milagro de elevarse. La tarea de un poeta es conducirla sin ceñirla a su propia estatura. Es una arcilla dejada sobre la mesa al terminar el día, para volver a la mañana y comprobar que se secó y se quebró donde precisaba hacerlo. Es bien escuchar su naturaleza. Ejercer el esfuerzo de la escucha es lo más urgente de esta época. Aprender a escribir es más fácil que aprender a leerse. 

Trabajo con lo que escribí para decir algo pero ahora dice por sí mismo. En su autonomía nunca pierde. A esta sabiduría le pido ayuda y compañía. Escribí conmigo, le digo. Enhorabuena por los textos dejados a descansar. ¿Quién no descansa con ellos? Las paredes de la casa donde vivíamos con mi familia se partían y mi padre me enseñaba que era el material sobre los cimientos que todavía fraguaba. Nada corrijo, la palabra corrección nos aniquiló la ternura y prefiero no usarla. ¿Quién es merecedor de corregir algo? 

No recuerdo mi método. Tuve uno pero siempre cambia y si digo: Tengo uno, miento. Invento ahora que capaz mi procedimiento se volvió creer, por experiencia y comprobación, que la escritura mejoró todo lo que toqué con ella. Pero además en ver que la poesía tocó tantas cosas por mí que nunca hubiera imaginado. Me trajo el desayuno a la cama y me abrazó cuando no podía alcanzar el sueño. Me reveló: Para poder dormir deberás aprender a estar despierta. Fue mi defensora todas las veces necesarias y torció el destino esperado. A veces pienso que llegará mi día y mi hora, me descubrirán y se terminará mi suerte. Tengo miedo pero después sonrío con estas palabras: esto es solo el principio, estaremos juntas para siempre.

   

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