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"Publicamos lo que nos conmueve"

Registro del segundo encuentro del ciclo "Editoriales indepedientes: catálogo 2014".

Desgrabación: Nacho Damiano.

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Dentro del ciclo “Editoriales independientes: catálogo 2014.”, se organizó una charla con Damián Ríos y Marcos Almada (editores de Blatt & Ríos y Alto pogo respectivamente), quienes contaron sus proyectos para este año y la forma en la que viven el mundo editorial en pequeña escala. Si bien se tocaron muchos temas, parte de la charla discurrió acerca de lo que implica una de las apuestas más loables de la actividad: publicar primeras obras. ¿Qué hace que un editor decida editar a un escritor nuevo? A priori el económico no sería un motivo, ¿por qué lo hace? ¿Qué busca? También estuvieron invitadas Ana Ojeda (en calidad de autora de Alto pogo, pero a su vez editora de El octavo loco) y Adela Pantin (escritora venezolana, cuya primera novela fue publicada por Blatt & Ríos). A continuación, la desgrabación de la entrevista.

Nacho Damiano: Buenas noches a todos, gracias por haber venido, tanto a los participantes de la mesa como a los que se acercaron a escuchar. Espero la pasen muy bien. Quería abrir la mesa preguntándoles acerca de los proyectos editoriales para los próximos meses.

Marcos Almada: Buenas noches, ante todo gracias por la invitación. La planificación siempre tiene que ver con el deseo, con querer que determinados libros salgan, y después el devenir del año nos va confirmando si se puede hacer o no. Tenemos pensado publicar tres o cuatro novelas, una de ellas es de comics, de Odiseo Sobico, que es una novela de abusos, de venganzas, escrita con una sintaxis bastante exasperante, ardua, experimental podríamos decir. Selva Almada, cuando la leyó, dijo que tenía que ver con la intención de exorcizar la maldad del mundo, quizás Odiseo la escribió para eso, no lo sé. Tiene guiños con el comic, con el universo de Batman (el personaje lee mucho los comics de Batman), un poco a la manera de Kriptonita de Oyola. Después, un libro de cuentos de Patiricio Eileisegui que es con quien laburamos Paganos, la antología que acaba de salir, que tiene como tema a los santos populares. Me gusta mucho lo que hace, me parece que tiene como un estilo fundante. También vamos a editar Miserias de la abundancia, de Manuel Megías, un escritor que todavía no ha publicado (sólo un cuento en Paganos). Es una novela podríamos decir un poco en código Pablo Ramos. Sé que a él le gusta Ramos y la influencia ahí está, se puede comprobar. Incluso le pedimos una contratapa a Ramos y amablemente se ofreció a escribirla. Es la historia de un personaje que tiene toda su vida armada y se va desmoronando de a poco, la familia, los recuerdos, etc. Es una novela sobre el paso del tiempo y sobre el dinero, que es fundamental para el personaje, está obsesionado con la plata y piensa que con plata puede solucionar cualquier problema. Después hay otra novela, escrita en primera persona, en la que estamos en una discusión por el título, yo sugerí un par de títulos que el autor no acepta, él quiere uno en particular…

ND: ¿Cuáles son los que barajan?

MA: Él quiere Cocaína, yo sugiero Peruana (el personaje toma merca peruana), o Merca. Como para desviar un poquito, ¿no? Además, la palabra “cocaína” no aparece mucho en la novela y sí las otras maneras de nombrarla. Es un tipo que tiene mucha plata, de familia rica, y está todo el tiempo drogándose y odiando, es otra de las ideas fundamentales del libro, el tipo odia a todo, incluso, o especialmente, a él mismo. Eso para la primera mitad del año, la segunda quería incluir mujeres, porque no hay, y después van a decir que Alto pogo es un sello machista.

Ana Ojeda: Publicás mujeres sólo corrido por las circunstancias.

MA: Totalmente. Sólo para que no digan que somos machistas. No, hablando en serio, está la novela de Ana Tracción a sangre, que ahora hablamos un poquito más, y Julieta Antonelli que está acá presente, que es bióloga, tiene una novela que se llama Tierra del fuego. Eso es importante, en Alto pogo me interesa publicar gente que no necesariamente se dedique profesionalmente a la escritura. Carpincho es otro de esos casos, su autor, Juan Carlos Virgilio, es carpintero. No es que no escriba, hace más de quince años que escribe, pero no es un profesional de la escritura. El caso de Julieta es un poco así también: es el viaje de una bióloga a Tierra del fuego a trabajar a un museo que termina siendo como un viaje iniciático del personaje que es muy inocente pero que se va encontrando con distintas cosas que le hacen cambiar su inocencia –o no−. También estamos trabajando una antología que funciona con el sistema de recomendación: Hernán Brignardello le pidió a diferentes autores más establecidos que le recomendaran un inédito: un alumno de taller, un amigo que escribiera, etc. Y contactamos gente por sugerencia de Leopoldo Brizuela, Marcelo Cohen, Luis Gusmán, Liliana Heker, Martín Kohan, Laiseca, María Rosa Lojo, Juan Martini, Guillermo Piro, Saccomano, Ana María Shúa, y dos o tres más que me estoy olvidado. Ese no sé cuándo saldrá, quizás este año, quizás no.

Damián Ríos: Nosotros, desde Blatt & Ríos tratamos de sacar, dentro de lo posible, diez títulos por año, depende no tanto del deseo sino de las variables económicas. Nos cuesta mucho sacar los distintos libros porque son en su gran mayoría autores jóvenes o inéditos, entonces a veces trabajamos con preventa por redes sociales y ese tipo de mecanismos, después hacemos presentaciones y con la plata de esas presentaciones hacemos tiradas un poco más grandes para poder mandarlas a distribución. Son cosas que llevan tiempo, son lentas. Lo que sí tenemos como meta es siempre trabajar con lenguajes que nos interpelen, ya sea de autores jóvenes o de gente más establecida, con quienes también trabajamos. Este año acaba de salir una antología de cuentos de Hebe Uhart, ahora estamos preparando una compilación de artículos periodísticos de Osvaldo Baigorria, publicados en la década del 80 en la revista Cerdos y peces y en la revista El porteño, por lo que el libro se va a llamar Cerdos y porteños. Esos artículos van a aparecer tal como se editaron en su momento más notas al pie y algunos copetes que contextualicen un poco para que los lectores puedan entender mejor la época. Hacia el final del año vamos a publicar dos novelas de Ricardo Strafacce, un policial muy lindo y otra novela un poco más política, muy interesante. También tenemos una política de reunir poesía dispersa de algunos poetas jóvenes. La poesía tiene una circulación un poco difícil, entonces al reunirla creemos que se le puede dar un poco de visibilidad. Estamos en el proceso de tipeo de los poemas de Marina Mariasch, todo lo que publicó desde la década del 90 hasta ahora más uno inédito, eso lo vamos a publicar a mediados de año. También va a salir un inédito de Mario Bellatin, un gran amigo nuestro de hace mucho tiempo, por otro lado va a salir una novela de una escritora rosarina que se llama Lila Siegrist, una novela muy linda, con mucha fuerza. Ella escribió dos libros de poesía, esta es su primera novela. También estamos trabajando con unos cuentos de una escritora inédita que se llama Araceli Panza, con ella estamos haciendo un trabajo muy minucioso de ver cada cuento, discutirlos, sugerir cosas, etc. También va a salir una novela de Pablo Katchadjian que la estamos esperando. La vida del editor es un poco eso, ¿no? Alguien que espera manuscritos. Pablo ya la tiene escrita, pero la quiere corregir un poco. También tenemos una colección nueva que es de no ficción, el primer libro de la colección es Los hombres que hicieron la historia de las marcas deportivas, de Eugenio Palopoli, un libro de investigación periodística, realmente muy bueno. La idea era sacarlo para la Feria, pero bueno, a veces los tiempos son así. Con eso tenemos bastante para este año.

ND: Una de las cosas que me interesaba charlar con ustedes es que ambas son editoriales que suelen publicar autores inéditos. Y me parece que el trabajo del editor con un autor que nunca publicó nada es muy especial, muy diferente al editor de un consagrado o por lo menos de una persona que ya tiene un par de libros escritos. ¿A ustedes qué les parece?

DR: Con Mariano [Blatt] trabajamos al lado literalmente, en una mesa, uno al lado del otro. Los dos somos escritores, los dos leemos mucho y los dos estamos atentos a lo que se está produciendo, por lo menos en Buenos Aires, incluso a veces más porque yo viajo un poco, Córdoba, Rosario, Tucumán, siempre estamos leyendo manuscritos. Yo soy más lector de manuscritos que de libros, si saco la cuenta quizás lea sesenta libros en un año, de los cuales cincuenta son manuscritos.

ND: ¿Hay una intención de descubrir algo en ese gesto o es simple placer?

DR: Disfruto mucho de leer algo en ese estado en el que todavía no es un libro, es un texto al que después le tenés que pensar una tapa, escribir una contratapa, etc. También doy talleres literarios, lo que sin dudas influye. Volviendo a la pregunta de los primeros libros de un autor, en el caso de Adela no es exactamente el primer libro, ella había publicado un libro de poemas en una editorial hermana nuestra, que tiene otra escala, más artesanal, que no tiene distribución en librerías, o muy poca, y a nosotros también nos interesa intervenir ahí y estar al tanto de ese tipo de circulación. Y dentro de eso, la elección de qué publicar es sencilla: publicamos lo que nos conmueve. Nos podemos equivocar, claro, pero cuando vemos que alguien tiene un compromiso con la escritura, nos estimula, porque como editores tenemos como una sociedad con ellos. Nosotros les publicamos su primer libro con distribución profesional, que llega a las librerías, hacemos un esfuerzo económico y esas cosas, pero a cambio pedimos que ellos sigan escribiendo, que nos sigan mandando cosas para leer así podemos seguir publicándolos y discutiendo con ellos cada una de las cosas que vayan surgiendo. Es lo que se llama “trabajar un autor”, sacamos el mejor libro posible, lo publicamos, hacemos la prensa, la presentación. En estos casos, al principio sobre todo, los primeros libros son para los amigos y los familiares, que son los verdaderos lectores de las primeras obras, nosotros aprovechamos un poco ese circuito de amistad. De a poco ir ensanchando ese circuito recomendándole el libro a periodistas, a otros escritores, y confiar en el boca a boca. Es como un matrimonio: nosotros le hacemos los libros, que es lo que nos gusta hacer y lo que sabemos hacer (yo vivo de este oficio desde 2002, y lo que me quede de vida voy a seguir haciendo libros), y ellos escriben. Por supuesto que editar a un autor inédito lleva más trabajo y más tiempo, pero está bueno, a mí me divierte muchísimo, la pasamos muy bien, nos emociona profundamente.

ND: Adela, escribiendo en un país que no es el tuyo, que tiene el mismo idioma pero otro lenguaje, ¿cómo es el proceso de corregir tu primera novela con un editor profesional?

Adela Pantin: Lo primero es responsabilizarme con el trabajo. Plantearlo como algo serio. En este caso en particular fue una propuesta de Mariano y Damián justo cuando yo me estaba volviendo a vivir a Venezuela, entonces me obligó a tomármelo como proyecto serio, me obligó a terminar de escribir la novela. Creo que tardé un poco más de lo que debería, pero fue un proceso muy lindo. En ese momento yo estaba empezando a trabajar en mi carrera audiovisual, entonces fue el primer paso para considerar la escritura como una posibilidad real de segunda carrera más que de hobbie. Yo estaba empezando a dejar de cursar en la universidad y a tomar a los talleres como espacios para despejarme un poco, entonces fue como que se invirtieron los roles, dejó de ser una actividad de tiempo libre para ser un trabajo de expresión artística en el sentido de una carrera, una forma de vida.

MA: A mí me gustó lo que dijo Damián de la amistad, pienso exactamente lo mismo. No puedo decir lo del matrimonio porque está mi mujer presente y no sé cómo se lo va a tomar (Risas). Esa idea de sociedad con el autor me parece muy adecuada. Yo siempre repito una frase de C. E. Feiling que desde que la leí se me guardó en la cabeza: “Hay algo más importante que las novelas, por ejemplo la amistad”. Me parece que es una especie de sociedad y de amistad, en la que vamos a editar lo que alguien escribió y a tratar de hacerlo circular. Volviendo al tema de las primeras novelas, me gustan, pero si llega una tercera o cuarta novela bienvenida, no es que estoy esperando específicamente una primera obra. Me gusta que alguien que nunca publicó nada confíe en este sello para hacerlo, habiendo tantos, pudiendo elegir, incluso pudiendo pagar, algo que muchos ven mal. En esos casos el escritor es el socio capitalista y tiene más manejo de todo. Eso también es una decisión del editor, podés decirle “no te cobro, hago el laburo y pongo la plata yo”, lo que te da más libertad para meter mano en el libro. A mí me pasó por ejemplo estar trabajando con un contador, que había hecho un taller con un amigo y quería publicar su material. Para mí la novela no estaba lista, había que cortar mucho y arreglar otras partes, empezamos a trabajarla y a los cuatro meses me llamó y me dijo que no quería laburarla más. Pero fue un tema de los dos, fue bueno para los dos, no estábamos bien encaminados, él no aceptaba mis sugerencias y me parece que yo tampoco aceptaba las de él, me decía “esto lo quiero dejar”, y yo le respondía que no me gustaba, no se estableció esa relación que menciona Damián, ese maridaje entre autor y editor. En el caso particular de Ana, por ejemplo, que hoy vino como autora pero también es editora…

ND: Vos tenés cuatro libros editados, ¿no?

AO: Tengo dos novelas, dos libros de cuentos y tres novelas inéditas. De la que está hablando Marcos es una de ellas. Yo igual me estaba guardando mi comentario polémico…

MA: ¿Cómo escritora o como editora?

AO: Como escritora. Recién plantearon la diferencia entre ser un autor inédito y ya tener ciertos libros, como dando por sentado que el recorrido y el trabajo es otro. Para mí eso no se verifica, en especial en los pequeños proyectos, supongo que por una falta de medios siempre se está trabajando con primeros libros. Por lo menos esa es mi experiencia. Rescato lo que dice Damián, el círculo de influencia es tu gente, tus amigos, que sin dudas se amplía con el paso de los años, pero en realidad siempre es gente que uno conoce cara a cara, yo nunca me crucé con lectores que me dijeran “compré tu libro en Bahía Blanca y bla bla”. Siempre es gente que por una razón o la otra ya conocía de antes y que quizás estén leyendo ahora Modos de asedio que es mi primera novela, pero la conocieron hace poco en una charla o en una conferencia. Creo que eso no es una excepción como yo pensaba hace unos años, creo que ya deberíamos considerarlo como una dinámica. Por lo menos así funciona para los sellos que se manejan desgarrados entre el deseo, que siempre es demasiado y los medios económicos, que nunca alcanzan.

ND: Eso me lleva a otra cosa que quería discutir más adelante, pero ya que salió lo hablamos ahora: en esta mesa hay cuatro invitados y tres son dueños de sus propias editoriales. Me parece que en Argentina se está dando un fenómeno en el que la proliferación de editoriales independientes es enorme. Quizás por eso se genera esa dinámica, hay más editoriales que escritores y más escritores que lectores.

AO: Yo creo que hay la misma cantidad de editoriales que de escritores y hasta que de lectores, porque técnicamente se ha facilitado muchísimo el hecho de hacer un libro. Hace cincuenta años, para tener una editorial había que tener un montón de conocimientos y mucho capital. Hoy en día los conocimientos están más a la mano: en cuarenta y ocho horas de Youtube aprendés a usar el InDesign. Te saldrá mejor o peor, habrá cosas que te costará resolver, pero seguro lo vas a poder hacer. Esa característica es propia de nuestro momento, que es muy fértil en ese sentido. Yo hace poco leía una novela de Aira que se llama Los misterios de Rosario, es una novela que trata de un docente de Letras de la Universidad de Rosario, que tiene un librito que se llama El arte del ensayo que quiere publicar en una editorial de tres negras africanas que son ex monjas. En un momento, una de esas negras le dice que no le van a publicar el libro, han decidido sacarlo del catálogo, y también sacan el de su mejor amigo. Se juntan los amigos, muy rencorosos, medio en shock por la noticia y el protagonista le dice al amigo “¿Te das cuenta estas negras, el poder que tienen sobre nosotros nada más que porque tienen una editorial?”. El otro le responde, “Bueno, si fuera tan fácil yo también me pondría una editorial.” Y el protagonista le responde “Es que es tan fácil.” Esa es nuestra situación.

ND: Lo ves como una cuestión de deseo: el que quiera tener una editorial, puede.

AO: De deseo y de organización. Yo siempre supe que quería escribir como único faro de mi vida, si bien no lo hice de manera sostenida porque tenía que hacer otras cosas, no es que descubrí mi vocación de grande, siempre lo supe. Me parece que lo que le pasa muchos escritores es que se ponen a dar vueltas con la primera novela, nadie la publica, ganás un premio y seguís sin poder publicarla, escribís otra, ya tenés dos novelas inéditas, seguís tratando de que alguien te la acepte, hasta que en un momento decís “ya está, me pongo una editorial y chau”.

ND: Ya tenés el plan de publicación solucionado.

AO: Claro, tenés el primer semestre del año solucionado. Por más que uno no quiere editarse. Eso me llama la atención: en la música es algo muy positivo el hecho de autofinanciarse un disco y ser el dueño de la productora que lo grabó. Lo vendés directamente vos, a los libros no se traspasa esa idea. La autogestión no se ve igual en la música que en la literatura, siempre tener un libro autopublicado es una especie de mancha.

ND: Eso nos lleva a la siguiente pregunta, ¿cómo se sostiene económicamente un proyecto de estas características, que a priori edita libros para la familia del autor?

DR: Es una cuestión de escalas. Cuando el grupo Bertelsmann compró Sudamericana en el 97/98, uno de los nuevos gerentes alemanes prohibió publicar autores que no tengan una proyección de venta de menos de cinco mil ejemplares. Es decir, prohibió prácticamente publicar a casi cualquier autor. Nosotros, con los autores inéditos hacemos una primera tirada de cien ejemplares, para la presentación. Con esa plata, hacemos doscientos ejemplares más y los salimos a distribuir.

ND: ¿Cada proyecto es algo independiente? ¿La plata de X libro va para la reimpresión de ese libro, no la ponen en otro autor?

DR: Claro. Cuando hacemos los doscientos ya podemos hablar con el distribuidor y llevamos libros a Bahía Blanca, a Córdoba, a Rosario, donde podamos. Si un libro, por alguna razón (a veces pasa), tiene una circulación más fuerte, (eso depende del autor, si está dispuesto a intervenir y a dar buenos reportajes, suma), mejor. Pero no pasa con todos, claro.

ND: ¿Vos le exigís eso a los autores como parte de la sociedad de la que hablabas?

DR: No, no se lo exigimos, pero se lo recomendamos enfáticamente, le va a convenir a él. Pero hay gente que no se siente cómoda en ese papel. Bueno, un librito de ese autor va a tener una circulación más grande y nos va a permitir seguir imprimiendo. Quizás un segundo libro de ese autor ya no arrancamos con cien, arrancamos con trescientos o con quinientos, y la escala se agranda. El tema es ir buscando los lectores de cada autor, ese es un poco el trabajo de un editor también. Hacer muchas ferias es importante, el circuito de librerías también suma porque legitima un poco el libro, pero las ferias del libro son fundamentales, la de acá, la de Córdoba, la de Corrientes, la de Guadalajara, y ahí vendemos mucho. Apostamos a que también a la gente le guste algún libro que publicamos y después se acuerde de la editorial y empiece a probar lo que le ofrecemos, la intención de alguna manera es formar una comunidad, esta idea de amistad, una comunidad de lectores. Que un lector lea la mayor cantidad de libros de la editorial posible, esa es la construcción a la que aspiramos. Es un laburo diario, muchas redes sociales, muchas presentaciones, muchos eventos, hay que trabajar en ese sentido, el trabajo de un libro no termina cuando sale de la imprenta, más bien todo lo contrario. Es mucho esfuerzo, pero la sarna con gusto no pica.

MA: A mí lo que me pasa es que lo veo como un aprendizaje constante, y mi interés es aprender a escribir mejor, aprender de los tipos con los que voy trabajando. Nosotros somos una editorial que recién tiene tres libros en la calle, más alguna experiencia previa en la que compilamos o trabajamos cosas para sellos más grandes, y ahí aprendimos. La deriva es muy similar a la que decía Damián, para mí un libro tiene que pagar otro.

ND: ¿Ustedes también toman a los libros como productos independientes, que cada uno paga la próxima edición del mismo, o vas “cruzando” las recaudaciones?

MA: No, no. Si un libro necesita más, se hace, pero lo que entra financia a otro. Nosotros hacemos doscientos, pero ahora con Paganos, por diferentes motivos (tenemos más plata, es una antología de muchos autores) hicimos más, y yo pretendo que la venta de Paganos me pague dos libros. Es lo que pretendo, vamos a ver qué pasa. Quizás está más claro en ese sentido con la Exposición.

ND: Expliquen un poco la idea de la Exposición, porque me parece que mucha gente no lo conoce y es una propuesta muy atractiva.

AO: La exposición de la actual narrativa rioplatense es una colección de libros de bolsillo, que salen de a tandas de a diez, dos veces por año. Ahora estamos en imprenta con la tercera tanda, con lo cual llegamos a treinta títulos de autores establecidos y nóveles.

MA: Entonces tenemos a los “autoconvocados” pero también le pedimos a autores que nos gustan que nos recomienden gente, para alejarnos un poco de nuestro círculo de pertenencia, abrir esa red que decía Damián, buscar otros escritores para que mediante ellos podamos encontrar otros lectores. Ahora estamos por cerrar la cuarta tirada, y somos cuatro personas proponiendo autores y coordinando todo y la tanda que viene que tendría que tener diez obras, por ahora tiene veinte. Ahora tenemos que pelearnos para elegir.

AO: El planteo era: si queremos publicar muchos libros, no podemos hacerlo con el formato tradicional, porque no nos va a dar la plata. Entonces decidimos achicar el soporte, entonces con lo mismo que gastamos haciendo doscientos ejemplares tradicionales podemos hacer cien de cada uno de diez títulos diferentes, mil libros.

ND: ¿Quién pone la plata?

MA: Nosotros pusimos un capital inicial y después fuimos vendiendo y recuperando.

ND: ¿El autor coopera?

MA: Coopera comprando ejemplares más baratos, si quiere. Si no, no. La idea es que si él quiere vender los libros un poquito más caros y sacar una diferencia, nosotros lo ayudamos dándole el libro muy barato, si el autor quiere cincuenta libros porque cree que los puede vender, yo hago los cien nuestros y le imprimo cincuenta más a él, y se los dejo muy baratos. Pero nosotros siempre tenemos esa tanda de cien para poder moverla, ir a ferias, a presentaciones, etc. Ahora lo tenemos a Aira, por ejemplo, que sabemos que va a vender bastante pero no creo que vaya a ninguna presentación… De todos modos, otros escritores menos reconocidos tampoco están interesados en hacer presentación, y es lo que decía Damián, le convendría a él hacerla, pero si no quiere está en todo su derecho. También se genera algo que es que como son tantos autores, se pispean entre ellos, ahí hay un montón de lectores. A los autores de la casa también le cobramos mucho más barato otros ejemplares de la colección, es otro modo de circulación.

AO: Además, eso termina construyendo una red de colegas, donde uno empieza a tener un ida y vuelta con gente que está en la misma, que es lo más interesante de todo. Porque uno cuando empieza a escribir, una de las cosas desagradables con las que se encuentra es que tiene sus borradores y no hay nadie que las quiera leer para dar una opinión, y la persona que lo lee lo hace por cariño, por amistad, pero su opinión no es tan importante. Uno necesita encontrar un par que critique.

MA: En definitiva es el objetivo, ¿no? Encontrar lectores para cada uno de los libros: hagamos doscientos y encontremos doscientos lectores para este libro.

AO: Después se empiezan a recomendar entre ellos también, se hacen amistades, etc. Después, la Expo tiene otro agregado que es un trabajo muy importante con las tapas, son todas obras de arte de personas que están produciendo en este momento en Buenos Aires, hay murales, cuadros, trabajos con cerámica, con papel, orfebrería, instalaciones, gente muy grossa que también está buenísimo difundir. Y cada libro al final tiene dos apartados paratextuales, uno es del autor y el otro del artista plástico, donde ambos en primera persona nos cuentan de ellos y de la obra, si quieren ponen su currículum, un contacto, etc. Es muy lindo ver cuando se conoce el autor con el artista que hizo su tapa, se crea un vínculo.

MA: Y económicamente, al estar trabajando con tanta gente, nos sirve porque vamos llegando a la posibilidad de que la tercera tanda pague la cuarta en su totalidad, que es la idea original. No sabemos hasta cuándo vamos a poder sostener esto, pero por el momento estamos contentos.

AO: Y algo fundamental es que todos los libros de la Expo y todas las obras de tapa están colgadas de internet para bajarlas de manera gratuita, no hay ninguna obligación de compra, lo que queremos lograr es seducir al lector para que tenga ganas de comprarlo. Si quieren leerlo en digital, no hay ningún problema, pero como son objetos lindos en sí mismos, hay un goce, un valor agregado en tener el objeto.

ND: ¿Y ustedes Damián? ¿Qué relación tienen con lo digital?

DR: Nosotros empezamos a trabajar con e-books hace un tiempo. De hecho, también vivimos de hacer e-books para otras editoriales. Todos los libros que sacamos tienen su versión epub y mobi y estamos en la mayoría de tiendas virtuales posible.

ND: Pero siempre a la venta, no hay opción de descargar libros de la editorial de forma gratuita.

DR: No, están a la venta. Pero baratos, los cobramos veinte pesos. La apuesta es que los compren. Son sin DRM, el que lo compra lo puede compartir, pero está a la venta. El año pasado hicimos la primera feria del e-book de Buenos Aires, y creo que fue la primera del mundo, a la que asistieron más de veinte editoriales.

ND: ¿Cómo es una feria de e-books? Porque una feria del libro tenés los objetos, pero una de formatos digitales, ¿cómo hacés?

DR: Ya habíamos hecho la presentación de un e-book de un libro nuestro que está agotado, y lo que hicimos fue que la gente que lo compraba se lo llevaba en un pendrive o se lo mandábamos por mail. Y es lo mismo que con un libro tradicional, están los dispositivos, la gente los mira, los hojea, hay catálogos, y al que le gusta alguno, se lo compra y se lo lleva en pendrive. Este año vamos a hacer la segunda, ahora unos amigos están haciendo una similar en Alemania.

ND: Adela, ¿en Venezuela hay esta cantidad y variedad de editoriales independientes?

AP: No, por lo menos no al alcance de alguien como yo. Para quien no esté íntimamente metido en el círculo literario es más complicado todo. No hay esta cantidad de sellos, mucho menos la variedad. Lo que hay es movimiento de artistas que se dedican al diseño gráfico, ahí sí se ve la movida under de faniznes que están empezando. En casi todos los ámbitos culturales en Venezuela estamos empezando.

ND: ¿Y hay escritores que tienen cosas interesantes para publicar y no encuentran el espacio o de alguna manera hay menos editoriales porque hay menos escritores?

AP: Yo creo que la cantidad de escritores debe ser parecida a la de acá. Pero yo ahorita me estoy informando de lo fácil que es tener una editorial.

ND: Igual, no creas que es tan fácil. Ana lo hace parecer más sencillo de lo que realmente es.

AP: Bueno, pero pareciera ser una empresa accesible para alguien que le interese, o que se quiera comprometer. Por lo menos para alguien como yo, que no está completamente metido en el círculo literario, que hasta estoy más dentro del círculo literario argentino que del venezolano, pero que yo sepa hay una que otra editorial de este estilo, pero todavía se sigue publicando al autor más establecido porque es el que circula, el común denominador de los lectores venezolanos busca eso, va más a lo seguro. Lo que sin dudas no hay es la variedad que hay acá, las dos editoriales que están en esta mesa, por ejemplo, son completamente distintas, casi no compiten entre sí, están en el mismo circuito y pueden convivir, entonces un lector puede comprarle libros a ambas.

ND: Damián, investigando un poco encontré una declaración tuya que te quería mencionar: “en un sentido todo lo que edito forma parte de mi obra”. Marcos decía hace un rato que para él la edición es una manera de mejorar su propia escritura. En este caso son tres editores que además son escritores, ¿cómo funciona eso?

DR: En mi caso la edición no forma parte de mi obra como escritor, pero sí en el sentido de que uno dice algo, o quiere decir algo, cada vez que edita un libro. Cuando leés algo y te llama y ese libro, esa lengua te dice algo al oído, lo primero que yo quiero hacer es que otra gente lo conozca. Entonces sí, es parte de mi obra.

MA: Esther Tusquets decía eso también, que la obra de ella era su catálogo.

DR: Claro, es eso. En mi caso, con Mariano discutimos mucho, compartimos cosas y tenemos afinidades, pero también disentimos, y claro, es parte de nuestra obra. Si hubiera un lector que leyera todo nuestro catálogo entendería lo que nosotros queremos hacer cuando editamos. Cuando algo inédito te dice algo, que puede ser del mundo de la imaginación, del mundo real o del mundo que sea, el trabajo del editor es de algún modo llevar esa obra de arte a que la gente la conozca. Es mostrar eso, y decir algo con esa obra.

MA: Me parece que tiene que ver con la gente que labura atrás de ese libro: está el corrector, los diseñadores, a veces fotógrafos. Hay una pequeña familia que trabaja ahí, es una especie de obra conjunta, vamos trabajando, encontrando los gustos de cada uno, discusiones con la correctora, después con el autor.

ND: O sea que en tu caso, tu mano como editor termina siendo reconocible en el texto.

MA: No sé si tanto, pero me gustaría.

DR: No sé si reconocible por los otros, pero sin dudas, sí reconocible por uno mismo. Es un acto raro, porque muestra pero desaparece. Pero a la vez, todo el tiempo los editores somos reclamados para ver qué opinamos, por todo lo que venimos hablando: hay un auge de la edición. Entonces, ¿por qué hay tantos? Hay tantos porque en principio es una necesidad. Pero también porque es una vocación. Es verdad lo que decía Ana, se ha democratizado mucho la posibilidad de editar, pero tiene que haber una vocación atrás. Fogwill, que era muy amigo mío, me decía “vos no leés, vos calculás”. Y es verdad, yo estoy leyendo un libro y voy pensando en la cantidad de páginas que tendría según cada formato, quién podría hacer la tapa, cuántos ejemplares podríamos tirar, cuántos venderíamos, etc. Y cuando sos editor, por lo menos lo que me pasa a mí, es que ves libros en todos lados: ves un programa de tele y ves un libro, escuchás la radio y ves un libro, leés una noticia y ves un libro, todo el tiempo imaginás posibles libros. Obviamente no hacés todo lo que imaginás, pero ves libros en todos lados. Vas a una lectura de jóvenes poetas y alguien lee algo que te gusta y decís: ahí hay un libro. Y quizás ese libro ni siquiera está escrito.

MA: Esa palabra que decía antes Damián, que algo te “interpele”, ahí está la obra de uno como editor. Estar pero desparecer, libro que no te interpela, no existiría, no lo buscarías para trabajarlo, y ahí está el editor. Es invisible. Pero el hecho mismo de que exista el libro habla de la existencia del editor. Ana me dio dos novelas, y yo elegí para editar Tracción a sangre. ¿Por qué? Porque me interesa. Y eso habla de mí, hay algo ahí que para mí está bueno, y es una cuestión personal mía.

ND: ¿Alguna pregunta del público?

Ana Morán Sarmiento: Yo quería hacer un comentario con respecto a la cuestión venezolana. [Ana es escritora y editora venezolana]. No es que no se edite, sino que es mínimo el volumen. En todo el circuito: menos librerías, menos escritores, menos editores, menos lecturas.

ND: Bueno, pero justamente si el volumen es menor, le resta posibilidades a las editoriales más chicas, cuanto más reducido el circuito, más probable que los grandes grupos “ahoguen” a los chicos.

AMS: Sí, es verdad. Acá por cada editorial grande hay diez independientes, en Venezuela por cada grande hay una independiente. También hay poco apoyo gubernamental, cosa que no pasa con la música, que sí tiene mucho apoyo. Pero está empezando a haber cada vez más editoriales chicas, en Venezuela hay una crisis económica que como toda crisis, obliga a que surja la creatividad.

ND: Bueno, el boom de las editoriales independientes argentinas es un fenómeno post 2001.

MA: Sí, quizás un poco antes. También por esa época nacieron las cartoneras.

AO: Claro, y volvemos a lo que hablábamos antes de la facilidad, en el 98 no era tan fácil editar, al menos no tecnológicamente. Nuestros libros no están inscriptos en ningún lado, no tienen ISBN, y sin embargo existen. Y yo cuando empecé con El octavo loco en el 2005, me parecía que si lo que editaba no tenía ISBN no iba a existir. También hay algo de la propia retroalimentación, hay más editores de los que uno va aprendiendo, y más autores que quieren publicar textos buenísimos.

MA: Claro, nosotros ahora estamos por sacar una colección de poesía y yo no le quiero poner código de barras, porque el laburo que hace el diseñador no lo contempla. Como sé que los voy a mover en librerías en las que es indiferente que tengan código de barras, no me hago problema. Pero es un límite, está claro, me quita posibilidades.

AO: Claro, no tener ISBN te impide ganar premios nacionales o municipales, por ejemplo: no se puede premiar un libro sin ISBN. Eso da para otra charla, pero muchas veces son beneficios que te hacen explorar posibilidades que a priori te parecían innecesarias. Hay un momento en que llegás como a un techo, y tenés que acatar ciertas reglas. Por ejemplo, yo accedí a un subsidio para una traducción y no me lo querían otorgar porque tenía que sellar unos formularios con un sello que dijera que yo era la directora de mi editorial. Eso me hizo dar cuenta de que mi editorial no es una empresa, no es nada, somos dos personas en un comedor a las que le estaban exigiendo una estructura societaria empresarial. Bueno, me hice un sello que decía “Directora ejecutiva general total” (risas) y ahí pude entrar en ese submundo. Son cosmovisiones distintas de lo que es el trabajo del editor, pero para acceder a determinadas cosas tenés que aceptar los viejos patrones. También creo que necesitamos editoriales grandes de bandera, como en su momento fue Emecé.

ND: Bueno, pero son proyectos distintos me parece.

AO: Sin dudas, pero todo salió de pequeñas editoriales. Quizás con otro planteo, pero también empezaron así.

MA: Claro, quizás hace falta que cuatro o cinco editoriales chicas se junten y armen algo en conjunto.

AO: Y que tengan una política a lo largo del tiempo para poder competirle a los grandes grupos internacionales, pero con idiosincrasia argentina. Una editorial de bandera.

ND: Me encantaría seguir hablando horas, pero nos quedamos sin tiempo. Muchísimas gracias a todos.

 

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