El producto fue agregado correctamente
Blog > Entrevistas > Una artista del psicoanálisis
Entrevistas

Una artista del psicoanálisis

Entrevista a Jorge Volpi por su novela La tejedora de sombras (Planeta, 2012). “Es la historia de un gran fracaso, o, como una antigua historia de amor, es al mismo tiempo de amor y de muerte.”, dice.

Por Patricio Zunini.

jorge volpi

Puestos a elegir: ¿Freud o Jung? El escritor mexicano Jorge Volpi no duda:

—Freud.

Y, sin embargo, escribiste una historia en la que Jung es el sol en torno al cual sateliza el resto de los personajes.

—Bueno, no sé si es un sol o, más bien, un agujero negro.

Henry Murray y Christiana Morgan fueron los inventores del “Test de Apercepción Temática” (TAT) con el que los psicoanalistas ponen en juego el inconsciente del paciente, de manera de revelar aspectos de la personalidad, necesidades de logro, poder e intimidad, etc. Jorge Volpi se dejó seducir por Christiana y ficcionó su vida en La tejedora de sombras (Planeta, 2012).

 

—Ella pertenece a una generación de mujeres muy interesantes —dice—; la mayor parte de ellas, como en este caso, olvidadas. Son mujeres con inquietudes artísticas e intelectuales que se enfrentan de una u otra manera al universo masculino. Muy pocas consiguen vencer y convertirse realmente en creadoras. Lo que más me atraía de esta Christiana es que, mientras busca el espacio que tienen las mujeres en su sociedad y la manera en que pueden ser creativas, se ve frenada por los hombres que más admira: por Jung, que termina contaminándola con sus ideas de una manera casi mortal, y por Henry, que es el hombre que ama.

Porque no sólo el “feminismo íntimo” de Christiana (al decir de Volpi) fue lo que lo sedujo. Antes de ser los inventores del TAT, Henry y Christiana fueron amantes. Estaban casados con Jo y Will, y vivían su affaire en silencio, pero fue Carl Jung quien, luego de recibirlos y tratarlos en Suiza, los conmina a revelar el romance a sus parejas. Se conforma así un cuadrilátero amoroso que deviene en una enloquecida historia de amor en la que nadie está dispuesto a separarse, aunque el saldo sea el sufrimiento a lo largo de 42 años.

—El psicoanálisis jungiano termina por marcar la vida de estos dos individuos —continúa Volpi— que terminan por representar la quiebra de la idea de amor absoluto. Pero esta novela es la historia de un gran fracaso. O, como una antigua historia de amor, es al mismo tiempo de amor y de muerte. Es la historia de un proyecto enloquecido, de alcanzar el autoconocimiento y la iluminación, y al mismo tiempo la libertad y el amor completos en una lucha que luego de cuatro décadas se resuelve en la imposibilidad.

Tal vez el drama de la novela sea que la obsesión de cada uno no coincide con la de los otros.

—Sí: la relación de Christiana y Henry, más allá de ser amorosa, está basada en la obsesión y en la codependencia de obsesiones que no son necesariamente la misma. Para Christiana, bloqueada su propia creatividad como artista y como científica, todo se transmite en convertir a Henry no solo en un escritor importante, sino sobre todo en el objeto digno de amor. Y él a su vez es un hombre brillante, pero nunca tan brillante.

¿Por qué la novela se narra con la estructura de sonata para viola y piano?

—Yo siempre me he considerado un músico frustrado. La música me gusta más que la literatura. Al no poder componer música, intento muchas veces usar estructuras musicales en los libros. Mi primer libro también fue una sonata: se llamaba Pieza en forma de sonata. Opus 1. Este es el Opus 17, porque soy autor o coautor de diecisiete libros. Cada novela de la trilogía del siglo XX, para mí, tienen estructura de ópera. Y después he escrito una especie de trilogía de piezas de cámara: El jardín devastado, Oscuro bosque oscuro y La tejedora de sombras. En esta última, después de mucho pensar, me remitía a una sonata para dos instrumentos en la cual ella es la viola y él es el piano que la acompaña.

La viola es un instrumento complicado: no tiene el brillo del violín ni el cuerpo del chelo.

—Hay muy pocas obras solistas para viola. Tiene un papel ambiguo y oscuro.

Hoy en día, la autoría del Test de Apercepción Temática lleva sólo la firma de Henry. ¿Cómo se resuelve el legado de Christiana?

—En la parte científica es muy indirecto. Queda confinada al propio papel que le va a dar Jung como mujer inspiradora de Henry y de él mismo. En la primera edición del test aparecen los nombres de los dos, pero desde la segunda aparece sólo Henry.

Volpi saca una caja chata y grande con el modelo de test que pidió prestado en la Universidad de Nueva York. Son láminas y láminas de fotos y dibujos, algunas muy estremecedoras.

—Aquí ya no está el nombre de Christiana —dice—, aunque muchas de las imágenes son de ella. Es decir que se siguen utilizando todavía. Por otro lado, no es menor su cuaderno de visiones, que en realidad son dos, ya que fue minuciosamente estudiado por Jung durante tres años, mientras él escribía el Libro rojo. La iconografía de los dibujos de Jung está cruzada por Christiana. Es interesante: deja de ser una nota al pie de página en la historia del psicoanálisis.

Aunque no se vincule directamente con la novela, quería preguntarte si viste la película Un método peligroso.

—La vi con el libro terminado, pero aún no publicado. Mi novela pasa poquitos años después de lo que vemos en la película de Cronenberg y está muy relacionado con eso. Primero porque con Sabina [en la película Keira Knightley] es la primera vez que Jung se enamora de una paciente e intenta poner en práctica su teoría de la mujer madre y la mujer hetaira. Jung le dice a su mujer que quisiera tener una relación triangular y Emma lo amenaza con el divorcio. Eso no queda tan claro en la película, pero es parte de la ruptura con Sabina. Luego todo se precipita con la ruptura de Jung y Freud. Jung cae en un estado de depresión terrible, parecido a los de Christiana, y es cuando empieza a tener visiones. Él ya había estado fascinado con las visiones porque su prima era médium. No se sabe tanto de esto, pero la tesis de licenciatura de Jung es sobre los estados mediúmnicos de la prima, que, de hecho, le granjea la animadversión de toda su familia porque cuando se publica todos saben que habla de ella. Pero hasta entonces él no había tenido visiones y, en cierta manera, envidiaba a su prima. Recién cuando entra en este estado depresivo (que uno podría llamar psicótico) se le aparece un guía de la antigüedad que lo lleva por el camino del conocimiento. Es en ese entonces cuando pasa a la siguiente etapa, y encuentra una nueva paciente, Toni Wolff, de la que se enamora, y ahora sí convence a Emma de tener una relación triangular. Eso sí está en la novela: él dice “las dos son mis esposas”. Henry y Christiana llegan a Zurich muy poco después de esto y Jung, entonces, les recomienda su propio estilo de vida.

 

 

Artículos relacionados

Martes 22 de marzo de 2016
Pies para qué los quiero...
Paula Bombara, Sandra Contreras y Mario Méndez participaron de un panel moderado por Larisa Chausovsky en el que abordaron las preguntas sobre por qué leer, para qué leer, cómo leer.
Segundo encuentro en la librería
Martes 22 de marzo de 2016
Juego de velocidades

“Pienso en la belleza como algo que necesitamos urgentemente y me encargo de buscarla en lugares donde creo que no se la había encontrado”, responde el chileno Enrique Winter en esta entrevista sobre Las bolsas de basura, su primera novela, y sobre la escritura en general.

Entrevista a Enrique Winter

Viernes 25 de marzo de 2016
El mal de la moral

La nueva novela de Martín Kohan, Fuera de lugar (Anagrama), tiene a la pornografía infantil como tema central. “Me interesa cómo la perversión mana del moralismo”, dice.

Entrevista a Martín Kohan
Lunes 28 de marzo de 2016
Tras los pasos malditos

Se acaba de reeditar Barón Biza. El inmoralista (Sudamericana), de Christian Ferrer, un libro que, sin la intención de ser una biografía, recorre la vida de Raúl Barón Biza al tiempo que mira la historia del país. "Era un hombre agresivo, violento, desagradable, de vida recia, nada fácil, prepotente, pero que pretendía decir una verdad donde se cruzaban tres lubricantes: el sexo, la política y el dinero", dice.

Entrevista a Christian Ferrer
Miércoles 24 de julio de 2019
La sabiduría del gato

El texto de apertura de El tiempo sin edad (Adriana Hidalgo): "La edad acorrala a cada uno de nosotros entre una fecha de nacimiento de la que, al menos en Occidente, estamos seguros y un vencimiento que, por regla general, desearíamos diferir".

Por Marc Augé

Viernes 01 de abril de 2016
Las tres vanguardias
El seminario que cambió la forma de leer la literatura argentina del siglo XX por primera vez en librerías. Este volumen reúne las once clases del seminario que dictó Ricardo Piglia en la Universidad de Buenos Aires en 1990.
Un ensayo de Ricardo Piglia
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar