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Literatura infantil y juvenil

Cuatro heroínas difíciles de olvidar

Por Sandra Comino

"El único poder de Matilda es el cerebro", y esa heroína de Roald Dahl acaba de cumplir nada más y nada menos que treinta años. En este recorrido, más libros inolvidables protagonizados por niñas fuertes, astutas y poderosas.

Por Sandra Comino.

 

Sini, Gilly, María, Matilda… heroínas auténticas y por lo tanto diferentes son las protagonistas de estas novelas inolvidables que forman parte de historias escritas hace más de dos décadas, con absoluta vigencia, que plantean cuestiones universales pero dentro de un mundo verosímil y profundo.

La ira, la tristeza, la adopción, la soledad, la muerte desde distintas plumas que narran con humor, suspenso, emoción y en especial lenguaje literario. Historias potentes que conmueven y nos trasladan a universos vulnerables, acogedores y hasta por momentos tranquilizadores aunque no todo (o nada) esté bien.

 

 

 

Sini

Sini Taylor tiene trece años vive en una granja con sus padres, hermanos, la tía Jessie y el tío Nate, personajes de esta novela que Sharon Creech publicó en 1997.

Como la joven forma parte de una familia numerosa siempre es confundida por la gente del pueblo y es víctima de una pregunta: ¿cuál de ellas sos? Sin embargo, no solo debe lidiar con eso sino que, como piensa que es insignificante, está segura que Jake está enamorado de su hermana porque así lo cree su familia. De esta manera, May, que siempre se queda con los chicos que le gustan a Sini, se atribuye los regalos y las cartas de Jake.

Sini es la preferida de la tía Jessie porque se parece a Rose, que falleció de tos convulsa. Como Rose se contagió de Sini, Sini se siente culpable de esa muerte y construye un mundo en su contra. Su escape será el descubrimiento de un sendero que comienza a desmalezar aunque en principio no sepa a dónde conduce. La joven siente que la tía Jessie (a quién Nate llama Pájaro Rojo) muere por su culpa también y por eso su espíritu vuelve.

Entre hechos y regalos insólitos, malentendidos y enemistades, Sini va despejando los 35 kilómetros de camino y en un momento tiene que acampar porque no le da el día para ir y volver a su casa. Ese tiempo en soledad es valioso para que ella se conozca y pueda comprobar que en el amor, del mismo modo que con el camino, hay que despejar.

Una novela deliciosa llena de detalles que recrean un clima de opresión pero con pinceladas de humor. La vida y la muerte vista desde el punto de vista de una joven que cuestiona creencias y miedos porque la culpa y las mentiras tienen un protagonismo dentro de esa atmósfera campesina que la trascienden.

Sharon  Creech es también autora de Caminar dos lunas y Diario de un verano, traducidas por Márgara Averbach quien dice de la escritura de la autora en esta novela: “Me reencontré con las chicas valientes de Creech. Esas chicas que ya están enamoradas pero no lo saben, con sus varones indecisos, con las dudas y las preguntas de la adolescencia”.

 

 

María

María es protagonista de Cuerda Floja de Lygia Bojunga, una novela de 1979. Su vida se ve interrumpida por un hecho traumático y tiene que volver con su abuela, doña María Cecilia, aunque no quiera y para eso tendrá que separarse de Barbuda y de Foguiño, con quienes practica equilibrio en la cuerda. Es que ha ocurrido algo con su madre y su padre que todavía no sabemos pero se develará a lo largo de la novela. Los padres de María caminaban por la cuerda también y hasta sin red en una ocasión. Ella hereda esa habilidad y es lo que le trae ilusión y recuerdos.

María es callada ahora que está con la abuela: observa. Al principio no recuerda y solo recupera entusiasmo cuando encuentra una cuerda. Es gracias a eso que desde la ventana de su cuarto mira y asoman los recuerdos.

Una brecha inmensa entre las dos formas de vivir que conoce María; diálogos desopilantes entre María y Barbuda después de los primeros días que viven separadas y un mundo lleno de adultos que tratan de brindar un bienestar para la niña aunque ella no sienta que así sea son los tres pilares de la historia. Lo más importante es el viaje interior que hace María gracias a los recuerdos.

El mundo íntimo de María es aparentemente frágil, casi como es duro el exterior. Sin embargo, la suma de detalles, las metáforas, los silencios, los dolores y esa infancia incomprendida por la abuela hacen que la novela se lea con la misma sensación que se tiene al estar abajo y observar cómo avanza un equilibrista por la soga. Los personajes, aunque sean vulnerables, no son débiles sino todo lo contrario.

La autora también escribió: La bolsa amarilla, El sofá estampado, Mi amigo el pintor, Chao. Todas sus historias abordan temas difíciles como el suicidio, la separación, la muerte, la soledad. Hay una profundidad en cada narración que hace que el lector entre en ese pacto ficcional y quede allí aún después de finalizar la lectura. Recibió Premio Hans Christian Andersen 1982 y el Premio ALMA (Astrid Lindgren Memorial Award) en 2004.

 

 

Gilly

La Gran Gilly Hopkins es una novella de 1978 escrita por Katherine Paterson, cuya película se realizó en 2015.

Está protagonizada por una niña llamada Galadriel por tercera vez en menos de tres años intenta formar parte de un nuevo hogar. La señora Ellis (en la película es el señor Ellis) la lleva y le recomienda cómo comportarse mientras Gilly hace globos con su chicle y termina con restos en el pelo, en los dientes, en la puerta del auto. Maime Trotter es quien la espera. Cuando Gilly la ve le parece que es grande como un hipopótamo. Es obvio que no está cómoda. La casa está llena de polvo. La habitación que le corresponde es diminuta y hay un chico estrafalario que no habla que Trotter no dudará en defender de sus hostilidades. Los modales de Gilly y la seguridad de Trotter van a encontrándose poco a poco. Las cosas son muy diferentes e inesperadas para Gilly en la nueva casa. Sorprendentemente no es el centro de atención y tendrá una primera cena desconcertante con el señor Randolph (un vecino “ciego, arrugado y negro” que todas las noches cena con Trotter y el niño). La vida es muy diferente. En la escuela conoce a Agnes y a su maestra que para su sorpresa también es negra. Gilly no simpatiza con ellos. Mientras tanto en la cabeza de esta joven rebelde e intolerante nace el deseo de escribir a su madre para que viniera a rescatarla ya que le mandaba postales desde California pero no la conoce. Todos le parecen imbéciles, hasta el director de la escuela. Los buenos tratos la empalagan. La nueva vida no es pulcra ni huele rico.

Gilly hostiga a los adultos y a todos los que se cruzan en su camino, pero se encuentra con que ellos (casi siempre) le devuelven amor y eso la llena de ira. Gilly está repleta de ira. Como consecuencia pone en marcha un plan para escaparse y al mismo tiempo encuentra la dirección de su madre. Claro que como a Gilly todo le sale mal en vez de su madre aparece una abuela, en un momento donde todos están enfermos y la casa es un caos. La abuela que no sabía de su existencia ahora reclama ser su tutora.

Hay un narrador cómplice de Gilly, que desde su punto de vista nos cuenta el mundo difícil que le toca atravesar y cómo cada quién va encauzándose para construir vínculos.

La película actualiza algunos detalles para acercarla a estos tiempos y hasta tiene una perlita: actúa la autora. Aparece fugazmente como cajera del supermercado cuando Gilly escapa.

 

 

Matilda

Pocos saben el comienzo de Matilda si solo se quedaron con la película y no leyeron el libro de Roald Dahl. El narrador comienza siendo cómplice con el lector compadeciéndose de algunos docentes que tienen que aguantar como los padres creen que sus hijos son genios, maravillosos y asegura que los maestros padecen este tipo de padres y se vengan con las notas finales. Y con mucho humor relata qué le diría si fuese maestro a esos padres en los informes de sus hijos… Los padres de una niña odiosa podrían recibir este comentario: “Fiona tiene la misma belleza glacial que un iceberg, pero al contrario de lo que sucede con éste, no tiene nada bajo la superficie”. O “Los  saltamontes, curiosamente, tienen los órganos auditivos a ambos lados del abdomen. Su hija Verónica, a juzgar por lo que ha aprendido en este curso, no tiene órganos auditivos”. Todo esto para decir que los padres de Matilda no eran así. Al contrario.

El señor y la señora Wormwood no demostraban para nada estar interesados en sus hijos y esperaban el momento de quitárselos de encima. Son padres que no ven las habilidades y sensibilidades de sus hijos. Padres que fomentan el uso de la televisión y condenan la lectura, que se niegan a comprar un libro, por eso Matilda comienza a concurrir a la biblioteca. La señora Phelps (bibliotecaria) no cree que con cuatro años leyó El jardín de los secretos pero cuando lo comprueba le presta Grandes Esperanzas.

Dahl aprovecha para hacer crítica literaria y hacer un recorrido lector extraordinario. Matilda lee en seis meses Oliver Twist, Jane Eyre, Orgullo y Prejuicio, El viejo y el mar, El ruido y la furia entre otros.

El narrador se la pasa haciendo apreciaciones sobre qué es un buen libro, por ejemplo, en boca de la señora Phelps. También hay una descripción de cuán acogedor puede ser el mundo aunque uno viva con padres insoportables si se puede leer en una habitación con una taza de chocolate caliente. De este modo Matilda viaja navegando con Conrad, recorre África con Hemingway y la India con Kipling sin moverse de su cuarto.

El padre de Matilda vende coches usados y hace alardes de sus “habilidades” para engañar a los clientes atrasando el cuentakilómetros. La maestría de la narración lleva a la máxima potencia para que el lector comienza a empatizar con Matilda dado el ser despreciable que es su padre que a su vez desprecia a su hija e involucra a su hijo para “enseñarle” su oficio.

El sentido común aquí lo tiene la infancia porque es Matilda quién pone en evidencia la conducta del padre y quien de alguna manera hace justicia al principio con el sombrero y el pegamento, luego con poderes mentales.

El único poder de Matilda es el cerebro. Y como es insultada injustamente todo lo que hace es catártico para el lector. Algo parecido ocurre con Trunchbull, la directora de la escuela.

El narrador siempre antes de presentar un personaje malo hace referencia a lo bueno que deberían ser por su rol. La novela es una historia donde la magia a favor de los niños hace justicia poética y son castigados los adultos perversos. Tema recurrente en este autor. La novela cumplió el año pasado treinta años.

 

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