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Literatura infantil y juvenil

Memoria para armar

Ph Eugeni Forcano

La Dictadura contada a los más chicos

"Un pueblo con memoria es democracia para siempre": un recorrido por los libros para chicos y jóvenes publicados en Argentina con la dictadura como eje temático, y una actualización en cuatro recomendaciones a cargo de Sandra Comino en vísperas del Día Nacional de la Memoria.

Por Sandra Comino.

Se puede comenzar con una lista. Las primeras obras que incursionaron en la temática de la dictadura en Argentina, en el ámbito de la LIJ, fueron Cruzar la noche, de Alicia Barberis (1996); Los sapos de la memoria, de Graciela Bialet (1996) y El mar y la serpiente, de Paula Bombara (2002). Aparecieron cuando se hablaba poco (o casi nada) del tema y no se leía al respecto en las escuelas. También son dignas de mención Piedra, Papel y Tijera, de Inés Garland (2009); Origami, de Eduardo González (2011) y Prohibido soñar, de Carlos Marianidis (2012), entre otras obras posteriores. Y es que poco a poco el tema fue abordándose desde distintos géneros, y se fue pensando además en la recepción desde diferentes edades (aunque se lo niegue, lo cierto es que desde la edición están instalados en este territorio, aunque todos esperamos que lo trasciendan).

Aquí, para abultar aquella lista, compartimos cuatro libros “necesarios”. Son tres ficciones y uno teórico, que integran la producción de los últimos años.

 

Manuela en el umbral

Mercedes Pérez Sabbi

Una ficción con contexto histórico que transcurre en 1984. Manuela vive con su tía y su prima en un pueblo llamado Los Aromos. Manuela canta muy bien y prefiere cantar a hablar porque las palabras no le aparecen, están desordenadas, y por eso anda siempre callada. Manuela no ve a sus padres desde hace tiempo y tampoco sabe mucho de ellos. Le cuentan que canta lindo como su mamá, de quien conserva cartas que guarda en una caja. También tiene una foto y el recuerdo de una noche oscura.

Manuela no puede entender algunas cosas y sus reflexiones crecen junto con las del lector para llegar a cruzar el umbral y conocer el gran secreto. El mundo narrado, también desde la imagen por Muriel Frega, recrea la época desde el mobiliario, la ropa y detalles que nos trasladan a los años de comienzo de la Democracia. El pueblo tiene una atmósfera aparentemente apacible, casi romántica desde la ilustración, pero empiezan a develarse ciertos hechos que generan incertidumbre para Manuela hasta que descubre que lo que pasó en el país tiene que ver con su vida. Y que no todo lo que le contaban era cierto.

Es una novela recomendada a partir de los diez años. Una historia llena de ternura, tristeza, ausencias y nostalgia.

 

Quién soy

Relatos ficcionalizados, con contexto histórico, basados en personajes reales que llevan en los cuentos los nombres verdaderos. Son historias de nietos recuperados. Quien soy o ¿Quién soy? (se puede leer de las dos maneras) es un libro en el que cuatro escritores y cuatro ilustradores (Bombara-Singer, Rivera-Wernicke, Andruetto-Istvansch y Méndez-Bernasconi) nos acercan historias de chicos que recuperaron su identidad gracias al trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo.

Los autores se entrevistaron primero con los protagonistas y luego escribieron la historia. Además de los cuentos, el libro tiene una explicación de cómo se escribió ese relato con apreciaciones del autor y fotos de los protagonistas. Es un libro que podríamos ubicar como cercano al relato histórico, con el preciosismo de la escritura literaria que reconstruye un período nefasto para contar historias personales con un trabajo de documentación y de verdadero encuentro.

Cada cuento es una historia de miedo, de terror, de angustia, aunque todos pudieron encontrar un día a alguien que de alguna manera ayudó a reparar su vida, porque estos son nietos que sí recuperaron su identidad. En el último cuento, por ejemplo, “Querido melli”, escrito por Mario Méndez, la historia es la de Sabrina, que es la nieta recuperada número noventa y seis que busca a su hermano mellizo.

 

Los que volvieron

Márgara Averbach

Es una novela inspirada en un acontecimiento real. Un grupo de chicos de una escuela de Santa Fe investiga un hecho, que fue noticia en su pueblo, de una pareja que enterraron como NN (ningún nombre) en el cementerio local. En principio, el nacimiento de esta historia tiene que ver con Yves Domergue y Cristina Cialceta, pero (dicho por su autora) es (también) otra historia que “va como un eco... nunca en contra, nunca en competencia”. Por un lado, porque siempre la ficción construye otro relato. Por otro, porque aquí hay una decisión (o intención) de que así sea. Lo más importante es que Los que volvieron son dos chicos a quienes un grupo de jóvenes ayudó a encontrar su identidad muchos años después de su muerte.

La novela está narrada por numerosas voces que van componiendo la trama con un suministro de la información minucioso que permite un suspenso y una tensión que se mantiene hasta el final. La narradora principal es una integrante del grupo que junto a Ju, el Negro, Lau y Adri descubren la vieja noticia que deciden investigar. El hecho primordial desovilla otras historias de los chicos que tienen ancla en el pasado. Los que se perdieron tienen voz en la historia, también un hermano, que es quien no deja la búsqueda, la madre, que no pudo buscar, un empleado judicial y el loco del expediente. Hay voces estremecedoras que reconstruyen la época, una presencia del pasado que por momentos asfixia y un presente que muestra a un pueblo que no será el mismo a partir de ese hecho que gracias al equipo de Antropología Forense se pudo esclarecer.

 

Leer al desaparecido en la literatura argentina para la infancia

Ignacio L. Scerbo

Para quien esté interesado o desconozca acerca de la ficción entroncada en dictadura, este libro teórico de la colección La ventana indiscreta (ensayos sobre LIJ, Comunicarte), incluye un análisis de obras, con esta temática, editadas para la infancia. Ignacio Scerbo tiene una mirada inédita sobre la literatura argentina y construye un corpus de lecturas sobre el ideologema (en términos de Bajtin) del desaparecido. El libro nos introduce en cómo ingresa la temática del desaparecido en la LIJ que no evade la historia en la ficción.

“Trabajar el pasado, tramitarlo, nombrarlo son acciones éticas que en nuestro país se vuelven necesarias”. En este sentido hay una búsqueda de distintas posiciones sociales puestas a dialogar sobre un mismo tema. Algunos discursos reivindican a las víctimas del terrorismo y otros hacen hincapié en la pérdida. Reflexiona sobre la carencia de una política de escritura en general, cómo en la LIJ abundan mundos cercanos a chicos de clase media y que gracias a la influencia de los cambios históricos y sociales se abrió un camino a ciertas temáticas antes ignoradas. También hay una pregunta que cruza el mosaico de lecturas: ¿será la LIJ un modo de captar el mundo infantil y juvenil?

Algunos autores de las ficciones que integran el análisis de Scerbo en el libro son: Silvia Schujer, Esteban Valentino, Paula Bombara, Graciela Bialet, Graciela Montes y Oche Califa, entre otros.

 

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