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Prólogos

Podés, al menos, apoyarte acá

Por Laura Wittner

Leé el prólogo a La crisis es el cuerpo, de Jesse Lee Kercheval con traducción de Ezequiel Zaidenwerg y publicación de Bajo La Luna.

Por Laura Wittner.

 

 

 

 

Vivir da mucho miedo. Da impresión. ¿Qué somos? ¿Qué es todo esto? ¿Tenemos que fingir que es natural salir expulsados de un cuerpo para constituirnos, en el acto, en otro cuerpo? A la intemperie, sin el sostén que nos tocaba y nos alimentaba, mientras el cuerpo madre todavía sangra, tenemos que entender: esto es "yo". Y luego moriremos. Uno a uno.

¿Y encima hay que escribir poemas? Si se quiere. Jesse Lee Kercheval, por ejemplo, quiere. Sin eludir la cicatriz, la enfermedad, la crisis en total: Llegó la muerte, / está en la habitación. / Y no voy a mirar. Y no pienso mirar. / Y al final miro. Pero recordando, además, y recogiendo, lo que aparece entre principio y fin: el cielo, el agua, el sexo, el cine, el dulce olor del verano / que les acaricia las tetas. Una palta madura, la sopa de lentejas, la mano de nuestra hija en nuestra mano. Todo lo que podemos dar. Otoño. Ahora la lluvia cae más fuerte, / y lava las veredas / y las calles. / Rara vez los humanos pueden ser tan perfectos.

Disfrutá del momento, susurran las cerezas entre las palabras brutales de Jesse Lee. A lo bruto nos dice: sí, vamos a morirnos, pero mientras tanto nos amamos, y es un poco confuso sentir todo esto; a veces, incluso, la camiseta de un equipo de fútbol en un país ajeno puede hacernos creer –y vamos a creerle– que existen momentos de felicidad

inmaculada y ciega.

Habrá quien pueda esquivar el horror. Jesse Lee no: se da de frente contra lo intolerable. Se queda y lo dice, y lo dice tan bien. Con todas las letras, con todas las palabras, incorporando idiomas y numeraciones, preguntas y respuestas, inventando estructuras y abriéndoles espacios como para anunciar, revuelta en músicas (y algo excelente: ¡su traductor sabe escuchar sus músicas!) que vivir es un gran descontrol de amor y sufrimiento. ¿Hay premio por semejante sacrificio? Eso creo: para la autora, la posibilidad de percibir la maravilla con la misma intensidad. Para nosotros, sus lectores, estos poemas que nos desgarran y nos curan. Y nos desgarran otra vez. Y nos ofrecen algo así: "Podés, al menos, apoyarte acá".

 

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