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Alfred Whitehead: "La naturaleza es independiente del pensamiento"

Un extracto de El concepto de naturaleza

"La naturaleza puede ser pensada como un sistema cerrado cuyas relaciones mutuas no requieren la expresión del hecho de que son pensadas". Un extracto del intereasntísimo libro del matemático y filósofo inglés nacido en 1861 que acaba de publicar Cactus: El concepto de naturaleza.

Por Alfred Whitehead. Traducción de Sebastián Puente.

 

El tema de las conferencias Tarner está definido por su fundador como “la Filosofía de las Ciencias y de las Relaciones o Falta de Relaciones entre los diferentes Departamentos del Conocimiento”. En la primera lección de esta nueva fundación es adecuado detenerse por un momento en las intenciones del donante tal como se expresan en esta definición; y lo hago de muy buena gana en tanto que así estaré en condiciones de introducir los tópicos a los que se consagrará el presente curso.

Pienso que tenemos motivos para tomar la segunda cláusula de la definición como explicativa, en parte, de la cláusula anterior. ¿Qué es la filosofía de las ciencias? No es una mala respuesta decir que es el estudio de las relaciones entre los diferentes departamentos del conocimiento. Luego, con admirable solicitud por la libertad de saber, se inserta en la definición, después de la palabra “relaciones”, la frase “o falta de relaciones”. Una refutación de las relaciones entre las ciencias constituiría en sí misma una filosofía de las ciencias. Pero no podríamos prescindir ni de la primera ni de la segunda cláusula. No cualquier relación entre ciencias entra en su filosofía. Por ejemplo, la biología y la física están conectadas por el uso del microscopio. Aun así, yo podría aseverar sin temor que una descripción técnica de los usos del microscopio en biología no es parte de una filosofía de las ciencias. Tampoco puede abandonarse la última cláusula de la definición, es decir aquella que refiere a las relaciones entre las ciencias, sin abandonar la referencia explícita a un ideal en cuya ausencia la filosofía debe languidecer por falta de interés intrínseco. Ese ideal es la obtención de algún concepto unificador que dispondrá en relaciones determinadas dentro de sí mismo todo lo que se tiene por conocimiento, por sentimiento, y por emoción. Ese lejano ideal es el poder motor de la investigación filosófica; y exige lealtad incluso cuando se lo expulsa. El pluralista filosófico es un lógico estricto; el hegeliano crece en las contradicciones con la ayuda de su absoluto; el teólogo mahometano se inclina ante la voluntad creativa de Alá; y el pragmatista se tragará cualquier cosa mientras que “funcione”.

La mención de estos vastos sistemas y de las controversias de años desde las cuales surgen nos exhorta a concentrarnos. Nuestra tarea es la más simple de la filosofía de las ciencias. Ahora bien, una ciencia ya tiene cierta unidad que es la razón por la cual ese cuerpo de conocimiento ha sido instintivamente reconocido como formando una ciencia. La filosofía de las ciencia es el esfuerzo por expresar explícitamente esas características unificadoras que impregnan ese complejo de pensamientos y lo hacen ser una ciencia. La filosofía de las ciencias –concebida como una única disciplina– es el esfuerzo por exhibir todas las ciencias como una ciencia o –en caso de derrota– la refutación de tal posibilidad.

Haré otra simplificación más, y limitaré la atención a las ciencias naturales, esto es, a las ciencias cuyo tema es la naturaleza. Postulando un tema común para este grupo de ciencias, se ha presupuesto una filosofía unificadora de la ciencia natural.

¿Qué quiero decir con naturaleza? Tenemos que discutir la filosofía de la ciencia natural. La ciencia natural es la ciencia de la naturaleza. ¿Pero qué es la naturaleza?

La naturaleza es aquello que observamos en la percepción a través de los sentidos. En esta percepción sensorial estamos advertidos de algo que no es pensamiento y que se autocontiene para el pensamiento. Esta propiedad de autocontenerse para el pensamiento está en la base de la ciencia natural. Significa que la naturaleza puede ser pensada como un sistema cerrado cuyas relaciones mutuas no requieren la expresión del hecho de que son pensadas.

Así, en un sentido la naturaleza es independiente del pensamiento. Con esta aseveración no se pretende ningún pronunciamiento metafísico. Lo que quiero decir es que podemos pensar acerca de la naturaleza sin pensar acerca del pensamiento. Diré que entonces estamos pensando “homogéneamente” acerca de la naturaleza.

Por supuesto que es posible pensar en la naturaleza en conjunción con el pensamiento acerca del hecho de que la naturaleza es pensada. En tal caso diré que estamos pensando “heterogéneamente” acerca de la naturaleza. De hecho, durante los últimos minutos hemos estado pensando heterogéneamente acerca de la naturaleza. A la ciencia natural le conciernen exclusivamente los pensamientos homogéneos acerca de la naturaleza.

Pero la percepción sensorial tiene en sí un elemento que no es pensamiento. Es una pregunta psicológica difícil la de si la percepción sensorial involucra el pensamiento; y si lo hace, cuál es el tipo de pensamiento que necesariamente involucra. Noten que arriba se aseveró que la percepción sensorial es una advertencia de algo que no es pensamiento. Esto es, la naturaleza no es pensamiento. Pero esta cuestión es diferente, es la cuestión de que el hecho de la percepción sensorial tiene un factor que no es pensamiento. A este factor le llamo “advertencia sensorial”[1]. De acuerdo con esto, la doctrina de que a la ciencia natural le conciernen exclusivamente los pensamientos homogéneos acerca de la naturaleza no conlleva inmediatamente la conclusión de que a la ciencia natural no le concierne la advertencia sensorial.

Sin embargo, hago esta otra afirmación; a saber, que a pesar de que a la ciencia natural le concierne la naturaleza, que es el término de la percepción sensorial, no le concierne la advertencia en sí misma.

Repito la línea principal de este argumento, y la expando en algunas direcciones.

El pensamiento acerca de la naturaleza es diferente de la percepción sensorial de la naturaleza. De allí el hecho de que la percepción sensorial tiene un ingrediente o factor que no es el pensamiento. Llamo a este factor advertencia sensorial. Resulta indiferente a mi argumento si la percepción sensorial tiene o no al pensamiento como otro ingrediente. Si la percepción sensorial no involucra al pensamiento, entonces la advertencia sensorial y la percepción sensorial son idénticas. Pero el algo percibido es percibido como una entidad que es el término de la advertencia sensorial, algo que para el pensamiento está más allá del hecho de esa advertencia sensorial. Además, el algo percibido no contiene ciertamente otras advertencias sensoriales diferentes a la advertencia sensorial que es un ingrediente en esa percepción. Por consiguiente, además de ser autocontenida respecto del pensamiento, la naturaleza es autocontenida respecto de la advertencia sensorial. Expresaré también esta autocontención de la naturaleza diciendo que la naturaleza está cerrada a la mente.

Este cierre de la naturaleza no conlleva ninguna doctrina metafísica de la disyunción de la naturaleza y de la mente. Significa que en la percepción sensorial la naturaleza se descubre como un complejo de entidades cuyas relaciones mutuas son expresables en el pensamiento sin referencia a la mente, esto es, sin referencia ni a la advertencia sensorial ni al pensamiento. Además, no quiero que se entienda que estoy suponiendo que la advertencia sensorial y el pensamiento son las únicas actividades que deben atribuirse a la mente. Tampoco estoy negando que haya relaciones de entidades con la mente o con las mentes distintas a la de ser términos de la advertencia sensorial de las mentes. Por consiguiente, extenderé el significado de las expresiones “pensamientos homogéneos” y “pensamientos heterogéneos” que ya han sido introducidas. Pensamos “homogéneamente” acerca de la naturaleza cuando pensamos acerca de ella sin pensar acerca del pensamiento o acerca de la advertencia sensorial, y pensamos “heterogéneamente” acerca de la naturaleza cuando pensamos acerca de ella en conjunción con el pensar acerca del pensamiento, o acerca de la advertencia sensorial, o acerca de ambos.

Considero que la homogeneidad del pensamiento excluye también cualquier referencia a valores morales o estéticos cuya aprehensión es intensa en proporción a la actividad autoconsciente. Los valores de la naturaleza son quizás la llave para la síntesis metafísica de la existencia. Pero tal síntesis es exactamente lo que no estoy intentando. Me interesan exclusivamente las generalizaciones de mayor alcance que pueden efectuarse respecto de aquello que conocemos como lo que entrega directamente la advertencia sensorial.

He dicho que la naturaleza se descubre en la percepción sensorial como un complejo de entidades. Vale la pena considerar lo que queremos decir con entidad en este contexto. A menos que se trace alguna distinción arbitraria entre las palabras con propósitos técnicos, “entidad” es simplemente el equivalente latino de “cosa”. Todo pensamiento tiene que ser acerca de las cosas. Podemos obtener alguna idea de esta necesidad de cosas para el pensamiento examinando la estructura de una proposición.

Supongamos que un expositor está comunicando una proposición a un receptor. Tal proposición está compuesta por frases; algunas de estas frases pueden ser demostrativas y otras pueden ser descriptivas.

Por una frase demostrativa entiendo una frase que advierte al receptor de una entidad de una manera que es independiente de esta frase demostrativa particular. Entenderán que estoy usando “demostración” en un sentido no lógico, esto es, en el sentido en que un profesor demuestra la circulación de la sangre a una clase introductoria de estudiantes de medicina con la ayuda de una rana y un microscopio. A esta demostración la llamaré “demostración especulativa”, recordando el uso que hace Hamlet de la palabra “especulación” cuando dice:

No hay especulación en esos ojos.

 

 

Continúa en...

 

 


[1] En la traducción de Jesús Díaz de 1968 se traducía la expresión to be aware of por “tomar conciencia”, el sustantivo awareness por “toma de conciencia”, y el concepto sense-awareness por “toma de conciencia sensorial”. Son términos de difícil traducción al castellano, pero creemos que su sentido aquí está mucho más cerca de “notar”, “reparar”, “percatarse”. Por eso elegimos la familia del verbo “advertir”. Se verá incluso en el capítulo VII que la sense-awareness puede ser subconsciente. “Advertencia” debe leerse entonces como el acto de advertir, notar, percatarse, o el estado de estar advertido [N. del T.].

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