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Constelaciones feministas contra la crueldad neoconservadora

Decir y hacer Ni Una Menos

"Sin ánimo de trazar una narrativa de origen para una historia que cuenta con variadas genealogías, empiezo por Ni Una Menos porque allí comenzó mi incursión en el activismo feminista": leé uno de los capítulos de la novedad de Eterna Cadencia Editora, de Marcela A. Fuentes, Activismos tecnopolíticos. Constelaciones de performance

Junto a movilizaciones como las de Ayotzinapa, e inaugurando un nuevo ciclo de protestas luego de las revueltas estudiantiles en Chile, México y Canadá, la segunda década del siglo xxi estuvo protagonizada por la eclosión de movimientos feministas o de mujeres a escala local y global. En la mayoría de los casos, estas movilizaciones surgieron en respuesta a un recrudecimiento de la violencia de género en el plano micropolítico y al “giro neoconservador” en el plano macropolítico. En Latinoamérica, paralelamente al fenómeno de la llegada a la presidencia de figuras como Cristina Fernández, Michelle Bachelet y Dilma Rousseff durante la denominada era “progresista”, la opinión pública tuvo que confrontar problemáticas como el femicidio, el acoso sexual y la criminalización del aborto. La proliferación de casos de violencia de género y la difusión de estadísticas de desempleo o precarización laboral dejaron al descubierto, como lo han marcado teóricas como Silvia Federici y Rita Segato, la estrecha relación que existe entre el patriarcado y el capitalismo avanzado que modela para su provecho condiciones de extrema vulnerabilidad sedimentadas en el orden sexo-genérico.

Para denunciar y enfrentar la violencia de género y el sexismo como fenómenos multidimensionales, las movilizaciones feministas contemporáneas investigan y explotan los recursos que ofrecen tanto las redes sociales como la performance corporalizada. Estos ocupan un lugar protagónico en la creación de narrativas colectivas en la lucha por el significado y el valor de los cuerpos por fuera de los órdenes naturalizados. El #MeToo (#YoTambién), hashtag de denuncia del acoso sexual como fenómeno expandido y naturalizado, es un claro ejemplo de esto. Otros hashtags se suman a esta práctica de tecnopolítica feminista, y transforman las redes sociales en espacios de discusión, posicionamiento y visibilización. Por ejemplo, en Estados Unidos #WhyIStayed (#PorQuéMeQuedé) agrupa relatos que intentan responder a acusaciones de complicidad en el fenómeno de la violencia doméstica. Por su parte, #SayHerName (#DiSuNombre) denuncia la violencia policial hacia las mujeres negras y a la vez cuestiona la centralidad de los varones como eje del duelo en movimientos como Black Lives Matter.

En Latinoamérica, hashtags como #PrimeroAssedio, #MiPrimerAcoso, #EstuproNaoECulpaDaVitima, #JuntasAbortamos y #MisoParaTodas contribuyen a sacar del ámbito de lo personal y privado fenómenos naturalizados como el acoso sexual o estigmatizados como el aborto.300 A través de estas herramientas, las historias individuales mantienen el valor testimonial y a la vez pasan a formar parte de una movilización colectiva, precisamente como estrellas dentro de una constelación. Estas historias ubican lo cotidiano y usualmente encubierto como parte del fenómeno que da origen a la noticia de tapa; en otras palabras, ubican acosos y abusos como parte del conjunto de violencias que potencialmente conducen al femicidio. Frases como “La violencia deja marcas. No verlas deja femicidios” expresan la importancia de la concientización social, para la cual trabajan estas narrativas transmediales. Asimismo, a través de hashtags como #YoTeCreoHermana se hace expresa la sororidad feminista frente a la (in)justicia patriarcal y al escudriñamiento de la vida de quienes sufrieron acoso, mientras que hashtags como #NoEnNuestroNombre ponen en discusión el escrache y otras tácticas de denuncia y las demandas de justicia que derivan en punitivismo.301 Si bien los hashtags son solo una parte del conjunto de herramientas feministas utilizadas en los activismos actuales, estos agregan posibilidades de conceptualización y articulación de problemáticas, agentes y acciones hacia un futuro sin violencias.

Contracara del “giro neoconservador/neoliberal/autoritario”, en Latinoamérica la organización social que alimenta estas intervenciones y que se alimenta de ellas se ha dado en llamar la “cuarta ola feminista”. Esta cuarta ola se compone de nuevas herramientas de comunicación y también de modos de hacer, pensar y vivir la política por fuera de los espacios tradicionalmente ocupados por líderes varones, aun en las izquierdas insurgentes. La emergencia de esta cuarta ola desde territorios latinoamericanos es significativa y consecuente, dado que las crisis sociopolíticas vividas en la región afectan desproporcionalmente a las mujeres y a las disidencias sexuales. Cuando la actividad productiva de las naciones depende en gran medida de las tareas reproductivas que son invisibilizadas, y cuando las violencias hacia mujeres e identidades disidentes se multiplican, la organización feminista se vuelve urgente. En otras palabras, la organización feminista y el feminismo como crítica de un presente que solo se puede sostener sacrificando vidas se vuelven tareas impostergables.

La definición de los feminismos latinoamericanos como “cuarta ola” se monta sobre una periodización de la historia que surge del mundo anglosajón. Se trata de hacer “entrar en cuadro” el potente impulso procedente del hemisferio sur, y específicamente de Latinoamérica. En lugares que no entraron en las historias escritas desde los centros hegemónicos, hay saberes, modos de organización y ejercicios de imaginación política que inauguran un nuevo ciclo de movilización feminista transnacional. Esto implica la construcción de un internacionalismo feminista, como en el caso de los paros internacionales de mujeres, pero también cultivar resonancias que tengan en cuenta la situación de los cuerpos feminizados en las fronteras, de los cuerpos que han perdido su raigambre, de las desplazadas, las errantes.

Como señala Judith Butler, más allá de válidos reclamos al Estado liberal (reclamos de legítimos y necesarios derechos), los feminismos deben pensarse como movilizaciones transnacionales, y abordar a los poderes y sistemas extranacionales como la globalización neoliberal así como las posibilidades de solidaridad internacional en contra de los Estados-nación expulsivos y carcelarios.302 Chandra Talpade Mohanty propone una praxis feminista transnacional crítica, un feminismo sin fronteras basado en un sólido compromiso anticapitalista, antirracista y decolonial.303 Dado que la empresa colonial –la explotación de tierras y cuerpos estructurados según construcciones de género y raza– ha sido una de las experiencias de transnacionalización más contundentes y letales que han conocido la humanidad y el planeta, es imprescindible que esta nueva experiencia de feminismos transnacionales deba plantearse como feminismos decoloniales.304 Esto implica incluir en la agenda feminista la crítica a los regímenes carcelarios, a la destrucción planetaria, a la militarización de las fronteras y a la emergencia de movimientos de derecha y del fascismo.305

Como una alternativa potente a la figura de las olas y de los feminismos transfronterizos, en las conceptualizaciones de los feminismos actuales aparece la imagen de la constelación. Esta figura sirve para graficar articulaciones feministas internacionalistas y transnacionales en el contexto actual de neoliberalismo global.306 Y, como las constelaciones que se ven desde un hemisferio u otro, la idea de las constelaciones feministas tal vez intenta también preservar lo local dentro de la escala global, como lo intentaron antes lxs activistas del movimiento de globalización alternativa. En las páginas que siguen, la constelación –modo relacional dinámico y a la vez fragmentario– oficiará como lente para analizar la función de las redes sociales y la performance corporalizada en el desarrollo de los feminismos tecnopolíticos de hoy. Aquí se tratará de responder a la pregunta de cómo se construye una constelación feminista; cómo se sostiene, cómo se pluraliza, cómo se alimenta de las tensiones críticas. Porque la fricción es uno de los modos más productivos de los feminismos contemporáneos, resultado de la matriz crítica de este modo de hacer mundos. Aquí se explorará la dimensión tecnopolítica de los feminismos actuales y lo feminista de un hacer tecnopolítico que, mientras subraya modos específicos de violencia, también debe cuestionar el orden sexo-genérico desde el cual se posicionan sus sujetas.

Si bien la estética no es un componente exclusivo de los activismos actuales, y forma parte tanto de movimientos reaccionarios como de oleadas progresistas, aquí me interesa ahondar en lo performático como uno de los aspectos cruciales de los feminismos actuales en cuanto exploradores y creadores de mundos que desconocemos. Aquí, lo performático será menos expresión de algo preconcebido que apertura a lo posible; exploración y materialización de utopías en el presente, apuesta a lo incierto, experimentación que hilvana multiplicidades, huella y misterio. Haciendo foco en esa dimensión “hilvanadora” de los feminismos actuales, aquí me voy a detener en sus dramaturgias constelativas, esto es, en el actuar performático y “enredado” de los feminismos de hoy.

Para rastrear las prácticas constelativas que caracterizan a los feminismos de la cuarta ola, voy a focalizarme en Ni Una Menos (num), colectivo, movimiento de protesta y movilización política que surgió en 2015 en Buenos Aires. Todo comienzo es una decisión dramatúrgica, una forma de organizar el relato. Sin ánimo de trazar una narrativa de origen para una historia que cuenta con variadas genealogías, empiezo por Ni Una Menos porque allí comenzó mi incursión en el activismo feminista, tanto en las calles como en las redes. num es una parte esencial de las revoluciones que llegan desde el hemisferio sur, revoluciones que se vienen tejiendo desde hace décadas, cultivadas en el presente por un cúmulo de organizaciones sociales, colectivos artísticos y modalidades de intervención. En este panorama, num puede ubicarse como la estrella fulgurante de una constelación que debe pensarse, como los feminismos, tanto en relación con centros gravitacionales como con brillos distantes. Sin ser origen, num fue un catalizador importante de una movilización social que desde agendas y posicionamientos heterogéneos clama atención para las vidas amenazadas por el capitalismo patriarcal. Comencemos, entonces, por un posible comienzo. Aquí, tajo en lo cotidiano, irrupción de una voz colectiva: #VivasNosQueremos.

 

 

 

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300 Para un análisis e historización de los hashtags dentro de los activismos en red latinoamericanos y el ciberfeminismo, ver María Florencia Goldsman, “#LibertadParaBelen: Twitter y el debate sobre el aborto en Argentina”, tesis de maestría, Universidade Federal da Bahia, Salvador, 2018.

301 Sobre la función de los hashtags dentro del feminismo crítico, ver Hester Baer, “Redoing Feminism: digital activism, body politics, and neoliberalism”, Feminist Media Studies, 16.1 (2016): 17-34.

302 Judith Butler, “Las violencias machistas y las migraciones forzadas exigen una movilización transnacional”, entrevista de Marcela Fuentes, Vanina Escales, Agustina Paz Frontera y María Florencia Alcaraz, LatFem, 2 de mayo de 2019, https://latfem.org/las-violencias-machistas-y-las-migraciones-forzadasexigen-una-movilizacion-transnacional.

303 Mohanty critica, por ejemplo, al imperialismo del feminismo estadounidense de los años ochenta, que se dio en la misión de “rescatar a las mujeres musulmanas” así como en el concepto de “hermandad global” (global sisterhood), que imponía una idea de “mujer universal” por sobre las diferencias y singularidades geopolíticas, raciales, religiosas y étnicas. Ver Chandra Talpade Mohanty, Feminismo sin fronteras: descolonizar la teoría, practicar la solidaridad, Ciudad de México, Centro de Investigaciones y Estudios de Género, 2020.

304 Consultar María Lugones, “Colonialidad y género”, Tabula Rasa 9 (2008): 73-101.

305 Margaret A. McLaren (ed.), Decolonizing Feminism: Transnational Feminism and Globalization, Londres, Rowman & Littlefield International, 2017.

306 Entre otros, ver Verónica Gago, Raquel Gutiérrez Aguilar, Susana Draper, Mariana Menéndez Díaz, Marina Montanelli y Suely Rolnik, 8M. Constelación feminista. ¿Cuál es tu lucha? ¿Cuál es tu huelga?, Madrid, Traficantes de Sueños, 2018.

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