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Una clase de Jacques Derrida

La vida la muerte

Compartimos el arranque de la primera clase del seminario de Derrida que integra la novedad de Eterna Cadencia Editora, donde propone pensar en la vida y la muerte en virtud de una lógica que no plantearía la muerte como lo opuesto a la vida.

Por Jacques Derrida. Traducción de Irene Agoff.

 

 

 

 

¿Qué fue lo que hice al anunciar este seminario bajo el título de “La vida-la muerte”, es decir, reemplazando por un guion o por un espaciado sin él o por un guion sin palabra, por un silencio marcado, la y que en general pone la muerte con la vida, yuxtapuesta la una a la otra o, más seguramente, opuesta? Lo que quizás aparece justamente como problema en lo referido a la vida la muerte es la relación de yuxtaposición o de oposición, la relación de posición, la lógica de la posición (dialéctica o no dialéctica). Al eliminar la y, no me propuse anticipar que la vida la muerte no formaban dos, ni eran una la otra de la otra, sino que esa alteridad o esa diferencia no era del orden de lo que la filosofía llama oposición (Entgegen- setzung), doble posición de dos que están frente a frente, en el sentido con que, por ejemplo en Hegel, el concepto de posición y la posición del concepto, la auto-posición y la oposición constituyen los esquemas motores de la dialéctica y de una dialéctica que avanza esencialmente como un poderoso pensamiento de la vida y la muerte, de las relaciones, como se dice, de la vida y de la muerte; y sobre todo donde la oposición, la contradicción (dialéctica o no) es el proceso de pasaje de un opuesto en el otro, de la identificación concerniente a uno en el otro.

Si siguieran ustedes el gran silogismo de la vida al final de la gran Lógica de Hegel (tal vez lo hagamos nosotros más tarde), verían cómo la vida, que es esencialmente una posición (Setzung), posición de la Idea que se pone ella misma a través de sus tres oposiciones, que son “el individuo viviente (das lebendige Individuum), el proceso vital (der Lebensprozess), y el espacio (die Gattung)”,21  se reapropia como vida a través de la oposición de la muerte y nace como vida del espíritu en la muerte natural, según un movimiento indicado por todos lados en Hegel (llamémoslo movimiento fenicio) sobre el cual naturalmente tendremos que volver. Con sólo una alusión para empezar, quisiera marcar tres cosas:

 

1. Por una parte, que la {conjunción} y {et} de yuxtau o-posición22  no debía ser interrogada y por lo tanto dejada en suspenso durante el tiempo de preguntarse solamente si las relaciones del ser y la muerte corresponden en verdad a lo que llamamos oposición o contradicción; o bien, de modo más radical, si lo que creemos comprender bajo el concepto de posición, de o-position o de yuxtaposición, e incluso de contradicción, no estaba construido por una lógica de “la vida la muerte” que se disimularía –con miras a qué interés, he ahí la cuestión– bajo un esquema posicional (oposicional, yuxtaposicional o dialéctico), como si (no puedo servirme aquí más que del como si, porque no quiero ni puedo oponer una lógica a la lógica de la oposición) toda la lógica de la oposición (lógica de la identidad o lógica dialéctica, lógica formal o dialéctica) fuera una artimaña, puesta por delante, por “la vida la muerte” para disimular, conservar, abrigar, albergar u olvidar – algo. ¿Qué? Un qué en todo caso que ya no se pone ni se opone y que ya no sería algo en el sentido de la posición.

"¿Hay algo más concreto que la vida la muerte?, dirán ustedes. Pero ¿hay también algo más abstracto?"

Les parecerá que empiezo de manera muy abstracta un curso sobre la vida y la muerte. ¿Hay algo más concreto que la vida la muerte?, dirán ustedes. Pero ¿hay también algo más abstracto? ¿Hay un poder de abstracción más grande u otro? Al insistir en la necesidad de empezar por cuestiones de este tipo, de tipo lógico, si quieren, al preguntarme si toda la lógica posicional y oposicional en la que se pensó y se piensa todavía el límite, la barra Vida/muerte no sólo no es lo bastante poderosa como para pensar este límite, sino que él mismo es producido por efecto de la vida la muerte y debe ser releído, pues, como lógico en general desde este punto de vista, hago señas hacia dos indicadores textuales que hoy me parecen imponerse. Por un lado, Hegel –y sobre todo la Lógica de Hegel que, al principio de su capítulo “La vida” (Das Leben), observa que “la idea de la vida concierne [toca, betrifft] a un objeto [Gegenstand] tan concreto y tan real (einen so konkreten und, wenn man will, reellen Gegenstand) que, según la representación habitual de la lógica, hablar de la vida en un tratado de lógica es traspasar los límites (überschritten) del campo de la lógica”.23  Ahora bien, toda la demostración que sigue tiende, al contrario –en contra de ese facilismo– a hacer de la vida, de la idea de la vida, de lo viviente24 (del individuo vivo y de su muerte), del proceso de vida y de la reproducción específica, algo que no solamente incumbe a la lógica sino que define el acceso al conocimiento. Por otro lado, otro indicador textual, lo que llamaré, utilizando el título del libro de Jacob, La Logique du vivant,25  tiende hoy, a través de toda esa problemática del mensaje, del código e incluso del texto genético, a descifrar lo viviente (no la vida, dicen estos biólogos, desconfiando de lo que un tanto rápidamente entienden como la compulsión hipostasiadora y substancialista del filósofo, y omitiendo, por ejemplo, que Hegel demuestra la necesidad de pasar por lo viviente (el individuo viviente) como posición necesaria en el interior del silogismo de la vida, del juicio –Ur-teil– de la vida que se escinde originariamente (urteilen) para producirse y re-producirse), modernidad, pues, que tiende a descifrar lo viviente como un lenguaje (dejo por ahora a esta palabra toda su indeterminación) sometido a una lógica. Entre estos dos indicadores textuales se situaría el campo en el que permaneceremos, para tomar de él sólo algunos referentes.

 

2. Lo que también quería señalar con esta primera referencia a Hegel y a la lógica de la oposición es que no se trata para mí ni 1) de oponer otra lógica a la lógica de la oposición (la vida y la muerte): va de suyo que si en alguna parte (y en lo referido a la vida la muerte) la lógica de la oposición, la oposición misma, carece de pertinencia, la otra lógica a la que se habrá recurrido entonces no será otra en el sentido hegeliano, es decir, no será su otro opuesto, no será otra lógica que tendrá con la lógica de oposición una relación de oposición. Se trataría entonces de otra alteridad en la cual, calificando el otro la alteridad, la otra alteridad ya no incumbiría a la alteridad que esa relación vendría a alterar. Y no se trata pues, para mí, 2) al decir, apuntando a esa otra alteridad, “la vida la muerte”, de querer identificar la vida y la muerte, de querer decir vida es la muerte, proposición que, como ustedes saben, puede sostenerse de múltiples maneras, por mil caminos bien conocidos. El trazo blanco entre la vida y la muerte no acude al lugar de una y ni de un es. En la lógica dialéctica hegeliana, el es del juicio viene aquí como lugar de la contradicción y de su Aufhebung a enunciar que la vida es la muerte, que ella se pone en su silogismo por mediación de la muerte, que es es, en el sentido dinámico y productor de la palabra es, el proceso de la muerte (muerte de la vida natural como nacimiento de la vida espiritual), al término del cual el es deviene él mismo Vida, el ser del es vuelve a devenir Vida en una asimetría que he intentado analizar en otro lugar y donde la Vida está marcada dos veces, como un momento en el proceso de la Idea o del ser (ahí ella es la muerte como oponiéndose a ella) y luego, sin la muerte, que continúa siendo siempre natural, en el momento de la idea absoluta, al final de la gran lógica, cuando Hegel escribe: “sólo la idea absoluta es el ser (Sein), vida imperecedera (unvergängliches Leben), la verdad que se sabe (sich wissende Wahrheit) y es toda verdad (und ist alle Wahrheit)”.26  En ese momento, último, la vida ya no tiene oposición, no tiene opuesto, la oposición ha tenido lugar en ella para que ella misma se reapropie, pero ya no tiene un otro frente a sí. El es de la vida es la muerte es vida, el ser es vida, la muerte es impensable como algo que sea. A esto conduce la lógica oposicional, en la mayor atención que ella presta a la muerte (es el caso de Hegel): a la supresión de la oposición, a su relevo en la elevación de uno de los términos y el proceso de su propia reapropiación. La vida es esta reapropiación del ser, ella es el ser: sólo la idea absoluta es el ser, sólo ella es vida imperecedera (no-muerte). Entre la oposición (y) y la identificación copulatoria (es), no hay, pues, oposición, la oposición es el proceso de identificación o de reapropiación del ser como vida o de la vida como ser.

"No hay, pues, oposición, la oposición es el proceso de identificación o de reapropiación del ser como vida o de la vida como ser".

En el momento en que Heidegger replantea la cuestión del biologismo de Nietzsche, del pretendido biologismo de Nietzsche y de saber si él piensa a partir de una determinación biológica de la vida (la voluntad de poder, el eterno retorno, etc.), cita cierto pasaje entre los fragmentos clasificados bajo el título de La voluntad de poder. Este pasaje dice: “Del ‘ser’ [entre comillas: das ‘Sein’] – no tenemos más representación (Vorstellung) que ‘vivir’ [als ‘leben’: entre comillas y en bastardillas]. En consecuencia, ¿cómo algo muerto puede‘ser’?”27  (Nietzsche, 582, 85-86).28  Si en la etimología “metafórica” de la palabra “ser” hay algo que quiere decir vivir, si ser es igual a vivir, ser-muerto es impensable. O, antes que impensable, debe decirse aquí, si se quiere seguir rigurosamente la consecuencia del enunciado nietzscheano, de su letra y de sus comillas, el ser-muerto sería irrepresentable, impresentable e indecible. Irrepresentable por cuanto, Nietzsche lo dice de manera precisa, no tenemos otra representación (Vorstellung) del ser que “vivir”, dicho de otro modo, vivir es o no es sino una representación de ser, pero aún somos libres de pensar el ser más allá de la representación; y podríamos continuar el pensamiento de Nietzsche hasta decir, o bien, por un lado: aquellos que de una u otra manera identifican, como Hegel, por ejemplo, al final del trayecto de la Idea, Ser y Vida, permanecen en la representación y es preciso ir más allá de la representación (o de la presencia o de la presentación como mantenerse de pie ante: Vorstellen). Anuncio por anticipado que quisiera conducir este seminario a cierto otro pensamiento del más allá, de más allá, del Jenseits de Nietzsche y de Freud y sobre todo del paso (no) más allá de Blanchot.29 Ustedes me dirán que si los invité a reconsiderar la cuestión de la muerte para hablarles del más allá, no valía la pena, era muy tarde y no {pas} nuevo. Pero es el paso nuevo {pas nouveau}30 lo que quizás deba intentarse para saber si esto se da o no, y si el más allá no resulta ser una cuestión totalmente nueva. Así pues, de un lado, proseguir el pensamiento de Nietzsche hasta decir: los que piensan el ser como vivir y que, en consecuencia, no pueden pensar el sermuerto, se quedan en la representación, en el ser como representación, ejemplo Hegel al que Nietzsche entonces se opondría. O bien, de otro lado, no se puede pensar el ser fuera de la representación (o el tropo metafórico) “vivir”; intentar hacerlo es olvidar que el ser no es más que una representación o que una metáfora. Pretender pensar más allá de la representación es un olvido de lenguaje, del origen del lenguaje, e incluso de la vida en el origen del lenguaje. Si el lenguaje y la lógica son un lenguaje y una lógica de lo viviente, es inútil querer decir con ello y pensar con ello algo así como lo muerto. De ahí también dos consecuencias posibles, al menos: o bien renunciar a pensar más allá de la lógica y del lenguaje, del logos, puesto que esto no tuvo nunca ningún sentido, ninguna posibilidad; o bien pensar, lo muerto por ejemplo, más allá del lenguaje, de la lógica y de la metafórica, deviniendo entonces lo muerto, a su vez, el nombre genérico para todo lo que excede, desborda, transgrede los límites de lo decible, de lo enunciable. De ahí la insistencia de Nietzsche sobre las comillas: “ser” y “vivir” son palabras que él cita, enunciados que él señala: ser-muerto es algo que no podemos pensar porque no podemos decirlo, etcétera.

Mi propósito no es hoy abordar este problema, el del biologismo –o no– de Nietzsche, de su interpretación por Heidegger; de su relación con la dialéctica hegeliana y con la filosofía en general. Volveremos sobre esto, creo, extensamente.31 Quería simplemente, a partir de esta identificación hegeliana de la vida con la muerte, a partir de una oposición que procede con miras a su anulación en la identificación final: el ser es la vida, donde la vida está dos veces marcada, una vez como muerte (proceso de la muerte), una vez como inmortal, imperecedera, yo quería indicar que la misma lógica podía identificar entre sí los alcances semánticos de la vida y la muerte (donde y {et}32  significa la posición, yuxtau o-posición) y la vida es {est} la muerte (est),33  donde la muerte define la esencia como proceso dialéctico de la vida conservándose en vida, como vida, produciéndose y re-produciendo, etc. De modo que, al decir, con el blanco de una pausa o el trazo invisible de un más allá, “la vida la muerte”, yo no opongo ni identifico la vida con la muerte (ni y {et} ni es {est});34 neutralizo, digamos, tanto la oposición como la identificación, para dar señales no de otra lógica, una lógica opuesta de la vida y la muerte, sino de otra tópica, si les parece, desde la cual se ofrecería a la lectura al menos todo el programa de la y y del es, de la posicionalidad y de la presencia del ser, siendo ambos efectos de “la vida la muerte”. ¿En qué forma pensar la posición y la presencia como efectos? Con toda evidencia, esto supone un pensamiento distinto del efecto.

 

3. Lo cual me conduce a mi tercer punto. Acabo de decir y subrayar la palabra “programa”, “programa” de la y y del es.

La suspensión de la y en mi título, en el título del seminario, constituye una intervención muy discreta, muy poco violenta, dirán ustedes, en el programa de agregación que lleva este año, muy tradicionalmente, “La vida y la muerte”, la vida primero y la muerte después. Desde hace unos años, al comienzo de cada seminario, algunos de ustedes lo saben, me explico sobre el malestar que me significa regirme en esta tarea por las reglas fijadas en el programa de agregación y sobre la decisión estratégica que tomo, una vez más, en mi lucha contra la institución agregativa, en otros lugares y también aquí, de negociar con ella en condiciones determinadas. No voy a repetir lo que ya dije ni a reproducir indefinidamente el mismo esquema. Quisiera, más bien, al analizar el título del programa de agregación, no ajustarme a él, sino convertirlo en el objeto –a deconstruir– de este seminario.35  Del seminario, además, de lo que no se llama por casualidad “programa” y “seminario”. No hace falta indicar lo que la palabra y el concepto de “seminario” deben a una metáfora bio-lógica, seminal o espermática, germinal. En cuanto al programa, al valor de programa, es un poco más complicado, pero nos reconduce a una efervescencia metafórica o topológica en la cual la institución, como posibilidad de erección estable y de reproducción, suele ser descripta según metáforas organicistas o biologistas, lo cual no resulta fortuito. Un dato que no debemos descuidar aquí es el hecho de que, por ejemplo, el concepto de programa vale tanto para definir un sistema de prescripciones escolares conforme a las cuales se organiza la reproducción de una organización institucional, como para definir los esquemas de reproducción de lo viviente con los que los biólogos modernos se la representan en la actualidad.

"El perdón que pide Derrida es el que se transforma en máquina de tiempo y permite volver atrás".

¿Cómo explicar que la metáfora biológica u organicista –no las confundo, no son exactamente lo mismo, pero no importa, al menos por ahora–, que las metáforas biológicas u organicistas sirvan tan a menudo para describir la institución, la institución universitaria en particular, tanto del lado de los que la defienden como de los que la atacan? ¿Cómo explicar que el mismo concepto o la misma figura, por ejemplo el programa o la reproducción, se transporten tan fácilmente del lenguaje de la vida al de la institución y recíprocamente? Y esto de manera similar en los que quieren conservar y en los que quieren destruir. Para unos, la necesidad del programa y de la reproducción es una condición de vida, una condición de desarrollo y de producción; para los otros, el programa y la reproducción son portadores de muerte; y hoy, como ustedes saben, la crítica política de la institución, la lucha contra la institución abreva lo esencial de su argumentación y su motivación en este valor de re-producción. La universidad es un sistema que, con sus programas, sus controles, sus restricciones, pretende asegurar la producción de su organización, lo que equivale no sólo a mantener el sistema de fuerzas, sino también a coagular al viviente en la muerte. Y es esto lo que habría que impedir. ¿Cómo explicar que la re-producción y el programa sean a la vez condiciones de vida y de muerte? Por otra parte, ¿es fortuita esa metaforicidad? ¿Es una estructura metafórica entre otras?

 

 

 

Notas:

20  En el original, esta palabra se agrega debajo del título “LA VIE LA MORT (1)”. Varias sesiones presentan una anotación en el mismo lugar. Es probable que Jacques Derrida indicara de este modo un título para la sesión. Desde ahora, insertaremos estos títulos de sesión sin señalarlo.

21 Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Science de la logique, t. iii, trad. fr. Samuel Jankélévitch, París, Aubier Montaigne, 1947, pp. 469-486; Wissenschaft der Logik, en Werke, t. vi, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1969, pp.

469-487 [Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1968].

22 En el original: “que le et de juxtaou d’op-position”. [N. de la T.]

23 G. W. F. Hegel, Science de la logique, t. iii, ob. cit., p. 469; Wissenschaft der Logik, t. vi, ob. cit., p. 469.

24 La traducción del término vivant, literalmente “viviente”, muy presente a lo largo del seminario pero en particular en sus primeras seis sesiones, requiere algunas aclaraciones. Jacques Derrida lo utiliza a partir de la obra Logique du vivant, de François Jacob, referida en la siguiente nota de las editoras y publicada en español bajo el título de Lógica de lo viviente. Ahora bien, el término francés vivant constituye el participio presente del verbo vivre, “vivir”, y se puede traducir como “viviente” o como “que vive”. Es también un adjetivo, regularmente traducible como “vivo”. Pero fundamentalmente aparece, tanto en el título de Jacob como en este seminario, en calidad de adjetivo masculino singular de género neutro, sustantivado, o sea: “lo viviente”. Estas especificaciones son necesarias para explicar la variedad de traducciones que nos hemos permitido, requeridas tanto por razones gramaticales como de eufonía de la lengua castellana. [N. de la T.]

25 François Jacob, La Logique du vivant. Une histoire de l’hérédité, París, Gallimard, col. “Bibliothèque des Sciences humaines”, 1970 [La lógica de lo viviente. Una historia de la herencia, Barcelona, Tusquets,1999].

26 G. W. F. Hegel, Science de la logique, ob. cit., t. iv, p. 549; Wissenschaft der Logik, ob. cit., t. vi, p. 549.

27 Citado en Martin Heidegger, Nietzsche I, trad. fr. Pierre Klossowski, París, Gallimard, col. “Bibliothèque de Philosophie”, 1971, p. 403; Nietzsche 1, Pfullingen, Günther Neske Verlag, 1961, p. 518 ; Gesamtausgabe, Brigitte Schillbach (ed.), Frankfurt am Main, Vittorio Klostermann, 1996, 6.1, p. 466. (En lo sucesivo, daremos estas dos referencias al texto alemán de Heidegger abreviando Gesamtausgabe: GA). [Nietzsche I, Barcelona, Destino, 2000].

28 Se trata del fragmento 582 en Friedrich Nietzsche, La Volonté de puissance, XII, trad. fr. Geneviève Bianquis, París, Gallimard, col. “Classiques de la Philosophie”, 1948; Der Wille zur Macht. Versuch einer Umwertung aller Werte, Sämtliche Werke, Kritische Studienausgabe, Giorgio Colli y Mazzino Montinari (eds.), Berlín, Walter de Gruyter, 1980, 12: 2 [172], p. 153. (En lo sucesivo, la sigla KSA remitirá a esta colección de las obras de Nietzsche en Kritische Studienausgabe). [La voluntad de poder, Madrid, EDAF, 2000].

29 Véase Maurice Blanchot, Le Pas au-delà, París, Gallimard, 1973 [El paso (no) más allá, Barcelona, Paidós, 1994].

30 Juego de palabras entre pas nouveau, “no nuevo”, y pas nouveau, “paso nuevo”. [N. de la T.]

31 Véase infra, “Octava sesión” y sig.

32 En el original, “où l’et, e, t”. [N. de la T.]

33 En el original, “la vie est la mort (est)”. [N. de la T.]

34 Et y est son términos homófonos. [N. de la T.]

35 Este pasaje fue tachado de un tirón en el original tras la primera ocurrencia de la palabra “programa”. Además, las palabras “de agregación que lleva este año” están también tachadas y reemplazadas por “de cuestiones digamos tradicionales”. La segunda ocurrencia de la expresión “programa de agregación” fue modificada para que se leyera: “de un programa tradicional”.

 

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