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No Ficción

Seis días en la vida de Rosario Bléfari

Diario del dinero

"Me pregunto si transcurre un solo día sin gastos": tomados de Diario del dinero, el libro que la artista dejó terminado antes de su partida y acaba de publicar Mansalva.

Por Rosario Bléfari.

 

 

Jueves 16 de agosto, 2012

Hoy conocí a Natacha, una alumna nueva. Sin dudas, una artista. Una fotógrafa que fabrica sus propias cámaras. Sacó de su bolso dos camaritas, una hecha con una cajita antigua de alguna joya sellada con cinta adhesiva y la otra con una cajita de fósforos y dos rollos de película pegados a los costados. Me mostró también dos fotos en blanco y negro, autorretratos. Ella aparecía de espalda, en contraluz. Se veía una ventana en el fondo. Después mencionó que fueron tomadas en el barrio de Agronomía, donde vivió un tiempo. Me contó de su proyecto: una serie de fotografías de este tipo tomadas en los distintos lugares donde vivió, la mayoría de las veces en casas que cuidaba cuando sus dueños se iban de viaje. Al mismo tiempo, y esa es la razón porque vino a mí, escribió una serie de cartas dirigidas a ella misma, escritas por ella misma, de Natacha para Natacha. Me leyó algunas de su cuaderno. Estaban bastante tachadas y desordenadas, pero son conmovedoras y entretenidas de escuchar o leer. Le propuse pasarlas en limpio y, para empezar enseguida, escribió varias en mi computadora. Después le mostré las cartas entre Marina Tsvetáyevna, Rilke y Pasternak, y las que Emily Dickinson. Le leí un par, una de Marina y dos de Emily. De las dos quise mostrarle el uso de la puntuación y el formato, como una manera de entonar y ritmar, como cuando Marina escribe:

“Antes de la vida somos siempre y todo, en la vida somos algo y ahora (Somos —nosotros mismos, poseemos— ¡no importa qué!)”

(...) “Siempre el Ahora. De ahí —el tormento, la cuenta de los días, la depreciación de cada hora, la hora es únicamente un escalón hacia la carta. Ser en alguien o con alguien (o desear ser, en general —desear ¡es lo mismo!) Lo advertí y me mantuve en silencio”6.

Dijo que va a tratar de conseguir el libro de Emily. Me pagó $400 Le di la clase en Pizzicato, por ser primera clase y no conocerla. Como arreglo la cita por mail, no sé quién me escribe. Antes de que llegara me tomé un café con leche con medialunas de grasa que estaban deliciosas y me salió $18. Después que nos despedimos en una esquina, se largó a llover y llovió largo rato cada vez más y más fuerte.

 

 

Domingo 22, lunes 23, martes 24 de marzo, 2015

El fin de semana fui al banco y corroboré que estaba depositada la segunda cuota de la película, de $13.000. Entonces, hice algunos gastos pagando con la Visa débito de esa cuenta, la que tengo por la A.A.A.7 en Banco Provincia. Pagando con débito te devuelven el IVA. Aceite de oliva, queso y productos de limpieza, en el supermercado DIA por unos $400
y en un chino compro dos vinos y soda. Me veo obligada a comprar dos porque para pagar con la tarjeta no aceptan compras por menos de $80, una novedad en este chino, que es de los pocos que aceptan tarjeta de débito.

El fin de semana es muy largo. Lunes y martes son feriados. El lunes por la noche damos vueltas por el barrio, sin gastar nada, a las cinco de la mañana. Es que nos desvelamos hablando. Falta para que amanezca, ni siquiera se ven las luces del aclarar. El martes, al anochecer, salimos a comprar seven up por $15. Más tarde, falté a la fiesta de la película, me sentí y me siento mal por eso, pero se iba a hacer muy tarde la vuelta y al día siguiente empieza todo muy temprano.

 

 

Miércoles 25 de marzo, 2015

A las 7 a.m. pasadas estamos con Nina caminando hacia Rivadavia. Se olvidó la tarjeta SUBE8 y la acompaño, retándola y quejándome, hasta la Avenida Goyena. Sigue sola. Voy al Dupuytren en colectivo, $3,50, luego a la OSA –Obra Social de Actores–, otros $3,50 Autorizo y voy al centro de estudios donde pago $5 de coseguro. Comemos algo a la salida con F: pizza y una sola coca. Pago en efectivo $125, con propina incluida. Cargo en la SUBE $100 y pago $4, 50 el subte a casa. Transfiero, de mi cuenta del Banco Provincia, $2.000 a Julián que son de Sué Mon Mont con lo que terminamos de pagar deudas por el disco. Ahora solo queda la deuda que tenemos con nosotros mismos y que corresponde a lo que gastamos por la fabricación. Cuando juntemos esos $7.000 y algo, vamos a tener lo mismo que juntamos de tocar, pero ya no va a valer lo mismo.

Supongo que lo pondremos a plazo fijo. Ojalá salgan algunos shows pagos y entonces podremos recuperar todo (ya sé que no está bien pensar así porque solo deberíamos considerar la venta de discos para pagarlos). 

Ahora estoy sentada en un bar y es posible que gaste entre $50 y $100, pero todavía no sé. En pocos días, la semana que viene, ya hay que pagar de nuevo el alquiler: $4.300 Debería dar clases de nuevo, pero no tengo ganas, solo tengo a la vista reunir algo por la venta de algunos libritos, un cheque de $1.000 de SGAE9 y $1500. de una charla, en abril. Al final gasto $55 en el bar por mi porrón y el café de Julián con quien charlamos un largo rato. Salió sin la billetera del negocio. Antes de entrar a trapecio, Nina compró una gomita para atarse el pelo por $4 y al salir le compré una Powerade, $13 en el chino. Tomamos el colectivo por $7 más y eso fue lo último del día. Ah no, acabo de acordarme que al salir de los estudios compré ropa interior por $350. Me pregunto si transcurre un solo día sin gastos.

 

 

Miércoles 6 de octubre, 1999

Me levanté a las nueve porque entre las nueve y la una iba a venir la policía a dejar el certificado de domicilio. Llegaron a las diez menos cuarto. Perfecto. Me vine para Callao. En un momento llamó S. justo después que yo leyera su mail. Dijo que no se sentía muy bien, ni del ánimo ni del cuerpo y que no sabía si iba a ir a ensayar. Yo me quejé, de la ciudad, dije que no me gusta y cosas miserables de las que después me arrepentí. También llamó mi papá, pendiente del estreno de la película en Santa Rosa. Después del mediodía fui al banco y abrí la cuenta. Me dieron una especie de billetera con un papel donde está mi firma invisible. Es el registro de firma. Me apuré para encontrarme con M. en un bar, lo de la abuela Goye. Hablamos de todo un poco y yo pedí café con crema. Le mostré la billetera que me dieron en el banco. Pagó él, yo dejé la propina, $0,30. Al salir agarré un mapa del centro que regalaban a los turistas. Nos despedimos con promesas de vernos pronto y no me animé a preguntarle si me había traído el micrófono.
Ya en casa, tuve ganas de tomar mate y me acordé del termo que Diego llevó una vez al estudio mientras grabábamos el disco, y que dejó olvidado. Al sacarlo de la bolsa, descubrí que el mate había quedado mojado desde aquella madrugada en la que volvimos del estudio, y se habían formado hongos. Microcosmos, presente.

Llamé a mis padres a lo de los vecinos, pero no estaban. Para hacer tiempo llamé a Cecilia. Me atendió Alejandra y como me sorprendí de que me atendiera ella, la saludé con frialdad, sin querer. Cecilia se escuchaba bien, estaban también su mamá y su perra Sofía. Volví a llamar a los vecinos de mis padres y esta vez estaban. Vino mi papá al teléfono y me dijo que ya habían recibido el giro10. También me habló del asunto de la película y prometió llamarme al día siguiente con más noticias. Me molestó que le pusiera un “señora” a todos los nombres de mujer que mencionaba. Recordé cómo me molestaba eso en mi adolescencia, me parecía exagerado. Es que siempre estuvo para mí asociado a la forma de llamar a los patrones de la casa. Me suena condescendiente, en especial si esas señoras tienen algún cargo o determinada posición. Señora y señor también, claro. Tal vez, porque son otros tiempos, antes no debía sonar así. Sé que para él es una cuestión de respeto y modales, muy incorporada, llama así a todos los señores y señoras, salvo a alguien que por alguna razón le tenga bronca, como a la flaca Leonor o a algún otro jefe odiado.

Me puse a lavar en la bañadera un pulóver de Susana color marrón que me prestó hace mucho. Mientras sumergía y estrujaba el pulóver en Camellito, recordé el caso de una prenda que me contó que le devolvieron con olor a repasador sucio. Me esmeré.

Fabio venía de La academia11 donde se citó durante toda la tarde con varias personas por cuestiones del disco. Se sacó la ropa y la dejó en una silla, estaba muy cansado. Yo sentía olor a cigarrillo y pensé que venía de la calle. Abrimos la puerta al balcón y pensé que a lo mejor eran los vecinos que estaban fumando en la terraza. Fabio empezó a quejarse en voz alta a propósito, para que lo oyeran los supuestos fumadores. Al final, descubrí que el olor venía de la ropa que él mismo había dejado sobre la silla, porque en La Academia la gente fuma y fuma.

Nos lavamos juntos los pies en la bañera. Supo que estaba menstruando y me dijo que se desilusionaba un poco porque pensó que tal vez estaba embarazada. Yo le dije que prefería concebir en el dosmil. Me dijo que igual alguien concebido ahora nacería en el 2000. Cierto. Le  hablé entonces del microcosmos, por el libro que estoy leyendo de Lynn Margulis y Dorion Sagan, y él me dijo que le parecía que lo de los genes y la astrología tenían algo en común. No explicó por qué.

Después de cenar, recordamos que al viajar uno nunca se acuesta sin caminar porque siempre, por lo menos, hay que volver del restaurante al hotel. Quise calcular cuántos pasos hay en una cuadra, pero F., que hacía una caminata libre en el lugar, se negó. Dice que hacer números es para él algo muy importante y que lo pone nervioso así que por favor no hiciéramos cálculos. Yo calculé igual. Sonó el teléfono y era D. que dijo que no quería hablar mucho para no gastar. Dice que le vinieron $50 de llamados a celulares.

Me puse a hacer un poco de gimnasia ya dejando de lado la caminata ficticia.

Con un chal violeta intenté fabricar un traje, cuando me cansé de probármelo me acosté boca arriba viendo un capítulo de La dimensión desconocida pero el argumento era bastante estúpido. Un mosquito sobrevoló mi cabeza. Fui al baño y me puse Off! Me dormí boca arriba.

 

 

 

 

6. Boris Pasternak; Rainer Maria Rilke; Marina Tsvietaieva, Cartas del verano de 1926, p. 212, Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1993.

7. Asociación Argentina de Actores.

8. “El Sistema Único de Boleto Electrónico, más conocido como SUBE, es un sistema implementado en la República Argentina a partir del año 2011 que permite a cada usuario con su respectiva tarjeta inteligente, abonar los viajes en colectivos, subtes, trenes y desde enero de 2019, las lanchas de Tigre”. (Fuente: Wikipedia)

9. Sociedad General de Autores y Editores (España).

10. Los giros eran para pagar la cuota de la casa en el Plan 5000, un plan de viviendas de la provincia de La Pampa en Santa Rosa, administrado por el IPAV, El Instituto Provincial Autárquico de Vivienda.

11. Bar de Av. Callao 368, en Buenos Aires.

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